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ANÁLISIS DEL CANTO 6 DE LA ILIADA


Enviado por   •  29 de Agosto de 2018  •  Trabajo  •  397 Palabras (2 Páginas)  •  1.925 Visitas

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CANTO VI DE LA ILÍADA

La Ilíada es la epopeya heroica, compuesta entre los siglos IX y VIII A.C, fue escrita por Homero y se sitúa en el último año de la guerra de Troya. Narra las hazañas de una generación ya desaparecida, capaz de realizar cosas imposibles y cuyos valores corresponden a una edad que todo lo juzga a la talla del hombre heroico, tan señalado en la guerra como en el consejo. Se divide en 24 cantos, narra cuatro grandes batallas y la acción total dura más de cincuenta días.

La importancia del canto VI está dada por tres motivos: el primero nos permite reunir una serie de datos para conocer mejor  a personajes que han sido presentados por Homero en cantos anteriores: Helena, Paris, Agamenón, Menéalo. El segundo nos permite en forma breve ver a Troya por dentro y el tercero contiene el coloquio entre Héctor y Andrómaca.

Entra Héctor al palacio y en pocas palabras Homero nos describe la riqueza y suntuosidad del mismo. El primer encuentro es con su madre, Hécuba, le ofrece vino a su hijo para que recobre las fuerzas y lo beba en honor a Zeus. Héctor no se atreve a beberlo en honor a Zeus porque tiene las manos manchadas de sangre y de polvo. Ruega a su madre que se una a las mujeres troyanas y vaya a ofrecer sacrificios a Atenea. Se dirige Héctor a la cámara nupcial de Paris, su hermano, y le hace una serie de reproches; no olvidemos que Paris, al raptar a Helena fue el causante de la guerra.

El poeta nos presenta a un Héctor ansioso de encontrar a su esposa y a su hijo: ¿A dónde ha ido Andrómaca, la de níveos brazos desde el palacio?”  Andrómaca ha ido hasta la torre, enloquecida, llorosa, pues no ignora que el desastre se está cebando en las filas troyanas y cree que Héctor puede ser víctima de su carácter.

Corre a su encuentro, acompañada de la nodriza que lleva al niño en brazos.  Héctor al verlo sonríe silenciosamente. Esa sonrisa , la primera del canto es conmovedora ya que a pesar de la ternura que le despierta su hijo, Héctor no se olvida de la gran batalla. Su rol de padre se mezcla con la de jefe de su ejército.

Andrómaca, llorosa le toma de la mano y le dice: “¡Desgraciado! Tu valor te perderá!”

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