Discurso del método El buen sentido es la cosa que mejor repartida está en el mundo
Enviado por turunen121212 • 5 de Junio de 2015 • 2.821 Palabras (12 Páginas) • 353 Visitas
Discurso del método El buen sentido es la cosa que mejor repartida está en el mundo, pues todos juzgan que poseen tan buena provisión de el. En lo cual no es verosímil que todos nos engañen, sino más bien esto demuestra que la facultad de juzgar bien y de distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o razón es por naturaleza igual en todos los hombres. Las almas más grandes son capaces de los mayores vicios, como de las mayores virtudes; y los que caminan lentamente pueden llegar mucho más lejos, si van siempre por el camino recto, que los que corre. Se cuan expuesto estamos a equivocarnos cuando se trata de nosotros mismos y cuán sospechosos deben sernos también los juicios de los amigos que pronuncian en nuestro favor.Los que se meten a dar preceptos deben estimarse más hábiles, que la elocuencia posee fuerzas y bellezas incomparables; que la poesía tiene delicadezas y dulzuras que maravillan; que en las matemáticas hay invenciones que pueden servir de mucho, tanto para satisfacer a los curiosos como para simplificar las artes y disminuir el trabajo de los hombres; que los escritos que traten de las costumbres contienen muchas enseñanzas y exhortaciones a la virtud que son muy útiles, que la Teología enseña a ganar el cielo; que la filosofía da medios para hablar con verosimilitud de todas las cosas y hacer admirar de los menos sabios; que la jurisprudencia, la medicina y las demás ciencias dan honores y riquezas a los que cultivan, y que es bueno haberlas examinado aún las más supersticiosas y falsas.
Es casi lo mismo conversar con la gente de otros siglos que viajar. El que emplea demasiado tiempo en viajar acaba por tornarse extranjero en su propio país, y el que estudia con demasiada curiosidad lo que se hacía en los siglos pasados termina por ignorar lo que ocurre en el presente. Como la multitud de leyes sirve a menudo de disculpa a los vicios, siendoun Estado mucho mejor regido cuando hay pocas pero muy estrictamente observadas, en lugar del gran número de preceptos que encierra la lógica que bastarían sólo cuatro, siempre que tomara la firme y constante resolución de no dejar de observarlos una sola vez. El primero consistía en no admitir jamás como verdadera cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era. El segundo en dividir cada una de las dificultades que examinare en tantas partes como fuese posible. El tercero, en conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco Y el último en hacer en todo, enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que estuviera seguro de no omitir nada.
Me atrevo a decir que la exacta observación de los pocos preceptos por mi elegidos, me dio tan facilidad para resolver todas las cuestiones de que tratan esas dos ciencias que en dos o tres meses que empleé en examinarlas, comenzando siempre por las cosas más sencillas y generales siendo cada verdad que descubría una regla que me servía a la vez para hallar otras no solo resolví muchas cuestiones que en otrotiempo había juzgado muy difíciles, sino que me pareció también, al final que podía determina porque medios y hasta qué punto era posible resolver las que yo ignoraba.
Al examinar después atentamente lo que yo era y ver que podía fingir que no tenía cuerpo alguno y que no había mundo ni lugar alguno en el que yo mr encontrase, pero que no podía fingir por ello que yo no fuese, sino al contrario, por lo mismo que pensaba en dudar la verdad de las otras cosas se seguia muy cierta y evidentemente que yo era, mientras que sólo deja de pensar, aunque todo lo demás que hubiese imaginado hubiera sido verdad, no tenía ya razón alguna para creer que yo fuese, conocí por ello que yo era una sustancia cuya total esencia o naturaleza es pensar, y que no necesita, para ser, de lugar alguno ni depende de cosa natural.
Y así notaba que la duda, la inconstancia, la tristeza y otras semejanzas, no podían estar en Dios, puesto que yo me hubiera alegrado de verme libre de ellas. Finalmente si hay hombres a quienes las razones que he presentado no han convencido de la existencia de Dios y del alma, quiero que sepan que todas las demás cosas que acaso crean másseguras por ejemplo, que tienen un cuerpo, que hay astros y una tierra y otras semejantes son, sin embargo, menos cierta. Y por mucho que lo estudien los mejores ingenios, no creo que puedan dar ninguna razón suficiente para desvanecer esta duda sin suponer previamente la existencia de Dios. Porque, la regla que antes he adoptado de que son verdaderas todas las cosas que concebimos muy clara y distintamente no es segura sino porque Dios es o existe y porque es un Ser perfecto, del cual proviene cuanto hay de nosotros. De donde se sigue que nuestras ideas o nociones, siendo cosas reales y que proceden de Dios, en todo lo que tienen de claras y distintas, no pueden menos de ser verdaderas, de suerte que si tenemos cln bastante frecuencia idead que encierran falsedad, es porque hay en ellas algo confuso y oscuro y en este respecto participan de la nada, es decir, que si estan así confusas entre nosotros es porque no somos totalmente perfectos, y es evidente que no hay menos repugnancia en admitir que la falsedad o imperfección proceda como tal de Dios mismo, que en admitir que la verdad o la perfección procedan de la nada.
Discurso del método El buen sentido es la cosa que mejor repartida está en el mundo, pues todos juzgan que poseen tan buena provisión de el. En lo cual no es verosímil que todos nos engañen, sino más bien esto demuestra que la facultad de juzgar bien y de distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o razón es por naturaleza igual en todos los hombres. Las almas más grandes son capaces de los mayores vicios, como de las mayores virtudes; y los que caminan lentamente pueden llegar mucho más lejos, si van siempre por el camino recto, que los que corre. Se cuan expuesto estamos a equivocarnos cuando se trata de nosotros mismos y cuán sospechosos deben sernos también los juicios de los amigos que pronuncian en nuestro favor.Los que se meten a dar preceptos deben estimarse más hábiles, que la elocuencia posee fuerzas y bellezas incomparables; que la poesía tiene delicadezas y dulzuras que maravillan; que en las matemáticas hay invenciones que pueden servir de mucho, tanto para satisfacer a los curiosos como para simplificar las artes y disminuir el trabajo de los hombres; que los escritos que traten de las costumbres contienen muchas enseñanzas y exhortaciones a la virtud que son muy útiles, que la Teología enseña a ganar el cielo; que la filosofía da medios para hablar con verosimilitud de todas las cosas y hacer admirar de los menos sabios; que la jurisprudencia, la medicina y las demás ciencias dan honores y riquezas
...