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Soteriología


Enviado por   •  15 de Agosto de 2014  •  Tutorial  •  6.208 Palabras (25 Páginas)  •  270 Visitas

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Soteriología

Con este nombre -etimológicamente derivado del griego soteria, salvación- se designa corrientemente en los manuales de Teología, a partir de finales del s. xviII, la parte de esta ciencia cuyo objeto son las acciones y modos con que Cristo ha efectuado nuestra salvación (v.). Se diferencia de otros tratados teológicos afines: la Cristología (v.), que estudia el ser y la persona de Cristo en sí mismo; tratados sobre la Gracia (v.), la Iglesia (v.), los Sacramentos (v.) y los Novísimos (v. ESCATOLOGÍA), donde se estudian tanto los efectos de la acción salvadora de Cristo, la justificación del hombre en la historia y en la consumación final, en la Parusía, como los medios a través de los cuales esa acción se ejerce.

Dos son los cometidos principales de la teología especulativa: analizar y procurar entender racionalmente el dato revelado, y ordenar el resultado de este trabajo en una síntesis armónica. Fruto de la primera tarea teológica son las ideas y conceptos, de la segunda los sistemas y su exposición orgánica. Estudiaremos el tema trazando un panorama de la evolución histórica de la S., para concluir con algunas observaciones finales.

1. Punto de partida. Aunque para una exposición de la materia remitimos a las voces REDENCIÓN y SALVACIóN, es necesario, pues sin ello no se comprendería el proceso que vamos a estudiar, recordar en síntesis la esencia de los datos revelados, tal cual se contienen en la Revelación. Dios decide desde la eternidad salvar a la humanidad caída, mediante el Verbo encarnado (v. JESUCRISTO 1-III). Esta salvación consiste en una liberación del pecado -original y personales- y de sus consecuencias y en una correlativa santificación del hombre. Implica, en esta vida, una parcial liberación de la ignorancia, de la concupiscencia y debilidad de la voluntad mediante la gracia (v.), y se consuma definitivamente con la liberación de la muerte corporal y restablecimiento del orden cósmico violado por la culpa, en la resurrección de la carne y juicio final. Cristo realiza esta obra con todas las acciones de su vida, Pasión, Muerte-Resurrección, Realeza celeste, Parusía. Particular relieve concede el N. T. al misterio de la Cruz, sacrificio expiatorio en favor de la humanidad pecadora, cual redención o rescate de la esclavitud del pecado, demonio, ley, etc.

Estas verdades y hechos, a las que se ha de añadir la doctrina de la misteriosa incorporación de la humanidad a Cristo, son descritas por los autores inspirados del N. T., adquiriendo diversos relieves conforme a los propósitos de cada uno. Así destaca en S. Juan la doctrina de la divinización, en diversas cartas de S. Pablo y en los Evangelios llamados Sinópticos la del perdón del pecado, en la Epístola a los Hebreos la del sacrificio expiatorio. Como síntesis de todos ellos podemos mencionar las fórmulas y símbolos de fe, que a partir de la aserción de la realeza salvífica de Cristo («Jesús es el Kyrios»: 1 Cor 12,3; Philp 2,11) y de la fórmula bautismal trinitaria (Mt 28,19) evolucionan hasta las fórmulas del Credo NicenoConstantinopolitano y el Atanasiano (v. FE II), dando mayor o menor extensión a las partes teológica, cristológica, neumatológica y eclesiológica según las diversas circunstancias históricas.

2. Los Padres de la Iglesia. Dado que el misterio de la Redención apenas fue atacado por las herejías, las catequesis, tratados dogmáticos y homiléticos de los Padres nos transmiten sus fórmulas, pero sin detenerse mucho en su explicitación y desarrollo. Antes bien, parten de ese misterio, como de lugar seguro, para fundamentar la Cristología, es decir, para confirmar y argumentar sobre la divinidad de Cristo. No obstante, pueden distinguirse dos direcciones complementarias: la griega, que comenta sobre todo la importancia salvífica de la Encarnación y Resurrección, entendiendo la salvación preferentemente como divinización, y la latina, que se fija especialmente en el papel de la Pasión y la Muerte y su valor de redención y liberación del pecado.

Fue S. Ireneo (Adversus Haereses, fines del s. ii) quien intentó por vez primera una síntesis doctrinal organizando los datos revelados en torno a las ideas de Cristo, nuevo Adán, y de la recapitulación. Los Padres latinos analizaron poco a poco el concepto del mérito (v.) y, a partir de S. Hilario de Poitiers y S. Ambrosio (s. iv), el de satisfacción, y en consecuencia la consideración del pecado como deuda ante Dios. Suele explicarse la salvación como obra de re-creación, de restauración, y la acción de Cristo como expiación de la culpa por vía de sustitución. Muchos autores dan relieve, a veces con exageración, a la teoría, más bien metafórica, del rescate pagado al diablo. Una síntesis lograda del acervo común se encuentra en S. Juan Damasceno (s. vil-vIIi, De fide orthodoxa, lib. III, cap. 27; lib. IV, cap. 4 y 13: PG 94, 1095-98, 1107-10 y 1135-38). Intentos de relacionar la Redención con los demás temas de la dogmática se encuentran en S. Atanasio (De Inc. Verbi, ca. 365), S. Gregorio Niseno (Magna Catechesis, ca. 385), S. Agustín (Enchiridion, 421; De peccatorum meritis et remissione, 412). Por otra parte, la reacción frente a la herejía de Pelagio (v.), para quien la Redención era más bien sólo un buen ejemplo, también contribuyó al estudio de temas soteriológicos.

3. La Alta Escolástica. En tanto los teólogos griegos continúan explicando la teoría de la divinización (tenemos una síntesis tardía en La vida en Cristo, de Cabasilas, s. xIv), los latinos cultivan la doctrina de la satisfacción, que la Escolástica la asume como motivo predominante. S. Anselmo (v.) da la pauta y señala el punto de partida en su Cur Deus homo (1098). Movido por la intención apologética de mostrar racionalmente al pagano la verdad de la encarnación y muerte del Verbo, analiza las razones que la hacen moralmente necesaria; partiendo de considerar el pecado cual ofensa de Dios, y ayudándose de conceptos propios del derecho germánico, consigue dos efectos de interés para la S. posterior: centra el tema redentivo en la muerte de Cruz, dejando a un lado sus demás aspectos, y explica el valor de ésta como satisfacción de la ofensa inferida a Dios por la culpa, principalmente la original.

S. Anselmo critica válidamente la teoría de los derechos del demonio. En esta crítica le acompaña Abelardo (v.), que se sitúa en un polo opuesto cuando, por su mentalidad racionalista, niega, no sólo que la muerte de Cristo pueda considerarse necesaria, sino que posea valor expiatorio o satisfactorio; le reconoce sólo el valor de buen ejemplo e incitación al amor (Com. ad Rom., ca. 1125). Abelardo fue vivamente criticado por S. Bernardo y condenado en el Conc. de Sens (1140), contando con pocos seguidores.

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