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Medios De Comunicacion Y Antropologia


Enviado por   •  17 de Febrero de 2015  •  6.402 Palabras (26 Páginas)  •  281 Visitas

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La antropologia y sus contribuciones al estudio de los medios de comunicacion noviembre 5, 2006

Sara Dickey

Profesora de antropología en el Departamento de Sociología y Antropología del Bowdoin College de Brunswick, Maine, Estados Unidos. Entre las investigaciones que ha llevado a cabo en la India figuran trabajos sobre espectadores de cine, identidad de clase y política.

(Publicación ofrecida por la UNESCO).- Aunque los estudios sobre medios de comunicación han proliferado en las últimas décadas, los antropólogos acabamos solamente de empezar a dirigir nuestra atención y métodos de trabajo hacia este campo. En este artículo, examino lo siguiente: los motivos de nuestra reticencia anterior a los medios de comunicación; la potencia que sus representaciones conllevan en la construcción en la construcción de imaginaciones, identidades y relaciones de poder en nuestra época; el aporte incipiente de los antropólogos al entendimiento de estos procesos; y los caminos por los que podemos seguir orientándonos con provecho. Mis reflexiones se articulan en torno a recientes trabajos antropológicos y mi propia experiencia con el cine tamul de la India meridional.

Defino los medios de comunicación de masas como aquellos medios de difusión que se distribuyen o pueden distribuir ampliamente de forma prácticamente idéntica, y que no sólo comprenden el cine, el vídeo, la televisión, la radio y la prensa -es decir, las formas en que primero pensamos cuando hablamos de “medios”- sino también litografías, vallas publicitarias y el servicio World Wide Web (www). Además de su capacidad para ser ampliamente difundidos, lo que diferencia a estos medios de formas de expresión menos aptas para ser reproducidas y diseminadas es la aparente unidad de cada una de sus producciones, que proporciona a sus consumidores un material esencialmente idéntico, a veces en el mismo momento. Por supuesto, en la imaginación popular (y en la de los antropólogos) su faceta de estar destinados a “las masas” los diferencia también en otros aspectos. Se suele suponer en particular que los medios de comunicación deben halagar los deseos menos exquisitos o más comunes de una sociedad, para atraer a públicos amplios. Esto tiene, por lo menos, el efecto de asignarles automáticamente una impronta de forma de cultura más popular y no intelectual que artística y refinada, aunque también existan formas de cultura superior producidas en masa (principalmente impresas). La cultura calificada de “popular” tiene a su vez la reputación de ser una distracción no intelectual, y esto es algo que pocas veces ha sido examinado de cerca por los antropólogos. Como grupo, los antropólogos rehuimos el examinar desde un punto de vista académico la diversión, el ocio y la evasión. Aun cuando evitásemos este tipo de experiencias en nuestra vida personal, ello no impide que no tengamos excusa para ignorar tan sistemáticamente los medios de comunicación en nuestros trabajos. En efecto, tal y como señala Debra Spiltunik en un reciente estudio sobre antropología y medios de comunicación, las cuestiones apremiantes sobre las funciones sociales y culturales de estos medios “se aplican prácticamente a cualquier punto de investigación in situ, ya que de una u otra forma los medios de comunicación han afectado a la mayoría de las sociedades” (Spiltunik, 1993, pág. 294; v. también Ginsburg, 1991, pág. 93). Michael Fischer también señala a este respecto que:

“La antropología moderna de trabajo sobre el terreno nació en este nuevo contexto – por ejemplo, el cine fue introducido y empezó a producirse en la India mucho tiempo antes de que comenzase la revolución antropológica de Malinowski, y además no sólo se difundió en los cines de las ciudades sino también en las zonas rurales con proyecciones itinerantes – y sin embargo, por extraño que parezca, esta disciplina ha ignorado ampliamente este universo de percepción hasta hace muy poco” (Fischer 1991, pág. 531).

Esto no quiere decir que los antropólogos no hayan tratado en absoluto los medios de comunicación con un enfoque académico. El planteamiento de la “cultura a distancia” se inició en los Estados Unidos de América, durante la Segunda Guerra Mundial, como un medio de estudiar las culturas que no se podían examinar sobre el terreno (incluidas las que eran fundamentales para la defensa nacional). Durante la década en que este planteamiento tuvo vigencia, se basó en películas, novelas y periódicos, entre otras fuentes. Casi todos los antropólogos que utilizaron este método tomaron parte activa en el movimiento escuela y personalidad (que en esta época se centró esencialmente en el carácter nacional), y en particular examinaron películas como “variables de psicología dinámica” puestas de manifiesto en temas recurrentes (Wolfenstein 1953, pág. 267). Muchos de estos antropólogos se habían involucrado también en el venerable ámbito de la antropología visual, que desde muy poco después de la invención del cinematógrafo centró su labor en el cine etnográfico, aunque también ha tratado otros temas como las producciones cinematográficas autóctonas y, más recientemente, toda una serie de medios de comunicación visuales. Además de estos campos de estudio concretos en el seno de la antropología, también se han realizado muy contadas etnografías de las industrias de los medios de comunicación, por ejemplo el análisis cultural de Hortense Powdermaker sobre los productores de Hollywood, que lleva por título Hollywood the Dream Factory [Hollywood, fábrica de sueños] (Powdermaker, 1950)

Además de haber efectuado estos exámenes directos de los medios de comunicación, los antropólogos también hemos elaborado clasificaciones de fenómenos y elementos teóricos conexos, que abarcan adecuadamente estos medios y comprenden la cultura de masas, popular y pública. Pero a mí, el campo de estudio concreto que me parece particularmente pertinente es el de la representación cultural. Según John MacAloon, las representaciones culturales son “ocasiones en las que nosotros -como elementos integrantes de una cultura o sociedad- nos reflejamos y definimos, escenificamos nuestros mitos colectivos e historias, nos planteamos alternativas y cambiamos por último en algunos aspectos aun cuando permanezcamos inamovibles en otros” (MacAloon 1984, pág. 1). Estas representaciones abarcan desde los rituales hasta las películas y los deportes. Muchos de los planteamientos adoptados para estudiar y teorizar estos fenómenos pueden aplicarse también con provecho a los estudios sobre los medios de comunicación, y cabe decir que efectivamente han anticipado con rigor muchas de las cuestiones y prevenciones actualmente suscitadas con respecto al análisis de los medios de

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