Análisis de los libro de Michel Foulcault
Enviado por zaimen • 9 de Enero de 2014 • Resumen • 4.425 Palabras (18 Páginas) • 330 Visitas
El libro comienza hablando de Damiens , un hombre que fue condenado el 2 de marzo de 1757 a “pública retractación ante la puerta principal de París de la Iglesia de París” “donde debía ser llevado en una carretilla desnudo, y ahí le llevarían sobre un cadalso donde le atenazarían las tetillas, brazos, muslos y pantorrilas, y su mano derecha quemada con fuego de azufre , (puesto con esa mano había cometido el crimen), y sobre las partes atenazadas se le verterá plomo derretido, aceite hirviendo, pez resina ardiendo, cera y azufre fundidos juntamente, y a continuación, su cuerpo estirado y desmembrado por cuatro caballos y sus miembros y tronco consumidos en el fuego, reducidos a cenizas y sus cenizas arrojadas al viento”
Así es como Michel Foulcault comienza su ensayo, y a continuación nos describe escrupulosamente todos los altercados que ocurrieron, como por ejemplo los caballos nos estaban acostumbrados a tirar y tuvieron poner 6 caballos, pero por si esto no fuera suficiente, le cortaron los nervios y rompieron a hachazos las coyunturas para que los caballos pudieran desmembrarle, esto se conoce como suplicio , es la época en la que fue redistribuida en Europa y Estados Unidos toda una economía del castigo.
A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX desaparece el cuerpo como blanco mayor de la represión, y a pesar de algunos grandes resplandores, la sombría fiesta punitiva está extinguiéndose, el castigo poco a poco ha cesado de ser teatro, la desaparición de los suplicios podría fecharse entorno a 1830-1848.
Ahora la tendencia era más hacia la privación de libertad, como podía ser la reclusión, los trabajos forzados, la deportación, penas que recaen directamente sobre el cuerpo, pero a un nivel más psicológico que físico, podría decirse que el castigo recae más sobre el alma que sobre el cuerpo
Es importante detenerse en el análisis de una cuestión y es que como el propio Foulcault señala , el objeto del crimen, es decir aquello sobre lo que se ejerce la práctica penal , ha sido profundamente modificado, antes , se juzgaba igual a un asesino que a un ladrón ( en el libro explica como dieron muerte a una mujer en el cadalso por robar 20 metros de tela ), posteriormente cuando se fue eliminando el suplicio, se encarcelaba siguiendo el mismo criterio, a asesinos, ladrones, vagabundos, niños vagos.... , y a continuación, se paso a clasificar a la gente, es decir, primera planta para asesinos, segunda para ladrones e.t.c.
Desde los 150 o 200 años que hace que en Europa se han establecido nuevos sistemas de penalidad, los jueces poco a poco se han propuesto juzgar otra cosa distinta del delito , que es el alma del delincuente.
Ahora se preocupan aparte del delito en si mismo, es decir del hecho, de si ha sido una reacción psicótica , episodio delirante. No ya sólo quien ha sido el autor de dicho delito sino cómo asignar el proceso causal que lo ha producida, qué medida será la más apropiada para la evolución del sujeto.
Esta nueva orientación de las penas contrasta con los medios del XVIII, donde lo primordial es que el condenado confiese, y sufra la imposición del poder sobre su cuerpo, todo esto claro está ante los ojos del pueblo, y finalmente termina con la exposición del cadáver en el lugar de su crimen, o en la misma posición que sus víctimas, ..... Era una reproducción casi teatral del crimen en la ejecución del culpable: los mismos instrumentos , los mismos gestos.
El papel del pueblo en este caso es ambiguo, por un lado se llama como espectador , ser testigo es un derecho que el pueblo reivindica, muchas veces el pueblo acompaña el suplicio con gritos e insultos al condenado, pero otras muchas, debido al horror y a la atrocidad de los suplicios , el pueblo apoya al condenado e incluso se revela, e intentan arrancar a este de las manos del verdugo.
Foulcault destaca que cuando el condenado esta apunto de morir puede decir lo que quiera por muy inmoral, o prohibido que este, y el pueblo lo aclama, se cambian los papeles, los criminales se convierten en héroes y las potencias en criminales.
Otra causa de agitación era la diferencia de las penas según las clases sociales, por ejemplo cuando se ejecutaba a criados con frecuencia había protestas, pero muchas veces a la gente de clase alta e incluso curas no se le aplicaba la misma pena que al resto de los criminales de clase inferior.
Podría decirse entonces que el suplicio cumple dos consecuencias una deseada y otra no deseada y por lo tanto no prevista. La consecuencia deseada es castigar al culpable haciendo caer sobre el todo el poder ante los ojos del pueblo, para que este vea cuan poderoso es el rey o el príncipe y lo que les pasará si actúan de igual o parecida forma, y la consecuencia no deseada es que el pueblo se siente más cerca que nunca de los criminales, e incluso los apoya, sienten pena por lo que les sucede y en ocasiones se revelan e intentan salvarlos( en ocasiones a determinados condenados se les convertía en una especie de santos) .Uno de los primeros clamores del pueblo fue para pedir la supresión de los suplicios.
Se desarrollo una literatura del crimen totalmente distinta, en la que el criminal aparecía glorificado.
Además no podemos olvidar que “si el pueblo se acostumbra a ver correr la sangre, pronto aprenderá que no puede vengarse si no corre sangre”
La protesta contra los suplicios se encuentra en la segunda mitad del siglo XVIII, entre los filósofos y los teóricos del derecho , entre juristas, curiales y parlamentarios , opinan que hay que castigar de otro modo, deshacer ese enfrentamiento físico del soberano con el condenado, muy pronto el suplicio se hace intolerable, dicen que en el peor de los asesinos , una cosa al menos es de respetar cuando se castiga se “ humanidad”, y ponen de manifiesto que a finales del siglo XVII disminuyeron los crímenes de sangre pero aumentaron los delitos contra la propiedad, los criminales de fin del XVII son “ hombres agotados, mal alimentados, dominados en absoluto por la sensación del instante, iracundos..”. En palabras del autor esta ocurriendo lo siguiente “ se afirma la necesidad de definir una estrategia y técnicas de castigo , la reforma penal ha nacido en el punto de conjunción entre la lucha contra el sobrepoder del soberano y la lucha contra el infrapoder de los ilegalismos conquistados y tolerados”
La semiotécnica con que se trata de armar el poder de castigar reposa sobre las siguientes premisas:
- El castigo no tiene que emplear el cuerpo sino la representación, lo que debe llevarse al máximo es la representación de la pena, no su realidad corporal
-Entre las penas y en la manera de aplicarlas en proporción a los delitos hay que elegir los medios que hagan en el ánimo del pueblo la impresión más eficaz y la
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