Pastoral De Divorciados Vueltos A Casar.
Enviado por luisapetite • 25 de Febrero de 2013 • 766 Palabras (4 Páginas) • 519 Visitas
Pastoral de los Divorciados Vueltos a Casar.
El proceso de un divorcio, por lo general es muy doloroso, pues no solo se lleva los sueños de las personas de tener un matrimonio feliz, una familia unida y un hogar, sino que en consecuencia deja a los creyentes católicos divorciados en una situación muy incomoda, pues en el caso de volverse a casar, no pueden volver a comulgar. Esto debido a que ante los ojos de la Iglesia el vivir con otra persona diferente a la que se le prometió lealtad ante el altar es considerado adulterio. Este es un problema particularmente doloroso para las personas que viven en situaciones en las que son excluidas de la comunión eucarística y, naturalmente, para los sacerdotes que quieren ayudar a estas personas a amar a la Iglesia, a querer a Cristo.
Yo considero que es esta es una situación delicada, que implica mucha responsabilidad, amor y paciencia de los sacerdotes, para de esta manera hacerles saber a las personas divorciadas, que aunque no puedan recibir la comunión sacramental no están excluidos del amor de la Iglesia y del amor de Cristo. Una Eucaristía sin la comunión ciertamente no es completa, falta algo esencial. Sin embargo, pero también es verdad que participar en la Eucaristía sin comunión eucarística no es igual a nada, implica estar siempre comprometido con el misterio de la Cruz y de la resurrección de Cristo. Es buscar conservar la participación en el gran sacramento en su dimensión espiritual, aunque no estrictamente sacramental.
Como mencionamos anteriormente, los divorciados vueltos a casar, son un ejemplo de aquellos que no deben ser admitidos a la sagrada comunión, no porque estén excomulgados, sino por que persisten en un pecado grave, como el adulterio. Esta postura también se recoge en la encíclica Familiaris Consortio, 84. Tampoco deben ser admitidos los excomulgados y aquellos que están en entredicho después de la imposición y declaración de la pena.
Quienes están en pecado grave o quienes creen que lo están no pueden celebrar la Misa ni comulgar del Cuerpo de Cristo mientras no acudan a la confesión sacramental, según el canon 916.
Otra manera de ver esta condición y lograr empatía con los divorciados es pensando que la comunión es el sacramento de la Pasión de Cristo, el Cristo doliente abraza de modo particular a estas personas que han pasado por dolor y sufrimiento y se comunica con ellas de otro modo; pueden sentirse así abrazadas por el Señor crucificado que cae a tierra y muere y sufre por ellos, con ellos.
Esto me parece importante, como es importante que el párroco y la comunidad parroquial hagan comprender a estas personas que, por una parte, se tiene que respetar el carácter indivisible del sacramento y, por otra parte, estas mismas personas que han pasado por tanto dolor también son aceptadas, aunque no en la dimensión sacramental.
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