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ANÁLISIS DE LA POLÍTICA EDUCATIVA EN MÉXICO


Enviado por   •  10 de Junio de 2015  •  1.901 Palabras (8 Páginas)  •  681 Visitas

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ANÁLISIS DE LA POLÍTICA EDUCATIVA EN MÉXICO

Los resultados de las políticas educativas en México están lejos de reflejar las esperanzas de bienestar, cambio y transformación que sobre la educación y el conocimiento se ciernen. La brecha entre lo que el sistema educativo, en general, y la escuela, en particular, pueden ofrecer, y lo que las niñas, niños, jóvenes y adultos pueden llegar a ser y hacer gracias a sus aprendizajes, tal parece que se sigue ensanchando. El grado de importancia que el gobierno y la sociedad han asignado a través de la historia a la educación, pierde sentido en la medida que se conocen las graves y paradójicas consecuencias de la política educativa en nuestro país. Programa sectoriales vistosos pero poco eficaces; avances en materia de cobertura educativa y revelación de escandalosas desigualdades; gasto público considerable y penosos resultados en términos de comprensión lectora y matemática; aumento de la escolaridad e incapacidad para ampliar las posibilidades de vida de los alumnos; creación de nuevas modalidades educativas y bloqueo de aspiraciones sociales; introducción de nuevas tecnologías educativas y ampliación de la brecha entre ricos y pobres; firma de flamantes alianzas políticas e impericia para revertir la situación educativa de los grupos marginados; adopción de modelos educativos y universitarios de frontera, y subestimación del desarrollo educativo de los pueblos indígenas. ¿Qué pasa con la educación pública en México, tan ineficaz pese a los logros y avances? ¿Será que la educación como factor de cambio ha perdido su brillo dado por las teorías filosóficas, políticas y sociales, así como económicas de los últimos años? ¿Es tiempo de dejar de atribuir a la educación y al sistema educativo su capacidad de cambio y transformación? La educación tiene una capacidad intrínseca y real de cambio y transformación, siempre y cuando se asiente en formas y reglas institucionales, legales, racionales, culturales, políticas, financieras y democráticas que contribuyan a potenciar su efectividad. Mientras estas formas o reglas no se conozcan, analicen, discutan y afinen a la luz de sus repercusiones sobre los actores políticos, habrá pocas posibilidades de aminorar o erradicar las contradicciones que arriba se exponen y que, en última instancia, afectan más profundamente a los individuos y grupos marginados del país. El estudio de las políticas públicas comprende precisamente el análisis de estas formas y reglas, así como sus combinaciones variadas, lo que podría llevarnos a comprender mejor lo que ocurre con los cursos de acción que implícita y explícitamente surgen primordialmente desde el gobierno, pero que son constantemente recreados por los diversos actores sociales y políticos con el propósito de cumplir con las finalidades que el Estado se va fijando

En otro punto se ha sostenido que el tablero político de México y, consecuentemente, la forma en que se formulan las políticas educativas ha cambiado considerablemente desde hace 20 años. Sería erróneo soslayar la apertura a nuevas y diversas fuerzas políticas de finales de la década de 1970 que, entre otras cosas, abrieron caminos para una “oposición real”. La “disidencia” sindical, al igual que los movimientos ciudadanos, hicieron su aparición en las décadas de 1970 y 1980, respectivamente.

Con la crisis económica y política de la década de 1980, fue evidente que se debilitó la capacidad del Estado para enfrentar las demandas sociales y su forma de operación, muchas de ellas basadas en el clientelismo y corporativismo. La “década pérdida” de 1980 “exhibió al gobierno como factor de desgobierno”, como diría Luis F Aguilar. Esto significa que este agente no sólo puede impulsar beneficios sociales sino también ocasionar daños y costos sociales severos.

Dentro de estos grandes cambios contextuales en México, podría señalarse la transformación de los tradicionales esquemas de la democracia representativa y, específicamente, la firme intención de cambiar mediante el voto, el anquilosado sistema PRI-gobierno. Vemos que, mientras que en 1994 el 89% de los municipios del país era gobernado por el PRI, para 2007 este porcentaje se redujo a casi 34%.6. Aunado a ello, la escena política nos ha revelado la existencia de fuertes contrapesos legislativos y judiciales al poder Ejecutivo, el avance del derecho a la libre expresión, así como la posibilidad de tener –aunque aún de manera muy desigual– libre acceso a la información gubernamental. Todos estos cambios han modificado los ambientes de la política pública en diferentes direcciones, y coincidimos que “[l]a propagación de las libertades políticas y económicas de la sociedad, plantean al Estado –y a la sociedad misma– problemas cruciales de organización política, de orden gubernamental y de gestión pública”. Sin embargo, la ampliación de las condiciones democráticas y libertades políticas no está exenta de contradicciones, movimientos accidentados y regresiones.

Sin embargo, la ampliación de las condiciones democráticas y libertades políticas no está exenta de contradicciones, movimientos accidentados y regresiones. Para algunos analistas, aunque se desea construir un régimen democrático, a veces la sociedad y algunos grupos políticos y actores sociales vuelven a inclinarse por prácticas totalmente contrarias a ese deseo. La perseverancia del paternalismo, la búsqueda y otorgamiento de prebendas como mecanismo de cohesión de los grupos, la inclinación por mantener privilegios o dejar intactos poderosos intereses económicos, así como el deseo de tener un “hombre fuerte” que establezca las reglas para todos, “hacen dudar de la verdadera voluntad democrática de la sociedad mexicana”.

En resumen, la renovación de los movimientos opositores, el fuerte cuestionamiento a la capacidad gubernamental, el cambio de reglas entre actores políticos, los avances en términos de libertades civiles y políticas, las pugnas en cuanto a los medios para alcanzar el bien común, las transformaciones demográficas, el surgimiento de complejos fenómenos sociales, y una necesaria renovación sobre las finalidades de la educación, conforman un escenario que, inexorablemente, tendrá que empujar la reformulación de los esquemas y marcos para el análisis y diseño de políticas educativas en México.

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