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PRIMERAS ARTESANÍAS


Enviado por   •  28 de Abril de 2013  •  1.148 Palabras (5 Páginas)  •  229 Visitas

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LAS PRIMERAS ARTESANÍAS

Sin embargo con esas pocas mujeres españolas que desde el comienzo o pocos años más tarde vinieron a compartir las vicisitudes de la adaptación – encabezadas por la enhiesta voluntad de Isabel de Guevara primero, de Doña Mencia la Adelantada luego – llegaron también a la tierra, si no las primeras manifestaciones del lujo – no tenían lugar para ellas las bravas cuanto abnegadas mujeres – por lo menos las naturales apetencias de comodidad, y mas tarde, en cuanto las circunstancias lo permitieran, de ornato doméstico. Donde esta la mujer está el hogar, y con el hogar el germen de todas las artesanías. Ya en 1541 llegan los primeros carpinteros y tallistas; ellos labraron los primeros muebles en las ricas maderas de la tierra: arcones, arquibancos, sillones, vargueños, modestamente ornados al principio con dentículos y detalles ojivales, de vago sabor feudal; muebles que con el tiempo enriquecerán su diseño, se harán menos pesados, se ornarán de relieves finamente compuestos, se completarán con el tapizado en damasco o en cuero, se adornarán con embutidos o taraceas de marfil o de nácar.

Los azares de la historia colonial no permitieron la rápida expansión de los afanes suntuarios, como más arriba se ha dicho: cuando en 1619 hubo que alhajar la casa de un nuevo gobernador, no se halló en toda Asunción un vecino que pudiera proporcionar la modesta mesa y las seis sillas necesarias para amueblar la sala...

En el recato de los modestos estrados de época aprendieron las hijas del conquistador – españolas o mestizas – los primores del encaje de Tenerife, que infuso de ritmos nativos derivó en el hermoso ñandutí, adornándose no sólo con el nombre indígena – que muestra cuán hondo caló en el espíritu de la tierra – sino también con variantes de eufónico nombre: Flor de arazá, ñandú, estrella, pajarito, pata de vaca, flor de maíz. Y hasta se aureoló de leyendas.

En lo que se refiere a la adopción del ñanduti, su aculturación y subsiguiente florecimiento colonial, es posible que hayan ejercido cierta influencia los talleres de Misiones, donde mujeres indias especialmente adiestradas confeccionaban y restauraban la ropa de altar y los ornamentos.

ALFARERÍA CERÁMICA

Las indias incorporadas al hogar colonial trabajaron las vasijas para los flamantes hogares, y la habilidad en la confección de las grandes urnas funerarias se traspasó sin esfuerzo a la de grandes orzas y tinajas necesarias para el servicio del europeo trasterrado. Se trasculturaron formas como las de los botijos y jarras (no hay prueba hasta ahora de que la forma botijo, corriente en la cultura del Tahuantisuyo, haya sido cultivada en la alfarería local prehispánica).

Un detalle curioso de la época colonial la constituye la ausencia total de una cerámica superior a la simple alfarería o de tiesto desnudo. En las Misiones parece haberse practicado una cerámica vidriada, aunque no la loza que algunos autores han supuesto, y que habría exigido una sabiduría técnica e instalaciones de las cuales no ha quedado rastro alguno documental. El grado más alto alcanzado por esta cerámica fue sin duda el del mencionado vidriado, obtenido a sal común o a plomo; posiblemente este último, según lo da a entender una fórmula transcripta ya en la época independiente, por Mariano A. Molas (12). Este barro vidriado adquiere siempre, en virtud del óxido de hierro que abunda en el barro, bellos tonos verdosos o rojizos, según el caso. Es de presumir se hubiese obtenido así la pila bautismal

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