Bucear en la Deep Web

¿Qué es internet?”, nos preguntan. Y nuestra mente visualiza páginas web de medios de comunicación, portales de organismos gubernamentales, tiendas online, Facebook, Twitter, nuestro servidor de correo… Todos esos sitios, repletos de banners publicitarios abigarrados, que visitamos a diario en la redacción mientras el director piensa que estamos trabajando y a los que accedemos a través de sencillos enlaces directos o buscando palabras relacionadas en Google. La respuesta a la pregunta sería válida, pero terriblemente incompleta: internet es todo eso, sí, pero en sus entrañas esconde mucho más… La Deep Web, un abismo de datos, servicios y actividades que moran en la oscuridad abisal por no poder ser indexados por los buscadores o porque prefieren permanecer ocultos debido a su propia naturaleza, ya sea confidencial o delictiva.

La primera concepción de la Deep Web fue formulada por la doctora Jill Ellsworth en 1994, cuando habló de una “internet invisible”. Su tamaño es difícil de calcular, pero, según la consultora BrightPlanet, en la internet superficial, esa que todos conocemos y cuyo contenido es fácilmente “buscable”, hace 10 años había 20 terabytes de información; en la Deep Web, 7.500, unas 400 veces más. Frente a los 1.000 millones de documentos de la primera; 550.000 millones en la segunda. Y un estudio reciente de la Universidad de California estima que el tamaño actual de la Deep Web es de 91.000 terabytes. El 96% del contenido accesible de forma pública en internet permanece bajo la superficie.

[Los dominios .onion no aparecen listados en ningún sitio]

Los dominios .onion no aparecen listados en ningún sitio

[El tamaño actual de la Deep Web es de 91.000 terabytes]

El tamaño actual de la Deep Web es de 91.000 terabytes

“Pero, si es contenido público… ¿¡por qué no lo encuentro en Google o Yahoo!?”. Los motores de búsqueda te ofrecen respuestas rápidas a las cadenas de palabras que tecleas en ellos porque extraen los resultados de sus propias bases de datos, no rebuscan por todo internet cada vez. Y elaboran esas bases con “robots rastreadores” que leen las páginas web de arriba abajo, siguiendo los enlaces a otras páginas que estas contienen. Si ven un enlace nuevo a una página nueva, lo seguirán y añadirán esa nueva página a su base de datos. Por lo tanto, si creas una página web y ninguna otra página conocida por los rastreadores enlaza a ella, permanecerá “oculta” en la Deep Web.

Tal y como habrás deducido, existe una cantidad ingente de morralla en la Deep Web: páginas abandonadas, perdidas por enlaces rotos, ensayos de programación… Pero en su inmensidad bullen actividades de todo pelaje: desde grupos de científicos compartiendo estudios a la más escabrosa pornografía, pasando por chats encriptados o traficantes de productos ilegales. También abundan las leyendas urbanas de ese submundo, como la que asegura que los Illuminati han colocado símbolos en algunas páginas ocultas que enlazan con revelaciones sobre el futuro de la humanidad.

BUCEAR EN LA DEEP WEB

Si estás decidido a explorar por ti mismo, te aconsejamos que lo hagas con una IP anónima, por ejemplo, a través de la red Tor o de Freenet –esta última ha sido votada por los disidentes chinos como su principal herramienta para luchar contra la censura de su Gobierno–. Confiamos en ti y sabemos que solo te mueve la curiosidad y el afán de conocimiento, pero hay lugares a los que podrías llegar inocentemente y de los que huirás corriendo y rezando por que nadie, ya sea hacker u organismo gubernamental, averigüe que los has visitado.

Desde

...