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Uso Abusivo De Las Redes Sociales


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2013  •  2.280 Palabras (10 Páginas)  •  428 Visitas

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La función del periodismo en Internet es velar por la ética integral de las actividades comunicativas dentro del espacio virtual. El compromiso ético, en un sentido amplio, de raíces aristotélicas (ética del mensaje y ética de los emisores), es lo que debe distinguir al periodismo digital respecto de la comunicación digital en general. En la era digital la ética es la única razón de ser del periodismo.

En un sistema tecnológico como el digital, potenciado por las prestaciones telemáticas, cualquier persona puede emitir noticias y opiniones con unas enormes posibilidades de difusión y de recepción universales.

Lo único que puede identificar a los periodistas con respecto a otros informantes que actúan en la red es el compromiso ético solidario y progresista con la realidad y con la voluntad de obtener la descripción más fiel posible de la verdad por la vía del más amplio consenso de percepciones, como proponen Habermas (1996), Apel y Rorty (1983)

La ética integral de la comunicación es el rasgo que debe definir al nuevo periodismo en una sociedad cada vez más potencialmente abierta a la difusión y recepción de mensajes. El periodismo, como la historia, es un método de control ético de la actualidad. ¿Cómo se concreta esta apuesta ética? Es razonable que en cualquier previsión sobre la evolución futura de un fenómeno se recurra a los análisis históricos. No hay prospectiva sin retrospectiva, si no queremos caer en los errores de la pura especulación futurista.

En este sentido es oportuno señalar que el periodismo de la era digital afronta retos éticos que se presentan con una naturaleza y una estructura semejantes a los que se plantearon cuando, en el siglo XVII, comenzó a desarrollarse la prensa periódica, y cuando, en los años 20 del siglo XX, irrumpió la radio como medio de comunicación.

Ciertamente, las prestaciones de la tecnología digital son diferentes a las de la prensa y la radio. Pero la historia y las reflexiones de los contemporáneos (Tobias Peucer sobre la prensa, en 1690, y Bertolt Brecht (1970), sobre la radio, en 1927) aportan datos sobre cómo se propuso afrontar en términos generales aquellos retos éticos equivalentes al actual.

Tobias Peucer (1996) valoró la aparición de los diarios entonces denominados "nueva prensa", a mediados del siglo XVII, años después del invento de la imprenta (1445), como la plataforma de una nueva actividad (la que siglos después se denominaría periodismo) que permitiría explicar la realidad sin las quiebras éticas de la vieja historia, basadas en la tradición oral, caldo de cultivo de fabulaciones, inexactitudes y leyendas. Los nuevos relatores, de hechos, decía Peucer, no deberán caer en los errores de los viejos historiadores.

Bertolt Brecht (1970), en el año 1932, valoró la expansión social de la radio, años después de su invención (1897), como un instrumento para la democratización profunda de las comunicaciones, al permitir que cualquier ciudadano pueda comunicarse con otro, situado incluso en las antípodas, sin ningún tipo de barreras físicas, políticas o económicas. En ambos casos, no se cumplieron plenamente las previsiones de esos tratadistas. Tal vez porque sus planteamientos teóricos no se desarrollaron mediante propuestas concretas de una intervención profesional acorde con las nuevas exigencias.

Por esta razón conviene que reflexionemos todos sobre las diversas dimensiones de una ética integral del periodismo digital, agrupadas en tres grandes bloques: 1) la ética del acceso a la red; 2) la ética de la recepción digital; 3) la ética de la función periodística en la era digital.

La ética del acceso a la red impone evitar las tentaciones intervencionistas de los poderes públicos, económicos y corporativos (en este caso, los de la clase periodística) que tratan de limitar la libertad de expresión y de difusión en un sistema que, además, por su propia naturaleza, convierte por ahora en fracaso cualquier intento de poner puertas al campo.

La ética del acceso a la red obliga, por el contrario, a desarrollar actitudes positivas de respeto y de fomento a las iniciativas comunicativas de los individuos y de las minorías. La ética de la recepción digital, la que afecta a los ciudadanos en general, se basa en obtener el máximo provecho cultural e informativo, individual y social, de las prestaciones interactivas del sistema. No es suficiente garantizar universalmente el acceso libre a la red. De nada serviría ello si a la vez no se promueve el respeto a la inteligencia, a las emociones y a los sentimientos de cada potencial individuo receptor.

Como consecuencia de estos deberes éticos solidarios corresponde a los periodistas la responsabilidad de desarrollar una ética renovada del servicio profesional que nos demandan las necesidades informativas y subjetivas, que definió Kaarl Nordenstreng (1979: 79-91), en la sociedad de la era digital.

La función ética del periodismo en la nueva era digital está integrada por los principios que tradicionalmente ha estado obligada a cumplir la profesión, y por los derivados de las obligaciones que nos imponen hoy la ética del acceso a la red y la ética de la recepción: 1) asegurar la selección motivada y responsable de los flujos informativos cada vez más densos y abundantes; 2) asesorar en la interpretación de los conocimientos que circulan por la red; 3) asegurar la veracidad y la acuración de los contenidos informativos digitales; 4) garantizar un uso correcto de la lengua desde el principio aristotélico de que las palabras son como las medicinas: valen si producen efectos positivos; y 5) desarrollar una nueva cultura del texto basada en una amenidad responsable y en nuevas formas de periodismo literario adaptado a las prestaciones de los nuevos medios de comunicación.

¿Cómo pueden promoverse estos objetivos de la función ética del periodismo? De acuerdo con lo que señala el profesor Manuel Castells, el modelo de Internet es un modelo de libertad inscrito en sus códigos tecnológicos. Internet es una "arquitectura de libertad". Y la libertad es inherente al periodismo. Cabe confiarlo todo, pues, a la autorregulación en el sentido que la define el profesor Hugo Aznar (1999a: 53): La autorregulación debe distinguirse de cualquier intento de regulación o injerencia externas en la actividad de los medios y de sus profesionales. De lo que se trata es de una regulación voluntaria a partir de su libre iniciativa.

La autorregulación significa rechazar cualquier coacción en el sentido que perfiló hace ya muchos años antes de que existieran Internet y democracia en España, en 1972, el catedrático José Luis

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