Realizador de eutopía

     Del documento “realizador de utopía”, del padre Rafael García-Herreros, elegí tres frases contundentes que me llamaron la atención, así:

a) “El divino placer de dar se presenta como el coco: duro en su corteza casi inquebrantable, pero por dentro es blanco y suave y tiene un néctar divino.”;

b) “Y este sueño no es utopía, como no ha sido una utopía vuestra caridad.   Es una empresa que vamos realizando únicamente con la seguridad que da la confianza en Dios”; y

c) “El mundo va hacia la igualdad, pero no una igualdad por lo bajo, sino por lo alto: que todos vivamos muy bien, que todos logremos un alto nivel.  Si todos los pudientes me ayudaran, haríamos una cosa maravillosa. Una cosa que se pudiera llamar el milagro social.”

     Ellas aportan a mi proyecto de vida y a mi labor en El Minuto de Dios una función muy importante, como lo es transmitir todos mis conocimientos y experiencia como profesional en el área del derecho laboral a todos los estudiantes y profesionales que se incorporarán al mundo laboral como trabajadores o empleadores, como también, sembrar en ellos la iniciativa de ser líderes de la transformación y evolución de la legislación laboral y que promuevan este cambio social que tanto necesitamos.

     El trabajo ocupa un lugar fundamental en nuestras vidas, necesitamos de él para subsistir y tener una vida digna, satisfacer nuestras necesidades y la del núcleo familiar, además, el trabajo es un mecanismo que utilizamos para relacionarnos con los demás, hoy en día el trabajo está pasando por una etapa de crisis, esto, debido a las mismas políticas locales y nacionales, a los cambios sociales, culturales y económicos que han  afectado a todos los sectores de la actividad económica y a todos los países, es una incertidumbre que día a día viven los empleadores y a su vez los trabajadores, pero, algunos empresarios aprovechan esta situación para mal pagar a sus trabajadores y desdibujar el derecho al trabajo, empleando mano de obra barata y bajo figuras jurídicas que vulneran los derechos mínimos fundamentales del trabajo, despiden sin justas causas y cierran posibilidades a las personas de mejorar las condiciones de vida y de trabajo.

     De otra parte, la globalización, apertura económica y los procesos de modernización que ha venido enfrentando nuestro país, ha hecho que el empresario se enfoque únicamente en el factor económico y su propio bienestar, por lo que considera a sus trabajadores como un mero factor de producción (una mercancía), olvidando así el significado individual, familiar, comunitario y nacional del trabajo del ser humano.

     Por lo anterior, es que debemos reaccionar, los jóvenes y futuros profesionales deben cambiar este esquema, no callar, no aceptar condiciones laborales precarias, donde se enriquezca el más adinerado y se siga empobreciendo el más necesitado, la época de la esclavitud ya pasó, estamos en el siglo XXI, debemos reaccionar a la falta de trabajo, a la calidad del trabajo, a la voz en el trabajo, a la discriminación continua por razón de género, sexo o religión, queremos un trabajo decente, con oportunidades e ingresos, con respeto a nuestros derechos, un trabajo donde nos permitan participación y reconocimiento, estabilidad familiar y desarrollo personal, y justicia e igualdad de género.

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