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Abolicionismo. Ideas de Hulsman y Christie

ivania040727 de Noviembre de 2013

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Introducción

En los últimos treinta años, el derecho penal se ha planteado seriamente la necesidad de implementar el castigo estatal en forma de encierro como ultima ratio para tender a la solución de los conflictos sociales. La máxima expresión de la crítica a la necesidad de la existencia de un aparato de poder como el descrito, la efectuó el abolicionismo, en sus diversas manifestaciones.

En otro orden de ideas, pero no alejado de los principios rectores de la teoría mencionada, Michel Foucault se cuestiona sobre la noción de “ciencia humana”, y sobre el rol del Hombre dentro de las mismas. El punto de conexión de ambos extremos ideológicos, es el centro de análisis del presente trabajo.

Es decir, considero que los cuestionamientos que se le han efectuado al abolicionismo penal como alternativa posible de realización, pueden ser respondidos desde la perspectiva del estructuralismo foucaultiano, en virtud de la noción de a historicidad que brinda de las ciencias humanas y, por ende, del Hombre.

EL ABOLICIONISMO

CONCEPTO

* Concepto etimológico: Abolir es anular, dejar sin efecto, fuerza o vigor un precepto, tendencia o costumbre. Etimológicamente significa suprimir.

* Concepto criminológico: Si trasladáramos el término al terreno de la criminología y del derecho penal, podríamos decir que el abolicionismo es aquel movimiento que pretende la desaparición total o parcial o la reducción del sistema penal no admitido por la sociedad.

* Concepto doctrinario: Si tomamos los estudios que en el campo jurídico-criminológico se han hecho sobre tal corriente, puede afirmarse que el abolicionismo es el conjunto de aquellos pensamientos valorativo-morales (axiológicos) que encuentran como ilegítimo el derecho penal, bien porque no le admiten ninguna finalidad posible que Justifique las aflicciones que comporta, bien porque estiman ventajosa la desaparición de las sanciones penales en su forma jurídica, para cambiarlas por medios Pedagógicos o instrumentos informales y sociales.

Esta corriente de pensamiento, tiene como premisa básica justamente la abolición de las penas y el sistema penal en general, asegurando que el mismo no pudo lograr soluciones concretas para los conflictos sociales. Insisten en que no se debe intentar encontrar soluciones dentro del sistema penal actual, sino que se debería hallar una alternativa al mismo.

Antecedentes

Se señala que los orígenes de esta corriente se ubica en el siglo XVIII, en el marco del debate en torno a la prisión como pena; quienes abogaban por este, lo hacían motivados a erradicar las prácticas de castigo físicos característicos de la época. No obstante, no es sino has el año de 1983 cuando aparece como movimiento en el congreso mundial de Criminología, celebrado en la ciudad de Viena. Por lo cual podemos ubicar a la propuesta abolicionista en la parte norte de Europa. Esta corriente parte de la propuesta de abolir las cárceles y el derecho penal, sustituyéndolos como instrumento de control formal, atreves de instituciones alternativas.

Se pueden mencionar como antecedentes del actual abolicionismo:

* En primer lugar, el movimiento para la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos, que se inicia en el último tercio del siglo dieciocho, momento en el que con la introducción de la idea del individuo como sujeto de la historia es entendido como movimiento moral.

* En segundo lugar, tenemos el Movimiento de abolición de la pena de muerte, y también desde el siglo XIX la corriente para la abolición de la prostitución. Asimismo no hay que olvidar el movimiento abolicionista de los castigos corporales, cuyo éxito trajo como consecuencia el nacimiento de la institución carcelaria, que es precisamente el blanco fundamental de los movimientos abolicionistas actuales.

El abolicionismo penal como alternativa viable

Esta rama del pensamiento ha surgido en medio de la posmodernidad. Más allá de lo equívoco que pueda resultar éste término, se puedo hallar acuerdo en concebir que pretende superar a la modernidad base que ha dado cimiento a la noción de Hombre que Foucault afirma está en peligro de desaparición- usando sus propias herramientas. Es decir, dado que “...los grandes discursos han perdido validez (el discurso emancipatorio de la Ilustración y la especulación filosófica del idealismo alemán) ello significa que las antiguas ideologías se han hecho inoperantes, no sólo para legitimar y justificar la organización de los saberes, sino también inútiles y obsoletas para dar coherencia y fundamento a las prácticas políticas”.

El abolicionismo, pese a haber surgido con un sustento político en el anarquismo, en la actualidad de su desarrollo teórico puede separarse de esa concepción de la Teoría del Estado, y reunir en su seno al conjunto de ideas a través de las cuales se postula la desaparición del sistema penal, y su reemplazo por modelos de solución de conflictos alternativos, a partir de reconocer la deslegitimación del poder punitivo y su incapacidad para resolver conflictos.

Dentro de los principales mentores de esta corriente del pensamiento, pueden ser mencionados: Louk Hulsman, Thomas Mathiesen, Nils Christie y Michael Foucault quienes se encuentran en el punto más radical del referido conjunto de ideas, lo que habilitó a la doctrina a considerarlos dignos representantes del abolicionismo, en su versión moderada y extrema.

Hulsman, por su parte, llega a concluir que el sistema penal es un problema en si mismo, con una creciente e innegable dañosidad social, razón por la cual entiende que es conveniente su abolición plena como sistema represivo. Las razones principales que bregan a favor de ésta abolición son tres: por un lado, causa sufrimientos innecesarios que socialmente se reparten en forma injusta; por otro, no tiene efectos positivos sobre las personas involucradas en los conflictos; y finalmente- su contralor es difícil. Propone su reemplazo por un sistema intermedio de solución de conflictos, además de propugnar la abolición del lenguaje del crimen y la criminalidad. Los conflictos no desaparecen, sino que –por el contrario- se redefinen como situaciones problemáticas, que permiten soluciones efectivas entre el ofensor y el perjudicado, sin la intervención del poder punitivo.

Mathiesen, en tanto, es un verdadero estratega del ideal abolicionista. Su pensamiento procura edificar una construcción que se traduzca en una praxis política superadora de límites, en forma de algo inacabado (unfinished). Para ello, imagina una táctica que impida la inmovilización del proceso unfinished por vías de contraestrategias retrógradas de poder. La táctica inversa que propone, se relaciona con la existencia de un sistema que frene cualquier contratáctica de normalización ensayada mediante un camino progresivo siempre tendiente a la abolición.

En su action-research, Mathiesen señala que las dos condiciones principales que debe tener todo sistema abolicionista son: su permanente relación de oposición (puntos de vista teóricos diferentes respecto de la base del sistema) y de competencia (acción política práctica desde afuera hacia adentro) con el sistema penal.

Nils Christie se halla más cerca de la posición de Hulsman, y desde lo sociológico- critica a Durkheim, en cuanto éste proponía que el proceso de modernización hace progresar a la Sociedad, pasándose de una solidaridad mecánica a otra orgánica, y disminuyéndose el componente punitivo de aquella. Por el contrario, el autor nórdico sostiene que la solidaridad orgánica en su máxima expresión se halla en las sociedades limitadas, cuyos miembros no pueden ser sustituidos, a diferencia de los grandes grupos, donde se limitan las condiciones de solidaridad y los papeles obligatorios se sustituyen con facilidad, a través del mercado de trabajo, donde los excluidos se vuelven candidatos ideales para el poder punitivo.

La nota distintiva sobre los pensadores abolicionistas, la colocan –a mi juicio- Zaffaroni, Alagia y Slokar, cuando consideran que, en un sentido amplio, Michel Foucault es un autor que se enrola en aquella línea crítica al sistema penal en su conjunto. Como bien señalan los autores antes mencionados, el filósofo francés marcó con acierto el modo en que los conflictos fueron confiscados por el Estado a las víctimas, ello como presupuesto de la formación de los Estados Nacionales, negando el modelo de una parte que supere a las otras partes en conflicto como una instancia superior decisoria, de lo que da cuenta sus ideas vertidas en las conferencias que se editaran bajo el nombre de “La verdad y las formas jurídicas”.

En cuanto a las tácticas y estrategias para enfrentar al poder punitivo, es interesante destacar la que Foucault define como del yudoca; esto es, aprovechar la debilidad del poder cuando éste descarga su violencia. Su noción de micropoderes es útil, asimismo, para considerarse en la oposición y en el centro del sistema, al mismo tiempo.

Más allá de lo brevemente esquematizado respecto a éste movimiento del pensamiento penal, se puede afirmar con acierto que el abolicionismo resulta ser el corolario de la lucha por la deslegitimación del sistema punitivo, como aparato estatal de represión. Este grupo de ideas, desde lo estratégico, lleva a la abolición del poder punitivo como objetivo; desde lo táctico, sus pensadores proporcionan pistas

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