¿Cómo internet cambia nuestro cerebro?..
Enviado por Amairani Amador • 17 de Abril de 2016 • Apuntes • 1.079 Palabras (5 Páginas) • 224 Visitas
¿Cómo internet cambia nuestro cerebro?
Para algunos expertos, internet nos está volviendo más superficiales y desmemoriados. Incluso hay quien apunta que hablamos más deprisa y escuchamos menos. Para otros, en cambio, internet no es un virus ni tampoco ninguna enfermedad, sino un simple reflejo de la sociedad en que vivimos.
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Ilustración 1 Los críticos juzgan que internet invita a ser superficial (Neil Beckerman - Propias)
En el 2007, Nicholas Carr, un investigador que escribe sobre nuevas tecnologías en The New York Times, The Wall Street Journal y Financial Times, se dio cuenta de que cada vez le suponía más esfuerzo leer un libro o un artículo largo, y pensó que era muy raro que a un licenciado en Literatura le estuviera ocurriendo eso. Cuando se lo comentó a sus amigos, se sorprendió al descubrir que muchos habían dejado de leer libros, mientras que otros tenían que esforzarse heroicamente para no perder el hilo, pese a ser también lectores curtidos.
Fue poco después, en el 2008, cuando Carr decidió escribir un artículo titulado “¿Google nos vuelve estúpidos?”, que desarrolló posteriormente en Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? (Taurus). Desde su publicación, esta obra ha levantado una gran polvareda en Estados Unidos y Gran Bretaña, hasta el extremo de ocupar la portada de algunas de las revistas más influyentes, caso de la alemana Der Spiegel, que tituló “Match das internet doof?” (“¿Nos hace internet tontos?”) O de la norteamericana The Atlantic.
De entrada, un buen número de ciudadanos reconocen que cada vez les cuesta más trabajo concentrarse, memorizar números de teléfono o realizar operaciones aritméticas sencillas, tal como describe Carr. Además, algunos estudios constatan que en la actualidad hablamos más deprisa (en concreto, pronunciamos 160 palabras por minuto, quince más que en el año 2000) y escuchamos menos. Y no sólo eso, sino que este ritmo espasmódico y a la alimentación (y de ahí el nacimiento, como reacción, del slow food o del comer sin prisas) y prácticamente a cualquier ámbito.
Sin embargo, el principal chivo expiatorio suele ser internet, como prueba la prolija bibliografía que alerta de sus supuestos peligros. Si en julio del 2011 el escritor peruano Mario Vargas Llosa escribió una celebrada tribuna en El País titulada “Más información, menos conocimiento”, unos meses más tarde, en enero del 2012 fue Juan Goytisolo quien abordó la polémica en el artículo “Más y más cosas, pero menos importantes”. Incluso el escritor Umberto Eco ha manifestado, parafraseando a Goya, que “la fe ciega en internet engendra monstruos”.
Así las cosas, el principal cambio que se detecta en relación con internet es que la corriente crítica que cuestiona las bondades de la cultura digital ya no engloba únicamente a personas que desarrollaron su intelecto en una época en la que las cintas de casete se rebobinaban con ayuda de un bolígrafo. Ahora, y esa es la novedad, son neurólogos, biólogos, pedagogos y psicólogos habituados a utilizar diariamente las nuevas tecnologías quienes alertan de sus hipotéticos peligros.
Sin ir más lejos, Carr se considera un usuario compulsivo de la web, paga sus facturas a través de la red, ha tenido cuentas en Facebook y Twitter y está acostumbrado a visionar vídeos en streaming, por lo que no parece que sus opiniones partan del supuesto de que cualquier tiempo pasado fue mejor. He aquí un ejemplo: “Hace poco caí y compré un reproductor de Blu-ray con una conexión de wi-fi incorporada que me permite bajarme música de Pandora, películas de Netflix y vídeos de YouTube a mi televisor y a mi estéreo. Tengo que confesar que es genial. No estoy seguro de poder vivir sin él”, reconoce en la página 241 de la obra que ha hecho célebre a este periodista.
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