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Reconciliacion Para Los Divorciados


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2012  •  6.282 Palabras (26 Páginas)  •  460 Visitas

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PAUL DE CLERCK

LA RECONCILIACIÓN PARA LOS FIELES

DIVORCIADOS

VUELTOS A CASAR

La situación de los fieles divorciados y vueltos a casar es dolorosa y, en cierta manera,

incongruente: por una parte, se les considera “fieles”; por otra, se les priva del acceso

a los sacramentos, en especial el de la eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana.

Es loable la insistencia de la Iglesia en la indisolubilidad del matrimonio. Sin embargo,

una comprensión más “personalista” de este sacramento y el acompañamiento a

hombres y mujeres que han sufrido el drama del fracaso de su matrimonio e intentan

rehacer su vida en otra unión conyugal parece imponer la necesidad de una solución

más de acorde con el “Evangelio de la misericordia”. He aquí lo que se propone el

autor de este artículo.

La réconciliation pour les fidèles divorcés remariés, Revue théologique de Louvain 32

(2001) 321-352

Los documentos del magisterio referentes a los divorciados vueltos a casar se han

multiplicado en los últimos tiempos. En diversas intervenciones, las autoridades

reafirman con fuerza que la Iglesia católica, en este dominio como en todos los otros, no

hace más que seguir la ley de Cristo. “La Iglesia no tiene poder para pronunciarse contra

esta disposición de la sabiduría divina” (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1640).

Numerosos cristianos, comprometidos o no en un segundo matrimonio, no lo

comprenden y piensan que la Iglesia, en este terreno, se aleja del Evangelio de la

misericordia.

La situación de los divorciados casados de nuevo, además del sufrimiento que les crea,

es una cruz para la Iglesia, al menos en los países occidentales donde el matrimonio ha

evolucionado tanto, y donde el divorcio alcanza proporciones inquietantes. Un número

muy elevado de personas fracasan en su matrimonio y se divorcian. Si son católicos y se

casan de nuevo civilmente, ven prohibido el acceso a los sacramentos. Tal es la

disciplina actual de la Iglesia católica.

El problema ha llegado a ser muy importante teológicamente y muy generalizado

pastoralmente, para que se continúe preconizando la simpatía para con los divorciados

vueltos a casar, recordando que siguen siendo miembros de la Iglesia (el magisterio

siempre les llama “fieles divorciados vueltos a casar”), invitándoles calurosamente a

tomar parte en la vida eclesial, para luego mantenerlos apartados de la fuente eucarística

de la vida cristiana. A quienes se encuentran es esta situación, les es difícil vivir así.

La intención no es cuestionar la interpretación de los textos bíblicos. No se trata de

poner en duda la indisolubilidad del matrimonio, o de minar la confianza de las parejas

cristianas unidas según los valores del Evangelio y dichosas de crecer en la fidelidad

dada. Este ensayo pretende buscar cómo salir de la situación inextricable, creada por el

aumento creciente del número de divorcios, ante una legislación canónica, que

permanece invariable. El segundo matrimonio de los fieles divorciados es el único caso

en el que la reconciliación sacramental no es posible.

PAUL DE CLERCK

Este artículo analizará la disciplina de la Iglesia católica en este tema, para captar sus

dinamismos. Luego se estudiarán las insatisfacciones provocadas por el estado actual de

las cosas, sobre todo dos: la concepción del matrimonio y la ausencia habitual del

recurso al sacramento de la reconc iliación. Esclarecidos estos dos puntos, se propondrá

una camino de solución.

LA DISCIPLINA DE LA IGLESIA CATÓLICA Y SU LÓGICA

La disciplina de la Iglesia católica respecto a los fieles divorciados vueltos a casar se

funda en la doctrina del matrimonio considerada como indisoluble en virtud de la

interpretación que ella hace de los textos bíblicos (Mc 10,1-12 par.;1Co 7,11). No se

toma en consideración la eventual excepción prevista por el famoso inciso mateano

(5,32).

Esta doctrina se comprende no sólo como un imperativo moral (el vínculo conyugal no

se debe romper), sino también como una ley canónica (ni puede hacerse). El canon 1141

se expresa así: “El matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún

poder humano, ni por ninguna causa fuera de la muerte”.

Entraña, por tanto, una doble indisolubilidad: la intrínseca y la extrínseca. La primera

significa que un matrimonio válido no puede ser roto por los propios cónyuges. Pueden

separarse: los cánones 1151-1155 lo prevén, pero la “separación de cuerpos” no implica

la ruptura del vínculo matrimonial. Y aquí se da una de las paradojas de la situación

actual: aunque los documentos magisteriales hablan constantemente de los “divorciados

vueltos a casar”, la Iglesia católica no conoce el divorcio, y menos aún el segundo

matrimonio (salvo en caso de muerte del primer cónyuge). Son términos que deben

entenderse desde el derecho civil.

La indisolubilidad extrínseca quiere decir que ninguna instancia exterior a los cónyuges

puede romper válidamente su ma trimonio rato y consumado. Salvo casos particulares y

raros (cánones 1141-1150), la Iglesia no se reconoce con el derecho de separar a los que

Dios ha unido. Nunca anula un matrimonio válido. No conoce la anulación del

matrimonio, aunque sí un procedimiento de declaración de nulidad, que consiste en

reconocer que, en derecho, tal matrimonio nunca se ratificó válidamente, en función de

exigencias objetivas y subjetivas del compromiso matrimonial, tal como la Iglesia lo

concibe.

La disciplina de la Iglesia católica difiere de la de otras comunidades cristianas. La

Iglesia ortodoxa, que participa de la misma comprensión teológica del matrimonio,

permite, sin embargo, celebrar un segundo matrimonio (incluso un tercero), por el

“Oficio de segundas nupcias”, que comporta acentos penitenciales (a causa del primer

vínculo, roto). Y lo hace no "según la acribía", en virtud de la cual reprueba la ruptura

del primer matrimonio, sino según “la economía”, es decir, teniendo en cuenta la

realidad del fin del primer vínculo1.

1 "Acribía" es una palabra griega que significa exactitud. La "economía", en este caso, hace referencia a la

economía salvífica, es decir, a la acción de Dios para

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