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Antimanual Del Mal Historiador


Enviado por   •  2 de Junio de 2014  •  1.277 Palabras (6 Páginas)  •  374 Visitas

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ANTIMANUAL DEL MAL HISTORIADOR

Es una obra que ya desde su título mismo y a lo largo de sus páginas, va generando en los lector una irresistible tendencia hacia la reflexión en torno a la propuesta de una nueva forma de hacer, escribir, investigar y enseñar la historia. El título escogido es altamente significativo y condensa, a mi entender, la meta principal que se propone el autor. Un lector crítico (o que intente serlo) podría preguntarse ¿hubiese sido lo mismo titularlo, por el contrario, Manual del buen historiador?.

En ninguna duda hubiera cambiado radicalmente el sentido, ya que su clave reside en la “negatividad” que encierra el mismo, en su desafiante fuerza antiestética que todo lo coloca “al revés”, en la esfera de lo “no verdadero”. Autores han destacado el carácter fructífero de la experiencia de la negatividad como guía de rechazo, negación y construcción frente a verdades consolidadas.

La negatividad resalta la “ruptura”, el “quiebre” frente a determinadas prácticas e indica así mismo nuevos caminos a seguir. Y esta es precisamente la meta principal que se propone, de construir y enseñar un nuevo tipo de historia que rechace esa historia positivista “oficial”, “acrítica”, “aburrida”, “descriptiva”, etc.

Elaborar una nueva historia crítica, en una doble dimensión teórico–práctica articulada dialécticamente: generar, por un lado, un renovado tipo de saber y de discurso historiográfico con nuevas herramientas conceptuales que permitan una mejor percepción del pasado, pero por el otro lado, promover una historia comprometida con los movimientos sociales actuales y con las necesidades del presente y dispuesta, a contribuir y a colaborar, en la medida de lo posible, en la construcción de un futuro diferente, donde se elimine la explotación económica, la desigualdad y discriminación sociales.

En el Capítulo I denominado De Antimanuales y antidefiniciones de la historia, demuestra la abundancia de la negatividad. Si en la actualidad, de las instituciones académicas surgen manuales tradicionales cuyas empobrecidas definiciones contribuyen a formar “malos historiadores” y cuyo producto es una historia“ descriptiva” y memorística”, un espacio que busque formar “buenos historiadores” debiera comenzar, contrariamente, por un Antimanual con todo un conjunto de antidefiniciones, que no sólo delimiten a qué problemas y métodos “no” debiera estar restringida la historia, sino que contribuyan a su vez, a crear las condiciones para elaborar una nueva disciplina completamente diferente.

La primer comienza por una línea temporal pasado–presente–futuro en la que el “presente no es más que una compleja articulación estratificada de distintos ‘pasados todavía presentes’.

La segunda nos conduce a las fuentes mismas, advirtiéndonos que la labor del historiador nos reduce únicamente a la tarea de archivo, sino también a la de observación y análisis de la actualidad a través de los aportes de métodos y técnicas de otras ciencias.

La tercera propone la “unidisciplinariedad” en el análisis de lo social que incluye para la formación académica, los aportes de las otras ciencias sociales.

La cuarta plantea la necesidad de una historia que abarque “la densidad misma del tejido completo de las sociedades” en todas sus dimensiones.

La quinta una buena historia crítica, reclama a viva voz, la búsqueda de modelos que posibiliten la concreción de una verdadera historia científica, crítica e interpretativa.

Otra anti-definición importante afirma la imposibilidad de restringir el marco geográfico en un análisis de caso, que ignore al contexto un día, lo bien que lo conciba únicamente como simple complemento.

Finalmente, la última anti-noción critica la mala fórmula positivista de una historia que actúa como instrumento de legitimación de los poderes dominantes, proponiendo, “no hay realidades determinadas en un solo sentido y que recupere del olvido aquellos proyectos alternativos que sucumbieron en el espacio de lucha”.

En el Capítulo II, titulado Los siete (y más) pecados capitales del mal historiador, Aguirre Rojas nos advierte, sobre los errores que cometen los malos historiadores positivistas:

El primero: no podía

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