El Origen De Las Makinas
Enviado por plantarum • 5 de Diciembre de 2012 • 373 Palabras (2 Páginas) • 337 Visitas
n otra forma también las instituciones de la Iglesia prepararon el camino para la máquina: en su menosprecio por el cuerpo. Pues el respeto por el cuerpo y sus órganos es profundo en todas las culturas clásicas del pasado. A veces, al ser proyectado imaginativamente, el cuerpo puede ser desplazado simbólicamente por las partes o los órganos de otro animal, como en el Horus egipcio. Pero la sustitución se hace para intensificar algunas cualidades orgánicas, el poder del músculo, del ojo, de los genitales. Los falos que se llevaban en procesión religiosa eran mayores y más poderosos, en la representación, que los verdaderos órganos humanos: así, también, las imágenes de los dioses podían alcanzar dimensiones heroicas, para acentuar su vitalidad. Todo el ritual de la vida en las antiguas culturas tendía a recalcar el respeto por el cuerpo y espaciarse en sus bellezas y deleites: incluso los monjes que pintaron las cuevas de Ajanta, en la India, se encontraron bajo su hechizo. La entronización de la forma humana en la escultura, y la atención por el cuerpo en la palestra de los griegos o en los baños de los romanos, reforzó el sentimiento interno por lo orgánico. [...] Pero las enseñanzas de la Iglesia iban dirigidas contra el cuerpo y su cultivo: si por un lado era el Templo del Espíritu Santo, también era vil y pecador por naturaleza: la carne tendía a la corrupción y para lograr los laudables fines de la vida se la debe mortificar y dominar, reduciendo sus apetitos por el ayuno y la abstención. [...] Al odiar el cuerpo, las mentes ortodoxas de aquellas edades estaban preparadas para violentarlo. En lugar de resentirse contra las máquinas que podían simular esta o aquella acción del cuerpo, podían darles la bienvenida. Las formas de la máquina no eran más feas o repulsivas que los cuerpos de los hombres y mujeres lisiados y tullidos, o, si eran repulsivos y feos, eso mismo les impedía ser una tentación para la carne. El escritor de la Crónica de Nuremberg, en 1398, podías decir que “los artefactos con ruedas que realizan extrañas tareas y exhibiciones y disparates proceden directamente del demonio”, pero a pesar de sí misma, la Iglesia estaba creando discípulos del demonio.
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