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Testimonio: Una Experiencia De Baile En La Iglesia Mormona


Enviado por   •  8 de Abril de 2013  •  2.165 Palabras (9 Páginas)  •  407 Visitas

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“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la

sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No

sirve más para nada, sino para ser echada

fuera y hollada por los hombres.”

Mateo 5:13

Quiero comenzar contando sobre una película titulada “La sal de la tierra” que vi hace un par de años cuando estudiaba mi carrera de Psicólogo; en ella las protagonistas: Esperanza y otras mujeres, habitantes de un condado llamado Nuevo México, en EUA, eran presas de la injusticia y la discriminación que existía hacia los inmigrantes mexicanos, por ahí de la década de 1950. Vivían deseando una calidad de vida mejor, para ellas y sus familias, traducido en servicios sanitarios como drenaje y agua potable en sus casas, justo como lo disponían los habitantes “anglos” de la misma zona.

La situación era difícil pues sus maridos, quienes trabajaban en la mina de Zinc del lugar, hartos del maltrato y la desigualdad, deciden irse a huelga y crear “piquetes” o manifestaciones, pidiendo de igual manera que sus mujeres, mejores condiciones de trabajo. Pero los dueños de la Incorporación que explotaba la mina, tomaron medidas para amedrentar y aplacar a los trabajadores, golpeando a los líderes del sindicato, hasta que consiguen órdenes judiciales que prohibían las manifestaciones, así quienes se atrevieran a desobedecer, serían arrestados y multados.

Esta crisis les deja sin aliento, no sabían qué hacer, eran tantos meses de pelea como para abandonarla, pero todo apuntaba a resignarse y perder la batalla. Ningún minero debía desacatar la orden judicial si no quería ser encarcelado; la otra opción era rendirse y seguir trabajando bajo las mismas condiciones de antes. Se sentían perdidos… Hasta que ellas, después de haber ganado poco a poco terreno en la lucha, en un inicio llevando café y tacos calientes a sus esposos, y después convertirse en la “Sección auxiliar femenina” del sindicato, fue que pusieron en marcha un plan bastante arriesgado, pero al parecer la mejor de las alternativas: en él serían ellas quienes marcharían en los “piquetes”, al fin y al cabo que la orden estaba dirigida a los mineros, no a sus esposas.

Una escena en particular llama mucho mi atención, pues Ramón, uno de los líderes del sindicato de trabajadores de la mina prohíbe a su esposa, Esperanza, intervenir en los asuntos de los mineros participando en las manifestaciones, así como lo hacían las demás mujeres que tomaban el lugar de sus maridos pa’ que no fueran arrestados por la disposición oficial que los altos jefes habían conseguido con una orden juducial; esto a él le parecía bastante vergonzoso. Hasta que un día, el sheriff y sus ayudantes, deciden atemorizarlas abriendo fuego y tirando balazos al aire para ahuyentarlas, cuando ellas estaban manifestándose en las filas haciendo círculos con pancartas en mano. De inmediato, la mayoría de ellas se lanzaron sobre sus esposos furiosos pa’ impedirles que intervinieran al tratar de defenderlas y fueran arrestados, mientras otras pocas se abalanzan sobre el mandatario y secuaces tratando a la vez de arrebatarle el revólver que intentaba seguir disparando. Esperanza se ve exasperada, con su recién nacido en brazos, al mismo tiempo que mira el alboroto, ella quería estar allí en medio de todo para ayudar a las demás a evitar el abuso al que querían someterlas.

De pronto, como si un instinto la dominara, ella corre a poner en brazos de su marido al bebé y se aproxima a sus demás compañeras, quitándose uno de los zapatos mientras se dirige al Sheriff forcejeando con las demás; y ¡Zas! De un taconazo en el puño, le obliga a soltar la pistola que sostiene y salir despavorido junto con los suyos, al ver con cuánta fuerza las mujeres juntas, que parecían débiles y fáciles de ahuyentar cual gallinas, se defendían con tanta resolución… Su hijo emocionado, voltea a ver a su papá y le dice: ¿Viste cómo le arrebató mamá el revólver al Sheriff?

Me gustaría contar lo emocionante que resulta el proceso de cómo poco a poco fueron volviéndose una sociedad cada vez más fuerte; un grupo de mujeres que de principio hacían sólo de compañía a sus maridos y que finalmente, fue gracias a su astucia que juntos ganaron la batalla contra los abusos que padecían por su raza y condición social, principalmente.

Pero en esta ocasión me gustaría retomar un mensaje en especial tanto de la escritura, como del ejemplo del filme. Tiene que ver con aquello que pude percatarme de último, cuando tuve la oportunidad de convivir con un grupo de mujeres pertenecientes a “La Sociedad del Socorro” de este barrio. Cierto es que fue poco el tiempo que logré ver a mi madre interactuar con la sociedad de su propio barrio y poco el que he podido ver en la figura femenina más cercana en mi casa que es mi cuñada, por lo que mi conocimiento al respecto es escaso. Pero creo que ahora después de esta experiencia, ha habido un cambio en cuanto a mi perspectiva al mirar esta organización.

Como algunos saben, soy maestro de baile, no uno profesional como yo desearía, mi condición física me pone algunas trabas, pero sí de mucho corazón, a veces la actitud hace más de lo que se puede necesitar. Tuve el placer de ser invitado por este grupo de mujeres a conducirles en la puesta de un baile pa’ festejarle a los padres de su barrio. Por supuesto que acepté, casi no había tenido la ocasión de montar una coreografía, ni a un grupo y menos aún de puras mujeres. No sería tan fácil como parecía, pero yo tomé mis precauciones y busqué a mis profesores de la primer academia donde comencé a aprender esta nueva vocación mía. Mi maestro me dijo que todo saldría bien y ofreció su apoyo en asesorarme, incluso añadió: “si logras hacerlo bien, te tendré en cuanta pa’ asistirme en el montaje de los bailes que hago en ciertas competiciones.” Eso significaba, poder subir de nivel, dejar de ser instructor de cursos básicos y algunas clases particulares solamente.

Había que hacer algo fácil para ellas, pero que les hiciera lucir, un baile digno que sirviera de regalo para los padres y a la vez que me diera chance de hacer algo nuevo pa’ mi progreso personal. El reto estaba ahí, sólo había que tomar ciertas decisiones entre ellas, saber qué y quienes harían qué… ¡Uf! Fue un poco difícil, en las primeras

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