Reflexion Individual
Enviado por futbolll • 13 de Julio de 2013 • 1.409 Palabras (6 Páginas) • 307 Visitas
Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga
la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No
hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada
menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena
todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra,
pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos
que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a
la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo,
suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo.
Maracaná sigue llorando la derrota brasileña en
el Mundial del 50. En la Bombonera de Buenos Aires,
trepidan tambores de hace medio siglo. Desde las profundidades
del estadio Azteca, resuenan los ecos de los
cánticos ceremoniales del antiguo juego mexicano de
pelota. Habla en catalán el cemento del Camp Nou, en
Barcelona, y en euskera conversan las gradHa entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga
la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No
hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada
menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena
todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra,
pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos
que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a
la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo,
suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo.
Maracaná sigue llorando la derrota brasileña en
el Mundial del 50. En la Bombonera de Buenos Aires,
trepidan tambores de hace medio siglo. Desde las profundidades
del estadio Azteca, resuenan los ecos de los
cánticos ceremoniales del antiguo juego mexicano de
pelota. Habla en catalán el cemento del Camp Nou, en
Barcelona, y en euskera conversan las gradHa entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga
la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No
hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada
menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena
todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra,
pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos
que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a
la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo,
suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo.
Maracaná sigue llorando la derrota brasileña en
el Mundial del 50. En la Bombonera de Buenos Aires,
trepidan tambores de hace medio siglo. Desde las profundidades
del estadio Azteca, resuenan los ecos de los
cánticos ceremoniales del antiguo juego mexicano de
pelota. Habla en catalán el cemento del Camp Nou, en
Barcelona, y en euskera conversan las grad
Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga
la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No
hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada
menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena
todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra,
pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos
que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a
la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo,
suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo.
Maracaná sigue llorando la derrota brasileña en
el Mundial del 50. En la Bombonera de Buenos Aires,
trepidan tambores de hace medio siglo. Desde las profundidades
del estadio Azteca, resuenan los ecos de los
cánticos ceremoniales del antiguo juego mexicano de
pelota. Habla en catalán el cemento del Camp Nou, en
Barcelona, y en euskera conversan las grad
Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga
la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No
hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada
menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena
todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra,
pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos
que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a
la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo,
suspira de nostalgia por las glorias del fútbol uruguayo.
Maracaná sigue llorando la derrota brasileña en
el Mundial del 50. En la Bombonera de Buenos Aires,
trepidan tambores de hace medio siglo. Desde las profundidades
del estadio Azteca, resuenan los ecos de los
cánticos ceremoniales del antiguo juego mexicano de
pelota. Habla en catalán el cemento del Camp Nou, en
Barcelona, y en euskera conversan las grad
Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga
la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No
hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada
menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena
todavía el griterío del Mundial del 66, que ganó Inglaterra,
pero aguzando el oído puede usted escuchar gemidos
que vienen del 53, cuando los húngaros golearon a
la selección inglesa. El Estadio Centenario, de Montevideo,
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