El Mejor
Enviado por Sellly • 25 de Noviembre de 2014 • Síntesis • 978 Palabras (4 Páginas) • 228 Visitas
go, no raramente esos planificadores desconocen la filosofía académica e imaginan que es una disciplina homogénea, en el sentido de contener tesis o resultados que son compartidos por todos los que la cultivan. Pero ello no es así, de tal modo que la “Filosofía de la Ciencia” que acaba siendo impartida a los estudiantes se define por aquellos autores y temas que el profesor del caso mejor conoce y prefiere. Esas preferencias suelen recaer, las más de las veces, en asuntos como el descrédito del Positivismo, la teoría de los “paradigmas” de Kuhn, la tesis de las “rupturas epistemológicas” de Bachelard, el criterio de refutabilidad de Popper y los ataques de Feyerabend a la idea de metodología científica. En el campo específico de las Ciencias Sociales, a los temas y autores anteriormente citados se suma la polémica entre explicar y comprender, y la discusión de la objetividad en el estudio de asuntos humanos, siempre al sabor de la formación del profesor, que puede preferir Winch a Gadamer o Geertz. El estilo pedagógico común de esos cursos, derivado de la identificación de la Filosofía con el espíritu crítico, es el de la discusión de textos filosóficos con la finalidad de que se perciba el “carácter problemático” de los modos tradicionales de concebir y practicar la ciencia.
Los alumnos de esos cursos filosóficos suelen interesarse, y hasta entusiasmarse con algunas de tales teorías, sobre todo cuando las mismas desafían posiciones científicas que les son intuitivamente antipáticas (como en el caso, típico, de las doctrinas filosóficas que cuestionan la aplicación de métodos cuantitativos a la investigación de asuntos humanos). Pero hay también alumnos que consideran difícil de asimilar, por “demasiado abstracta”, o “alejada de las cuestiones de su área específica” esta filosofía que debería ayudarlos... no entienden bien a qué. Es que, precisamente, aún en los casos de estudiantes que se sienten atraídos por los temas filosóficos que les son presentados, no es fácil que adviertan de qué manera ese estudio extra les sirve en su formación como futuros físicos, biólogos, psicólogos o antropólogos. En especial, no llegan a ver el modo en que la Filosofía mejorará su formación metodológica. Y en el caso más particular de los estudiantes que están comenzando esa formación, el contacto con las tesis filosóficas provoca a veces una prematura desconfianza acerca de los criterios y recursos tradicionales de la tarea de investigación científica. Como alternativa, otros estudiantes igualmente inmaduros, entusiasmados por metáforas sugestivas (“rupturas”, “nuevos paradigmas”, “holismo metodológico”), se imaginan con poca razón pioneros de nuevos caminos de obtención de conocimiento, sobre todo en el ámbito de las ciencias humanas.
Creo que los resultados anteriormente mencionados se deben, en gran medida, a que los cursos de Filosofía de la Ciencia son impartidos por profesores que no tienen formación científica, sobre todo en el campo específico de sus alumnos. Aunque sean buenos conocedores de los temas tratados por los filósofos que prefieren, incluyendo la correspondiente información científica, esos profesores no tienen la capacidad
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