ÉTICA PROFESIONAL Y EJERCICIO EN LA INGENIERÍA CIVIL

ÉTICA PROFESIONAL Y EJERCICIO EN LA INGENIERÍA CIVIL

Un profesional sin ética, que siempre se ve obligado a defender principios que dice cumplir pero que en la realidad no cumple, es una deshonra para la profesión de la ingeniería civil. En las agremiaciones profesionales, los mismos ingenieros deberían contar con los elementos legales apropiados para suspender al infractor en su ejercicio profesional por el tiempo que la gravedad de su falta amerite.

El hecho de ofrecer cursos de ética en las universidades no garantiza una mejora sustancial en el comportamiento de un conglomerado profesional, ya que la formación ética intachable se inicia en el hogar, se afianza con las enseñanzas y ejemplos que recibe durante la escuela primaria y secundaria, y se solidifica y aquilata con cuerpos profesorales en las universidades que con su ejemplo le enseñen al futuro ingeniero. No cabe duda que el ejemplo es la mejor enseñanza cuando se dispone de la docilidad para recibirla. Si no se tiene la disposición, de poco servirá el esfuerzo de enseñar o transmitir.

Los aspectos éticos deben enfocarse desde dos grandes puntos de vista: uno general, que vincula el ejercicio profesional con la comunidad en aspectos de las relaciones del ingeniero con el bien común y, otro, que vincula la labor del ingeniero con las responsabilidades técnicas que impone el ejercicio profesional. El primer aspecto, el general, es más fácil de analizar porque hace parte de la vida diaria; el segundo, que se relaciona con las responsabilidades en las fallas de las construcciones, es mucho más complicado porque con frecuencia hay pérdidas de vidas e ingentes sumas de dinero. A continuación se presentan algunas consideraciones sobre los dos temas.

Muy posiblemente, las mismas agremiaciones profesionales de cada país cuenten con sus propios códigos de ética, que sin dudas deben ser muy similares. (…). La Sociedad Colombiana de Ingenieros resume su código de ética profesional en los diez principios básicos siguientes:

1. Ejercer tanto la profesión como las actividades que de ella se derivan, con decoro, dignidad e integridad.

2. Obrar siempre bajo la consideración de que el ejercicio de la profesión constituye no sólo una actividad técnica sino también una función social.

3. Actuar siempre honorable y lealmente frente a las personas o entidades a las cuales preste sus servicios.

4. Abstenerse de recibir gratificaciones o recompensas distintas del salario u honorarios pactados.

5. No usar métodos de competencia desleal con los colegas, tales como rebajar la cuantía corriente de los honorarios u ofrecer los servicios profesionales a menor precio luego de conocer la propuesta del competidor.

6. No tratar de suplantar a otro ingeniero cuando éste haya adelantado gestiones definitivas para obtener un trabajo o una posición determinada, ni pretender que se le nombre en remplazo de quien esté ejerciendo honrada y competentemente un empleo.

7. Abstenerse de cualquier intervención que pudiera afectar injustamente la reputación profesional de un colega.

8. Al anunciar sus servicios, ceñirse exclusivamente a aquellos que están garantizaos por los títulos académicos obtenidos o la experiencia profesional que se posee.

9. No propiciar licitaciones o concursos en los cuales el valor de los honorarios profesionales sea uno de los factores que determinan la adjudicación de un servicio de ingeniería de consulta, ni participar en ellos.

Tal como se puede observar, en las recomendaciones anteriores no figuran conceptos éticos relacionados con problemas de orden técnico. Podrían ser tan variados o tan complejos, que tal vez sólo a partir del análisis de casos específicos se pudiera llegar a concretar qué es lo que se plantea como inquietud. De todas maneras y como concepto de orden general, para que el ingeniero civil sea un verdadero líder en las actividades que desarrolla, la ética debe ser una virtud inseparable de las cualidades de conocimiento, buen juicio profesional y buenas relaciones con la comunidad a la cual sirve.

Un profesional que considera que todo es negociable, que lo único importante es avanzar sin mirar los principios o personas que se pisotean en el intento, es una lacra social a la cual debería despojársele del título profesional que equivocadamente se le concedió. Por desgracia, la legislación vigente

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