Ola K Ace
Enviado por • 15 de Octubre de 2014 • 579 Palabras (3 Páginas) • 333 Visitas
Más confuso que asombrado, Regino cierra la puerta.
Ella se quita el sombrero y deja que él la ayude a quitarse el ligero abrigo que lleva puesto. Con una sonrisa maternal dice:
-Veamos qué apariencia tiene mi muchacho; casi me había olvidado de su cara.
Lo toma por los hombros y lo sacude afectuosamente, le mira escudriñadora a los ojos, después toma su cabeza entre las manos, lo besa cordialmente y reclinándose en su pecho le dice con voz arrulladora:
-Te quiero tanto, mi vida, tanto, tanto. Antes nunca me di cuenta de lo mucho que te quería, nunca supe apreciar lo que vales y he cometido muchas tonterías en estos dos años, pero nunca es demasiado tarde para empezar de nuevo, me esforzaré por recompensarte.
Y volvió a cubrirle de besos.
El día siguiente por la noche, después de la cena, ella dijo:
-¿No te cansas de permanecer en casa todas las noches? Debo aburrirte mortalmente. ¿Por qué no sales un poco con tus amigos? Un hombre de negocios como tú debe cultivar sus relaciones con el mundo exterior. Es tonto que un hombre joven viva eternamente colgado a las faldas de su mujer. Anda, sal y diviértete. Te hará bien y refrescará tus ideas. Ve tranquilo, que yo te esperaré.
Mientras se vestía, se la quedó mirando y le dijo: -Tu madre debe ser una mujer admirable.
-¿Cómo dices? -preguntó no comprendiendo que él suponía a su madre responsable del cambio que se había operado en ella
-o ¿Mi madre admirable? Bueno, es lista, sí, pero creo que ahora se confía demasiado. Ya le pasará, dejemos que se divierta. ¿ Pero admirable? Tal vez; yo no podría asegurarlo. Para ser franca, no me gustaría que viniera a vivir con nosotros -titubeó un rato y agregó–: Bueno, ahora vete, porque quiero leer.
“En cualquier forma -dijo Regino para sí-, su madre le ha enseñado a portarse como una verdadera esposa, porque ¿quién más había de preocuparse por hacerla cambiar en esta forma?
Poco tiempo después, un domingo por la mañana, ella dijo enrojeciendo:
-Bueno, mi vida; creo que debemos preparamos para recibir a un nuevo miembro de la familia.
-¿Quién viene? -preguntó él inocentemente-. ¿Tu hermano Alberto, el teniente, o quién? Dime. Quienquiera que venga será bien recibido. ¿Quién es?
-No -dijo ella tratando de ocultar la cara- No se trata de eso-. Y sonriendo agregó-: Te equivocas, tonto, cabeza de chorlito. Me refiero a un nuevo miembro de nuestra familia, tuyo y mío.
Entonces comprendió. Hasta Adán hubiera comprendido mirando aquella cara encendida y sonriente.
Fué un niño. Su padre podía enorgullecerse de él y lo hacía. Se portaba como si nunca hubiera habido otro padre bajo el sol antes que él.
Durante
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