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ARGUEDAS: TRAS UNA BENEMÉRITA AÑORANZA


Enviado por   •  29 de Junio de 2015  •  2.363 Palabras (10 Páginas)  •  129 Visitas

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“ARGUEDAS: TRAS UNA BENEMÉRITA AÑORANZA”

Muchos de nosotros ya tenemos conocimiento acerca de nuestro de lo cuan deslumbrante es nuestro país, puesto que es multicultural y biodiverso pero a pesar de ello la gente es muy arbitraria y no saben apreciar francamente lo nuestro, muy por el contrario se ridiculizan de su patria.

A su vez sabemos también que existen personas que piensan tenerlo todo, y se creen superiores a los demás. Como también personas que minimizan a los demás ya sea por su condición social o por su color de piel (racismo), algo que se contempla día a día en nuestra sociedad.

Si hablamos de un peruano que defendió a los indígenas en todos sus aspectos como sus costumbres, creencias, pensamientos y sentimientos. No puede haber otro mejor que José María Arguedas Altamirano, quien vio el mundo indígena desde una visión interna.

José María, poseía un estilo antiguo y su obra trata de implicar lo poético, con lo social y cultural, proponiendo nuevos enfoques en una nación donde hay mucha diversidad pero a la vez hay hostilidades y discriminaciones entre unos y otros. el mestizaje para Arguedas estuvo por encima de todo porque buscaba que haya una igualdad entre todas las gentes del Perú, y no que haya esa desigualdad que hasta nuestros días permanece donde unos salen más beneficiados que otros a raíz del sacrificio de la mayoría.

José María Arguedas era una persona mestiza, que vivió en dos mundos diferentes, pero siempre le dio mayor interés al mundo andino debido a que era desvalorizado, menospreciado.

José María Arguedas tubo una mirada profunda a la literatura ya que en sus obras, Arguedas plasma todo sus sentimientos y todo lo que vivió en sus tiempos, el Perú es un país que engloba una infinidad de culturas y lenguajes en el cual Arguedas se inspira en ello con un propósito de tratar de cambiar al país atreves de la literatura. Pues las personas aún nosotros englobamos un mundo ignorante en la no tenemos en claro que todos somos iguales, que todos somos peruanos, que tenemos un mismo pasado histórico y glorioso q marco en nuestro país por eso nosotros debemos sentirnos orgullosos de ser peruanos y valorar lo que tenemos.

Con la llegada de Arguedas la literatura indigenista y la serranía tomaron mucha importancia. Porque no fue un simple visitante más que trato de conocer la vida del indígena, sino que vivió en ese mundo en carne propia desde muy niño.

José María Arguedas nos introduce con sus novelas y cuentos al mundo indígena donde narra toda su cultura y extraña hasta ese entonces.

El objetivo del autor fue que el mundo entendiera que los indígenas también son humanos que sienten dolor, pena y alegría como cualquier otra persona en este mundo. Y que tienen la gran capacidad de hacer grandes obras cuando se juntan entre ellos y se lo proponen realizar.

ARGUEDAS O MUCHAS MANERAS DE VER EL PERÚ:

En el, ahora, amplio panorama literario y rica cultura peruanos, la presencia de José María Arguedas se ha hecho imprescindible, más aun si se quiere interpretar cualquiera de los espacios en los que el propio ciudadano o poblador peruano es protagonista, más allá del disfrute estético de sus obras literarias. A cien años de su nacimiento y a cuarenta y dos de su trágica muerte, esa presencia ha servido también para observarnos como ciudadanos de un país por demás extraordinario en historia, tradición, sabiduría y todo lo que se puede encerrar bajo el general y amplio concepto de cultura.

Si bien el escritor Andahuaylino es considerado, principalmente, como autor de novelas y poemas, un artífice de la palabra, y los críticos y académicos lo han encasillado en la corriente del indigenismo o indianismo, él ha realizado importantes aportes en cuanto al conocimiento social en el que ha hecho importantísimos aportes, con los que cada vez entendemos mejor nuestra compleja cultura.

La antropología peruana, le debe mucho a José María Arguedas por los trabajos etnológicos y etnográficos que hizo sobre mitología prehispánica, música popular, folklore, el idioma quechua, la educación popular, historia y costumbres de pueblos andinos, hasta entonces ignorados por la visión “costeña” o centralista de la que el Perú aún no puede despercudirse. Resultado de esas investigaciones están la revaloración de expresiones artísticas y rituales como “la danza de las tijeras” o la fiestas patronales en honor a la Virgen de la Candelaria, de Puno.

Al mismo tiempo, el país le debe a Arguedas una de las miradas, enfoques, puntos de vista más interesantes y sinceros que se tienen de la realidad peruana, no solamente de la etapa que a él le tocó vivir, sino de toda la historia de un país que ha crecido desgarrado por miradas y percepciones divergentes, por la permanente y violenta pugna de culturas y por un proceso de mestizaje muy complejo. Pero, tal vez, sea la emotiva manera de retratar el Perú, desde la artística contemplación literaria hasta la estricta percepción científica social, que defendió hasta el último instante de su vida, el mayor aporte que este sencillo hombre provinciano hizo a un país tan entreverado y heterogéneo, tan desangrado y humillado, tan rico y opulento, tan diverso y hermoso, tan sufrido, tan amado.

Sin embargo, así como fue querido y respetado, Arguedas sufrió el espabilado ataque de quienes no comprendieron, o no quisieron hacerlo, el fondo de su obra literaria y propuesta cultural, lo que terminó sumiéndolo en la depresión, que ya era parte de su vida íntima desde que, de niño, tuvo que huir de la casa para refugiarse en una alejada hacienda andina para recibir amor. Su vida personal, esa historia interna que lo atormentaba, que fue inseparable de su expresión artística y científica, también tuvo que salir a flote durante su matrimonio, su desempeño como funcionario público, como docente escolar y universitario, como escritor y como amigo, para terminar de carcomer su espíritu que, como él mismo dijo, sobrevivía sólo por amor al Perú.

Las obras de Arguedas, de alguna u otra manera nos da a entender, cómo él vio el Perú en ese entonces, y no hemos hecho lo que nos ha ido proponiendo en cada una de sus páginas, ver el Perú. Seguimos estudiando, y por supuesto disfrutando la obra de Arguedas, pero no hemos hecho el afán de percibir al país desde aquellos lados lóbregos con los que se manifiesta, sus canciones, danzas, costumbres, ritos y formas de convivencia que son, finalmente, los aspectos en los que se reconoce el espíritu de un país, una nación.

Al aducir “lados lóbrego” me refiero a que, a pesar de que conocemos y hemos visto muchas manifestaciones culturales, tanto de las grandes ciudades o de las pequeñas comunidades,

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