Alquimista
Enviado por velen • 1 de Septiembre de 2013 • 1.144 Palabras (5 Páginas) • 328 Visitas
Como una novela, de Daniel Pennac
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image Título: Como una novela Autor: Daniel Pennac Editorial: Anagrama Año de publicación: 1993 Páginas: 169 ISBN: 8433913670
Hace mucho tiempo que conocía, aunque fuese de oídas, este libro que me habían recomendado muchos amigos, conocidos, blogeros o profesores. Y ahora, gracias a la reseña de Blanca en su blog Al calor de los libros, por fin me he animado a cogerlo de la biblioteca y leerlo. Aunque en realidad no lo he leído, lo he devorado, porque sus 169 páginas solo me han durado una mañana, dos viajes en autobús.
Este ensayo escrito por Daniel Pennac, profesor de Literatura en un instituto de Francia, engancha desde la primera página y cuando llegamos a la última casi sin darnos cuenta, en un suspiro, nos da mucha pena que se acabe y, al mismo tiempo, nos deja una sonrisa en la boca y una agradable sensación de bienestar. Al menos en mi caso, Pennac ha conseguido transmitirse su buen humor, su desenfado, su alegría y su entusiasmo y, por encima de todo, esta obra ha logrado hacerme reflexionar sobre lo afortunada que soy por amar los libros y por sentir pasión por la lectura.
Porque ese es precisamente el objetivo de este libro, lograr que los niños, que los jóvenes, que los hijos, que los alumnos se reconcilien con la lectura, que le pierdan el miedo, que lean por placer, que se sumerjan en las páginas de un libro porque ellos quieren, con libertad, sin obligaciones, como una aventura personal y no como una imposición ajena.
El libro está dividido en cuatro partes: Nacimiento del alquimista, Hay que leer (el dogma), Dar de leer y El cómo se leerá o los derechos imprescriptibles del lector. Desde las primeras páginas Pennac analiza el cambio que se ha producido en la sociedad, puesto que antes la lectura estaba prohibida, leer era en el pasado un acto subversivo y el placer de leer era todavía mayor por tratarse de algo prohibido. Leer debajo de las sábanas, con una linterna, a escondidas.
Leer es un acto íntimo, personal, pero la lectura tiene una virtud paradójica que nos permite abstraernos del mundo para encontrarle un sentido. Al mismo tiempo, no podemos olvidar que leer no es un acto pasivo. La lectura es un acto de creación permanente, porque al leer nos vemos obligados a imaginarlo todo.
Leer es un placer, algo que nos permite olvidarnos de las obligaciones, de los problemas, de las preocupaciones. Y así es como debemos inculcarles la lectura a las nuevas generaciones, como una afición, no como una obligación. No podemos permitir que un placer se convierta en una preocupación.
Preocupación por entender lo que se lee, por hacer un resumen, un trabajo, un comentario de texto o un examen. Son los padres los que en primer lugar transmiten la pasión por la lectura a sus hijos. Desde que son pequeños, a todos los niños les gusta que les lean, que les cuenten historias y cuentos. Pero una vez que ya pueden leer solos, son muchos los padres que se olvidan de esos pocos minutos que dedicaban cada día a leerles a sus hijos y del placer que eso les proporcionaba a todos, a grandes y pequeños.
Prefieren desentenderse del asunto y dejar que sea el colegio y los profesores los que se preocupen de que sus hijos lean. Ahora a los padres solo les queda comprobar que sus hijos entienden lo que leen, que lo
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