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3 Metros Sobre El Cielo


Enviado por   •  7 de Agosto de 2013  •  523 Palabras (3 Páginas)  •  689 Visitas

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«Cathia tiene el culo más bonito de Europa.» El rojo grafito resalta con toda su desfachatez sobre una columna del puente de la avenida de Francia.

No muy lejos, un águila real, esculpida hace ya mucho tiempo, ha visto sin duda al culpable pero no hablará nunca. Un poco más abajo, como un pequeño aguilucho protegido por aquellas rapaces zarpas de mármol, está sentado él.

El pelo corto, casi al rape, a ras del peine y alto en el cuello como un marine, una cazadora Levi's oscura.

El cuello levantado, un Marlboro en la boca, las RayBan en los ojos. Tiene aire de duro, aunque no lo necesite. Una sonrisa preciosa, a pesar de que no sean muchos los que han tenido la suerte de poder apreciarla.

Algunos coches al fondo del paso elevado se han detenido amenazadores en el semáforo. Alineados como en una carrera, si no fuera por su variedad. Un Cinquecento, un New Beetle, un Micra, un coche americano no mucho más identificable, un viejo Punto.

En el interior de un Mercedes 200, un dedo fino de uñas diminutas y mordidas da un ligero empujón a un CD. Desde los altavoces laterales Pioneer la voz de un grupo de rock cobra vida de repente.

El coche se pone de nuevo en marcha, arrastrado por la corriente. Ella querría saber «¿Dónde está el amor?». Pero ¿existe realmente? Al menos tiene clara una cosa: le gustaría poder deshacerse de su hermana que, desde el asiento trasero, repite una y otra vez: «Pon el de Eros, venga, quiero oír a Eros.»

El Mercedes pasa justo en el momento en el que ese cigarrillo, ya consumido, cae al suelo, empujado por un movimiento preciso de los dedos y ayudado por un poco de viento. Él baja los escalones de mármol, se arregla sus 501 y luego sube a la Honda azul VF 750 Custom. Como por arte de magia, se encuentra entre los coches. Su Adidas derecha cambia las marchas, retiene o deja ir el motor que, potente, lo impulsa como una ola en el tráfico.

El sol está ascendiendo en el cielo, es una bonita mañana. Ella se dirige al colegio, él todavía no ha ido a dormir desde la noche anterior. Un día cualquiera. Solo que ambos se encuentran en el semáforo. Y por eso ese día no será como los demás.

Rojo.

Él la mira. La ventanilla está abierta. Un mechón de pelo rubio ceniza descubre a trozos su cuello suave. Un perfil delicado pero decidido, los ojos azules, dulces y serenos, escuchan embelesados y entornados una canción. Tanta calma lo impresiona.

—¡Eh!

Ella se vuelve hacia él, sorprendida. Él le sonríe, parado junto a ella, sobre aquella moto, los hombros anchos, las manos demasiado morenas para aquella mitad de abril.

—¿Te apetece dar una vuelta conmigo?

—No, voy al colegio.

—Pues no vayas, disimula, ¿no? Te recojo ahí delante.

—Perdona. —La sonrisa de ella es forzada y falsa—. Me he equivocado de respuesta. No me apetece dar una vuelta contigo.

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