ACCIÓN CULTURAL Y CONCIENCIACIÓN

ACCIÓN CULTURAL Y CONCIENCIACIÓN

Como punto de partida y de acuerdo con el texto, la concienciación es una capacidad exclusiva de los seres humanos, esta no es otra cosa sino la capacidad que poseemos para analizar a fondo la situación en que nos hallamos viviendo, y tomar acciones para transformarla. Entonces, la concienciación se refiere al proceso mediante el cual los hombres, no como receptores, sino como sujetos de conocimiento, alcanzan una conciencia creciente tanto de la realidad sociocultural que da forma a sus vidas, como de su capacidad para transformar dicha realidad.

Paulo Freire puntualiza que los hombres existen en el mundo y con el mundo y, en tanto seres abiertos, son capaces de llevar a cabo la compleja operación de transformar el mundo con su acción. Asimismo, señala que el proceso de transformación del mundo, que revela la presencia del hombre, puede conducir tanto a la humanización como su deshumanización, a su crecimiento o a su reducción. Estas alternativas revelan al hombre su propia naturaleza problemática y le plantea un problema, ya que le exigen escoja un camino u otro.

Por otra parte, para entender los niveles de conciencia, Freire refiere que debemos concebir la realidad histórica cultural como una superestructura en relación a una infraestructura. La cultura del silencio es el resultado de las relaciones estructurales entre dominados y los dominadores. La acción de la sociedad metropolitana sobre la sociedad dependiente tiene un carácter directivo, mientras que la acción de la sociedad-objeto, ya se trate de una respuesta o de una iniciativa, tiene un carácter dependiente. La sociedad dependiente es, por definición una sociedad silenciosa. Su voz no es autentica, sino el mero eco de la voz de la metrópolis. Solo cuando los miembros de una sociedad dependiente se desprenden de la cultura del silencio y acceden a su derecho de hablar puede una sociedad de este tipo, como un conjunto, dejar de permanecer en silencio respecto a la sociedad rectora.

Siguiendo a Freire, por lo tanto, los niveles de conciencia tienen su base en el modo en que la sociedades interactúan, en este caso se habla sobre una generalización de las sociedades cerradas, las cuales se dividen en dominantes y dominados. Es de esta interacción en la cual los dominados sufren por cambios sociales los cuales les disgustan, rompen su silencio, y ahí es donde surgen los niveles de conciencia.

La conciencia semiintransitiva son estructuras cerradas, el hombre es incapaz de percibir lo que sucede en su entorno y todas sus explicaciones recaen en un poder superior y se basan en mitos. Están en total silencio y están sometidas por la élite del poder.

Generalizando, esto es lo que sucede muy a menudo en las sociedades, ya que el poder de decisión recae solo en unos cuantos, que por lo regular son los que tienen poder económico, es tanto el poder que tienen estas élites que son los encargados de someter a la sociedad en una realidad subjetiva. Sin embargo, cuando se supera este tipo de conciencia, la sociedad dominada se convierte en un movimiento de las masas que rompen el silencio, y es aquí donde el proceso de transformación es viable. Ante esto, la sociedad dominante trata de acallar a las masas de nuevas maneras, generalmente agresivas.

Por otro lado, la conciencia ingenua transitiva es cuando la sociedad sigue estando sometida, pero la diferencia de la anterior es que en esta ya inicia su proceso de reflexión y crítica mediante una conciencia popular que le permite pensar y sentir; de esta forma se inicia un proceso de ruptura social, donde aparecen los líderes de algunos movimiento sociales encaminados a la transformación. En esta etapa el líder revolucionario juega un papel muy importante, ya que puede llevar a cabo dos tipos de acciones culturales, una puede ser de dominación y otra de liberación. Sin embargo, este liderazgo populista

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