Vida Espiritual

1-Resumen: Creo en el Espíritu Santo.

Dios ama a todos sus hijos, por ello envió a su hijo amado y con él su espíritu, los cuales son inseparables. Cristo derramó su espíritu santo a plenitud sobre los apóstoles y la iglesia, con ello construye, anima y santifica a la iglesia.

La iglesia significa convocación, conformada por el pueblo de Dios que se convierten en el cuerpo de cristo, esta es a la vez camino y término del designio de Dios, en este mundo es el sacramento de la salvación, el signo y el instrumento de la comunión con Dios y entre los hombres.

Cristo entregó su vida por nuestra salvación, para lavar con su sangre nuestros pecados, ahora depende de nosotros conformar una sola familia y un único pueblo de Dios, por la Fé y el Bautismo. Así toda la iglesia aparece como el pueblo unido por la unidad del Padre del Hijo y del Espíritu Santo.

La iglesia anuncia la totalidad de la Fé, administra la plenitud de los medios de salvación, es enviada a todos los pueblos, se dirige a todos los hombres, abarca a todos los tiempos, es por naturaleza misionera.

El Bautismo es el primero y principal sacramento para el perdón de los pecados; nos une a Cristo muerto y resucitado, y nos da el espíritu santo, como consecuencia del pecado original, el hombre debe sufrir la muerte corporal, de la cual se habría liberado sino hubiera pecado, Jesús sufrió libremente el dolor de la muerte, abriendo así a todos los hombres la posibilidad de la salvación, todos debemos valorar el sacrificio que hizo Jesús por nosotros, buscar nuestra salvación porque siguiendo las enseñanzas de Cristo, la iglesia advierte a los fieles, de la triste y lamentable realidad de la muerte eterna, llamada también “infierno”, esta es la separación eterna de Dios en quien solamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para la cual fue creado y a la que aspira obtener, por ello la iglesia ruega para que nadie se pierda porque Dios quiere que todos los hombres se salven y al fin de los tiempos los justos reinaran con Cristo para siempre, glorificados en cuerpo y alma, porque Dios será entonces “todo en todos”. Amén.

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