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Nuestro Presente Como Iglesia


Enviado por   •  28 de Agosto de 2012  •  2.400 Palabras (10 Páginas)  •  376 Visitas

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Nuestro presente como iglesia

Un análisis global

I Introducción

¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el *camino eterno. (Salmo 139:7, 23-24)

Al realizar un diagnóstico o análisis global de aspectos relevantes de nuestro caminar, permitirá vernos con claridad cómo ha sido nuestro pensar, gestionar y obrar, de tal manera, que nos podamos ver a la luz de la Palabra y misión encomendada. Esto se hace más imperativo en una iglesia como la nuestra, cuya tradición nos muestra como un movimiento de afirmación de la integridad cristiana. El examinarnos con autenticidad, debe llevarnos de manera normal a vías y expresión de arrepentimiento sin lo cual no hay futuro posible que se llame santo y cristiano.

Ser como Jesús, la tarea de seguirle, implica llevar su yugo como discípulos aceptando su continua corrección para nuestra afirmación. Parte de este caminar es el gozo y agradecimiento por lo que El ha hecho en nuestra vida, ministerio y en la iglesia. Pero también lo es el reconocimiento oportuno de nuestros errores. La iglesia necesita estar siempre auscultando su camino para ser aquella iglesia siempre reformada, que está a la altura de lo que es su naturaleza y su responsabilidad histórica. Las Escrituras y la historia misma de la iglesia nos enseñan de esta sabia actitud, guiada por el Espíritu de Dios mismo dentro de su pueblo. La “doctrina de la infabilidad” humana e institucional no es bíblica; y es justamente nuestra tradición “protestante” (de protestar) la que se erigió con firmeza en un período crítico de la cristiandad, para ir en contra de esta actitud que una y otra vez resurge en la historia y en nuestras instituciones .

Para ello es necesario reconocer las voces que Dios mismo ha establecido dentro del especial diseño y estructura carismática de su iglesia. Muchas veces el pueblo de Dios en su institucionalización ha mostrado sordera o no ha querido reconocer dichas voces, y, aunque la percepción inmediatista de la vida hacía parecer al orden establecido como dueño de la verdad y el control de las situaciones, como siempre, la historia se encarga de confirmar el error. Continuamente, estas voces renovadoras vienen del propio cuerpo de la iglesia, son las voces proféticas de todos los tiempos que desde dentro de la iglesia nos llaman la atención (aunque a veces no son valoradas más bien las callamos o excluimos); por lo cual, quienes están en situación de responsabilidad institucional, sin dejar de reconocer su lugar, deben ser sensible y humildes para escuchar la voz de Dios, de su pueblo y de la gente, ponderando sabiamente la apertura a los cambios que se pudieran requerir. La renovación se da, cuando su pueblo se humilla, ora, busca a Dios, y se convierte y arrepiente de sus malos caminos. (1 Crónicas 7:14)

Posiblemente es un asunto formativo, el no estar acostumbrados a realizar diagnósticos como parte de la misma planificación. Y si en alguna medida lo hacemos no se ejecutan de manera sistemática. Un adecuado diagnóstico debe tomar en cuenta las debilidades, fortalezas, los aciertos y las desorientaciones, las limitaciones y potencialidades. Aunque debemos decir que en la ciencia de la planificación hay una inclinación a darle prevalencia al reconocimiento de las dificultades y la necesidad de tomarlas en serio para su superación. Debido que no es posible analizar todos los temas, por ahora es necesario que nos centremos más en las problemáticas que están más a la vista nuestra, cuyas toma de conciencia puede ameritar pasos hacia los cambios de enfoque, actitudes, y por lo tanto de nuestras proyecciones eclesiales en bien de la misión .

Para nuestra comunidad, planificar y actuar consistentemente, implica emplear un razonamiento y comprensión del contexto en que se ejerce el ministerio, así como un diagnóstico apropiado y en perspectiva histórica de la propia vida y misión de la iglesia. Esto se debe realizar con la más acuciosa exactitud y veracidad. El no hacerlo implica la propensión a errar en la acción y autoengañarse. Cabe la toma de conciencia de la importancia de estos asuntos. Y es acertado el esquema selectivo en cuanto a temas, con los cuales se puedan evaluar algunos aspectos críticos. En el fondo, está la inquietud por comprender el gran desafío que representa la realidad de nuestra comunidad, y si con lo que somos como personas, institución, estructura organizacional, programas y proyectos, estamos respondiendo a las necesidades en forma apropiada.

1. Análisis de Contexto:

Es nuestra responsabilidad como líderes, tener un perfil claro de la época, el discernir los “signos de los tiempo”, es decir, entender las problemáticas fundamentales de nuestra generación y de las coyunturas (circunstancias, ocasiones, situaciones) temporales, el percibir las corriente de los pensamientos, filosofías e ideologías que están influenciando el mundo y a la propia iglesia. De auscultar algo del pasado inmediato o remoto de nuestras experiencias, ya que el presente no es sino el resultado del devenir de las creencias que se tienen, y prácticas que se ejercen sea en la iglesia o en la sociedad. El docetismo desencarnado es recurrente en la historia, y la ceguera autoimpuesta es algo común en una sociedad caracterizada por la alienación, la indiferencia o los fanatismos, que en última instancia es “falta de lucidez”. Por eso que el Señor nos recuerda en el Sermón del Monte, que somos la “sal y la luz del mundo”

a) Realidad, económica social y política

La iglesia no está ausente de estas realidades, que de una u otra manera está inmersa, activa o pasivamente. Pero que siendo fiel a su rol profético y pastoral, no puede ni debe ser absorbida por la desesperanza, por lo contrario debe ser instrumento de recuperación de la esperanza y confianza, ya que el Apóstol Pablo en su carta a los Corintios nos dice: “gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuiste enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; de tal manera que nada os falta en ningún don”

b) Realidad religiosa y espiritual externa

La iglesia evangélica debe preocuparse por la excesiva ramificación del “árbol genealógico” de las tradiciones, familias, y subfamilias de iglesias que casi llegan hasta las categorizaciones de ‘genotipo’, ‘especie’ y ‘subespecie’. Este hecho refleja la atomización excesiva, con rasgos

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