A Los Medicos
Enviado por Mirelys1234 • 9 de Mayo de 2013 • 527 Palabras (3 Páginas) • 305 Visitas
los Médicos
La vida como regalo divino, para poseerla en todo su esplendor, ha de ir acompañada de una esplendida y brillante salud, que nos permita tener una’ larga y fructífera vida y si fuera posible encontrar el elixir de la suprema longevidad cuanto mejor... Hoy por hoy, casi toda la humanidad padece de innumerables enfermedades que en la mayoría de los casos terminan por acabar con lo más sublime y sagrado que poseemos: la vida.
Ayer, hoy y siempre tan digna labor: la de curar a los enfermos, le ha correspondido a los médicos y de verdad que en la mayoría de tos casos lo hacen muy bien, ejerciendo con seriedad tan sublime sacerdocio que los convierte en verdaderos apóstoles de la humanidad, haciendo honor al gran páracelso, Hipócrates a Galeno, médicos auténticos que no solo curan el cuerpo sino el alma. Cuando un médico ejerce esta loable profesión con la mano en el corazón y no en la chequera, entonces el todopoderoso le confiere el Don de curar y no le hacen falta tantos aparatos y exámenes para diagnosticar en forma exacta a sus pacientes y por ende, poder formular el medicamento que ha de curar, devolviéndolos a la vida, sanos y salvos.
Hoy vemos con mucho dolor, como las puertas de las clínicas de manera cruel e inhumana por negligencia, por no tener dinero, un seguro, por falta de amor, se mueren los t paciente de una forma, verdaderamente indigna. Esta es la peor calamidad de esta época en la cual la salud se ha convertido en un negocio muy lucrativo, dejando de esta manera a un lado el gran mandamiento del Cristo cuando dijo: Id por el Mundo y Curad a los enfermos.
De esta manera nuestros galenos se convierten en verdaderos lobos hambrientos que solo les interesa su presa si tiene dinero, profanando así el gran juramento hipocrático y mancillando ‘el templo sagrado de la medicina en ara de tres monedas que nada valen ante el inmenso valor que tiene la vida.
Vaya para con los médicos nobles y leales al juramento hipocrático, que Verdaderamente aman a sus pacientes, mis más sinceras felicitaciones por su esmerada labor en favor de la salud y del bienestar común de toda la humanidad. Ruego a Dios Todopoderoso por su bienestar que les colme de paz y armonía para que día a día, noche a noche puedan cumplir a cabalidad tan loable labor que los convierte en auténticos ungidos por Dios con el Don de curar. Pido a Dios que coloque en vuestra laringe, la palabra que impregnada de amor a de curar y en vuestras manos la inyección que ha de aliviar todos los males de la humanidad.
Finalmente término plasmando en estas líneas una anécdota de la venerable, María Teresa de Calcuta, que dice: En una ocasión se encontraba María Teresa bañando y curando a un leproso, cuando se acerca alguien y le dice ‘yo ni por un Millón de dólares, baño a un leproso” a lo que María responde: yo tampoco, yo solo lo hago por Amor.
Que la vida que nos da el Cristo
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