A menudo miro el mar, las noches me parecen eternas en esta tenue mirada que perdí junto a ti Mar.

A menudo miro el mar, las noches me parecen eternas en esta tenue mirada que perdí junto a ti Mar.

Mar de océano, mar de soledad que me acompaña en estas madrugadas que paso mirando el mar. Ese gigante azul, misterioso, con oleajes y marejadas junto al altar.

Esa brisa que recorre todo mi ser en la penumbra de la noche de San Juan.

 No sabré como cesar ese aliento que tengo en mi despertar. Me recuerda que somos olas que corremos en el mar. Mar de profundidad , de misterio, de lealtad, que me cobija en las cálidas noches que resguarda el verano en su hogar.

Si estamos frente a un gigante colosal, que nos adormece en su pasar. Frágiles pasos que recorremos en una caminata incesante frente al mar. Profundidad, sosiego, calma y tempestad son los adjetivos que describen el temporal de las almas que recorren el camino que marcan las estrellas del mar.

En este incienso con olor a madera y sal rememoramos nuestras vivencias junto al mar. En un caos de subida y bajada como la luna nos balancea a su pesar y cesar.

Vivimos en un mundo animado por el mar, por el sol y la luna y toda su inmensidad.

En las frescas y lejanas anjanas de la sinceridad, dos hermanas vuelan, sueñan con ser el mar…. Ambas se preguntan que pueden pensar, hacer e imaginar para que sus amados hombres naturalizados puedan volver a amar, soñar, volar y engendrar criaturas mágicas como los lobos de mar que regresaban en las cálidas mañanas cuando las sirenas soñaban en la grandeza de la mar.

 Son las olas, son el mar, son el rastro hacia ti mi Amada Mar.

...