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¿Qué es el perdón?


Enviado por   •  23 de Mayo de 2016  •  Documentos de Investigación  •  2.319 Palabras (10 Páginas)  •  233 Visitas

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EL PERDÓN

INTRODUCCIÓN

        A veces cuando transitamos a lo largo de la vida lejos de la cobertura de Dios, hacemos cosas que nos llevan a un arrepentimiento, pero que aún nos condenan y no sabemos como lidiar con eso. Como también hay cosas que nos hicieron que nos hacen tener ese sentimiento de culpa, vergüenza, odio, rencor y resentimiento. Pero así como Dios aceptó tu arrepentimiento y te dio su perdón, él también quiere que tú hoy dejes de juzgarte y condenarte y aceptes su perdón, como también que aprendas a dejar de juzgar y de condenar a los demás, decidiendo perdonar. Es por eso que hoy quiero hablarte del perdón.

¿Qué es el perdón?

        Es el acto de dejar ir o soltar la ofensa que se ha recibido de una persona. El perdón no es un sentimiento ni una emoción, el perdón es una decisión. El perdonar no significa olvidar, pero si superar. Es como el amor, si tú decides a quien amar, también puedes decidir a quien perdonar. (Explicar la historia de los dos deudores) Mateo 18:21-35. Esta historia quiere decir, que todo aquel que ha sido perdonado está llamado a perdonar y a pedir perdón. Si Dios nos perdonó y nos sigue perdonando aún ¿quiénes somos nosotros para no hacerlo?

        Dios en su palabra nos manda a perdonarnos los unos a los otros, esto quiere decir, que el raro concepto de que no todo se perdona es completamente errado. No hay condiciones para no perdonar, como tampoco excusas para no hacerlo. El perdón debe ser un estilo de vida y no practicarse una vez cada año. ¿Por qué? Porque las ofensas SIEMPRE estarán y para ello es necesario perdonar SIEMPRE.

        

Somos esclavos de lo que no perdonamos

        Y ahora tú me dirás “aja es muy fácil decir que debo perdonar, pero lo difícil es hacerlo ¿Cómo hago?”. Sí, realmente no es fácil y Jesucristo no dice en ningún lado de su palabra que será algo sencillo, pero alguna vez en nuestras vidas hemos escuchado que Dios no nos da carga que no podamos soportar, así sucede con el perdón, Dios no nos mandará a perdonar si no sabe que seremos lo suficientemente valientes como para hacerlo. En el mundo tendremos aflicción pero confíen porque Yo he vencido al mundo.

        Cuando no perdonamos y guardamos ese rencor en nuestro corazón somos esclavos de esa persona. A veces pensamos que el no perdonar es de fuertes, incluso cuando decides no perdonar te sientes orgulloso de no hacerlo, pero la verdad es que la falta de perdón te debilita a ser una persona que ya no vive sino para tener rencor y amargura en su corazón.

[pic 1]  Aquí vemos una imagen donde ejemplifica claramente lo que muchas veces pensamos cuando no perdonamos. Tenemos el concepto errado que cuando no perdonamos tenemos a esa persona rendida a nuestros pies, y nosotros somos los que tenemos el control de la situación y los que estamos dándonos nuestro lugar. Pero eso es una vil mentira, porque cuando no perdonamos los que estamos de rodillas y siendo esclavos somos nosotros.

        Esclavo es aquella persona que es dominada por otra, la cual puede hacer con ella lo que desee. Y quizás tú digas “Pero esa persona no está conmigo, no está cerca de mí para tenerme como esclavo”. Y es que no necesariamente debes tener a esa persona cerca para ser su esclavo, con el simple hecho de no poder o no querer superar lo ocurrido y vivir atado al pensamiento y al rencor, ya te hace esclavo de esa persona. Tu mente y tu corazón los domina esa falta de perdón y por ende estás bajo el dominio de esa persona.

 ¿Por qué decidimos no perdonar?

        Porque si lo hacemos pensamos que estamos haciéndole un favor a la otra persona “yo no le pienso dar el gusto”, eso es lo que mayormente pensamos. Pero esto es totalmente falso, el favor nos lo hacemos nosotros, así que hazte un favor y perdona.

        El no perdonar es como pretender que la otra persona se muera ahorcado pero la soga te la estas poniendo tú. Quieres que tu ofensor se muera envenenado pero el veneno te lo estas tomando tú.

        Hay veces donde estamos tan firmes en la decisión de no perdonar y estamos totalmente negados a hacerlo, pero la otra persona esta fingiendo demencia, quizás está muy feliz de la vida y el amargado eres tú. Otras veces llegamos a decir “que lo perdone Dios”, y por un momento imaginemos que es así, Dios lo perdona y esa persona es libre pero ¿y tú? ¿Qué hay de tu libertad?

¿Cómo entra la ofensa en nuestro corazón?

Por algo que se nos fue quitado, un abuso sexual, una traición, alguien habló mal de nosotros, una promesa no cumplida, un saludo que nos negó alguien. Hay ofensas que son legítimas, como por ejemplo un abuso sexual. Ahí es cuando Satanás aprovecha para hacerte sentir que no debes perdonar porque lo que te hicieron fue injusto, y es así como él va poniendo pensamientos en nuestra mente que nos lleva a decir “no puedo perdonar, porque lo que me hicieron fue muy doloroso y yo no lo merecía” y si, puede que no lo merecías pero el que estés legítimamente ofendido eso no te da el derecho ni la justificación de no perdonar.

Algo muy importante que debemos entender es que Satanás no se enfoca en la ofensa, sino en el pensamiento que tengamos de ésta. Por ejemplo, alguien puede decirte que eres gorda y tu actitud puede ser “no me importa sé que soy hermosa gorda o flaca” o “tiene razón, soy gorda, fea, nadie me va a querer así” y comienzas a alojar esa ofensa en tu mente, para luego guardarla en tu corazón y dejar que domine tus emociones, pensamientos y acciones. Es por eso que lo que nos mantiene atados a la falta de perdón son los pensamientos continuos (no puedo perdonar, me duele mucho, fue injusto) que luego se convierten en fortalezas mentales, haciendo que crees muros en tu vida  llamados: rencor, odio, deseos de venganza, etc.

La raíz hoy en día de la falta de perdón que hay en los corazones de las personas son las expectativas tan altas que tenemos de los demás. ¿Por qué? Porque cuando esperamos demasiado de las personas y no nos lo dan es allí donde nos sentimos ofendidos y crea esa amargura en nuestro interior. Es por eso que necesitamos entender que nuestras necesidades de aprobación, aceptación y significado que buscamos en las personas solo podrán ser saciadas en Dios. ¿Cómo una persona podrá satisfacer nuestras necesidades si quizás ella también las tenga?

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