Análisis Del Poema "Al Lector" De Baudelaire
Enviado por A.emme • 26 de Junio de 2012 • 1.988 Palabras (8 Páginas) • 4.039 Visitas
Está compuesto por 10 cuartetos (estrofas de 4 versos) de versos alejandrinos, de arte mayor donde predomina la rima asonante.
Baudelaire inaugura un nuevo concepto de belleza, deja de lado la parte romántica y se centra en el simbolismo, incluso con la forma de estructurar el poema, no es nada romántico, no sigue los parámetros del poeta romántico, es más bien simbolista. Es el primer poema que aparece el título, es una especie de prefacio, un prólogo que va dirigido al lector. Esto hace pensar que su obra está meditada, como que los poemas están uno a continuación del otro y todos están enganchados con el mismo tema, que se va ir desarrollando a lo largo de toda la obra y que este sería el inicio, el prefacio, la introducción al lector.
Encontramos una visión moral del hombre, personifica al hombre, ve la parte mala del hombre, en el fondo la constitución del hombre es el mal.
De la estrofa 1 a la 7 el poeta caracteriza y describe el estado de caída del hombre a través de comparaciones y metáforas que parten de lo real. De la 8 a la 10 se refiere particularmente al tedio.
1º estrofa: Realiza una enumeración de los pecados, todas estos sentimientos componen el alma del hombre, esto se refleja en nuestro cuerpo.. Baudelaire no los ve como abstracciones, los ve como materializaciones, como algo que hace daño al hombre y que se puede ver en las acciones y en el cuerpo. Hay una especie de ambigüedad formal que no es nada más que el reflejo de la ambigüedad moral en la que se encuentra el hombre. El remordimiento es un sentimiento de culpa, nuestros remordimientos son insuficientes, son escasos, no traducen realmente un sentimiento de culpa. Estos remordimientos se arrepienten de haber hecho algo pero ese arrepentimiento no es tan intenso al punto de que el hombre no lo vuelva a cometer, se arrepiente de haberlo cometido pero lo vuelve a hacer. Los gusanos son la imagen del mal. Nosotros actuamos como los pordioseros, que alimentan a sus gusanos, de esa manera nosotros alimentamos nuestros remordimientos. Nos arrepentimos, estamos con la conciencia pesada, pero seguimos pecando, como un círculo vicioso, siempre estamos cayendo en lo mismo.
2º estrofa: Está clara la cesura que divide el verso y muestra un paralelismo antitético. Debía ser a la inversa, deberíamos arrepentirnos más, nuestros arrepentimientos deberían ser más fuertes, más intensos, y nuestros pecados deberían ir debilitándose de a poco, pero no sucede eso, sucede a la inversa, nuestros pecados son tercos, insistimos en pecar, y nuestro arrepentir cada vez más débil. Creemos que confesando nuestros pecados ya es suficiente para pagar nuestra deuda, nuestra culpa. Porque nuestro arrepentir es débil, nuestro llanto es vil, lloramos poco y estamos arrepentidos pero eso pasa. El hombre se siente aliviado, alegre para volver al camino fangoso que es metáfora de pecado, el hombre se entierra, se ensucia. Es la ambigüedad metafísica del mal y del pecado que fascinan y seducen al hombre. El hombre tiene el impulso de ascender hacia el bien pero en este ascender se siente débil, porque su constitución es el pecado.
3º estrofa: Trimegisto es el sobrenombre del dios egipcio Thot, y significa tres veces más grande, y también del dios griego Hermes. Baudelaire ve a Satán como tres veces más fuerte, pero ese poder se lo da el hombre. El hombre se siente adormecido, cómodo, tranquilo, siente placer en la almohada del mal, como que el mal nos hace adormecer, nos acuna. Esto no es reciente, viene de largos tiempos, desde que el hombre pecó por primera vez, se dejó adormecer, acunar, dominar por el mal. La presencia de Satán, como el pecado, no son abstracciones para Baudelaire, son realidades concretas. Baudelaire decía que al hombre le es más difícil amar a Dios que creer en él, y es más fácil amar al diablo que creer en él. La voluntad es lo único para Baudelaire que puede detener el avance del mal en el ser humano. Habla del diablo como el alquimista, pero podría verse como un anti-alquimista, porque el alquimista quería el metal innoble en noble, en bueno, en puro, y el diablo es al revés, él quiere transformar lo bueno en malo. Por eso Baudelaire creía que lo que predomina en el hombre es la esencia maligna, porque el hombre se inclina más en lo malo que en lo bueno, es más fácil amar lo malo que amar lo bueno. Ve al diablo a través de la metáfora "sabio alquimista", es decir, ignorante no es el diablo, al contrario, es sumamente sabio, tan sabio que es capaz de confundir al hombre, y el hombre se deja de esa manera espantar, seducir, justamente ahí destaca la malicia del diablo, el de conquistarnos de esa manera, es decir, no creemos en él pero hacemos lo que él quiere.
4º estrofa: El diablo es capaz de anular nuestra voluntad, por eso nos transforma en títeres. El "diablo" es el término mas común para distinguir a esa esencia maligna. Nosotros somos títeres, marionetas en las manos del diablo, el diablo aparece como un titiritero. Se da lo ilógico, porque nosotros fuimos supuestamente creados por Dios, por una esencia buena, pero dejamos que nos maneje una esencia mala, es una paradoja. Encontramos encantos en cosas repugnantes, por eso llegamos a esos extremos, a esas paradojas de la vida. El infierno es visto como que un infierno vivido aquí por el ser humano, no un infierno del mas allá, como que el hombre se va degradando, va descendiendo cada vez mas, y ese descenso es continuo, porque vamos descendiendo día a día, pero lo hacemos sin espanto, sin temor, sin miedo, el hombre no tiene miedo al castigo porque no cree en el infierno, si sintiera miedo al castigo no haría determinadas cosas. Utiliza una sinestesia cuando dice "tinieblas que apestan", aparecen sensaciones opuestas unidas, sensación visual y sensación olfativa, todo eso viene a mostrar es la confusión en la que se encuentra el alma del hombre. Esas tinieblas que apestan
...