Pensadores Reacionalistas
Enviado por pepa1991 • 11 de Noviembre de 2014 • 502 Palabras (3 Páginas) • 246 Visitas
El XVII es el siglo de los grandes pensadores racionalistas (Descartes,
Malebranche, Spinoza, Leibniz) y empiristas (Hobbes, Locke, Berkeley, Hume) que
desembocará en los movimientos críticos del siglo XVIII: la ilustración dieciochesca. La
ilustración contará con la sombra del gigante I. Kant, que llevaría a cabo la ingente obra de transvasar los contenidos de la religión a los límites de la mera razón. Junto con la obra
histórico-crítica de Lessing prepara el camino al reduccionismo idealista alemán que
alcanza su cumbre en la obra del no menos gigantesco pensamiento de Hegel que subsumiría la religión, como etapa previa del definitivo acceso del espíritu a la
autoconciencia en la filosofía. Todas estas corrientes confluirán en la feroz crítica radical,
externa, reductivista, de la religión, durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del
XX. Estas críticas radicales, que se basan en la subsunción de la religión en la filosofía por
Vivimos en un
“mundo mundano”, autónomo. Y en la ausencia de dimensión religiosa consiste la
Discutida secularidad de ésta época. La fe religiosa puede ciertamente superar esta
ausencia, pero su vivencia se ha hecho más difícil. Aunque no se experimente en esta
época un “darse” de Dios que impacte el interior del hombre, no puede dudarse de que la
ausencia de experiencia religiosa constituye ella misma, precisamente, una experiencia,
aunque negativa y frecuentemente inadvertida. Y como tal experiencia negativa, sólo es
posible en relación y referencia a una experiencia positiva. De no ser así, no podríamos
hablar de “falta de experiencia” ni de “ausencia de Dios”. En efecto, ¿no está nuestra época
habitada por algo semejante a una necesidad de Dios, un deseo, una secreta búsqueda e
interés, una nostalgia respecto del problema religioso? Sobre este fondo es posible afirmar
que la ausencia de experiencia constituye ella en sí misma una experiencia. Pues dicha
ausencia es “explícitamente advertida”. No es posible obviar el hecho de que en la
actualidad se piensa, se habla y escribe acerca de la experiencia religiosa como “echada de
menos”, del deseo de esa experiencia. Y ello indica que nos falta esa experiencia auténtica,
que se ve sustituida por diversos “sucedáneos” que pueblan un auténtico “mercado de
espiritualidad alternativa” que no acaba de dar respuesta a la nostalgia de auténtica
experiencia religiosa. Ésta es, por consiguiente, una “experiencia de la ausencia de
experiencia” que se asemeja a una cierta “nada”: la experiencia de no experimentar nada
sagrado, donde se hunden las raíces de la realidad. Por eso es semejante a la experiencia de
una cierta “nihilidad”.
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