Rafael García Herreros Cerrar Los Ojos

Todos debemos diariamente reencontrar nuestra existencia y descubrir nuestro

secreto. Para esto es necesario entrar dentro de nosotros mismos y cerrar los

ojos.

Cerrar los ojos para verlo todo. Los ojos abiertos ven muy poco. Nuestro mundo

grande es invisible y se ve con los ojos cerrados Los ojos abiertos dispersan la

atención, los ojos cerrados la concentran. Con los ojos abiertos, no se ve la

significación de las cosas, su proyección eterna.

No se trata de una invitación a soñar. El sueño es una evasión, una huida de

nosotros mismos.

La concentración nos hace entrar en nuestra propia verdad, Sin ese

concentrarnos, no podemos organizar nuestra vida. Sólo tendremos que

soportarla.

Muchas veces obedecemos a impulsos, a reacciones; ¿pero somos dueños de

nosotros mismos? Meditar un rato es una ascensión, una purificación. En el

espacio dedicado al silencio interior, enderezamos nuestros afectos, orientamos

nuestros deseos, refrenamos nuestras ambiciones, y todo se ilumina.

Sin un rato de silencio, todo sería confuso.

Si meditamos diariamente un rato, nos daremos cuenta de la misión que tenemos.

Con la gente, con el público.

Nosotros nos usamos, nos gastamos. Con Dios nos rehacemos. Todas las cosas,

si las miramos a la luz de Dios, son firmes y rotundas, pero en sí mismas en lo

divino; todas las cosas son fugitivas y caducas.

Un rato de silencio diario nos descubre el misterio que ocultan las cosas. Nos

hacen descubrir a Dios, que se halla encubierto en todo.

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