Arquitectura Bioclimática

Los efectos del deterioro ambiental han sido particularmente visibles en las últimas décadas del siglo XX. Su manifestación se ha dado de forma tan alarmante, que se ha generalizado la preocupación por el uso (y abuso) de los recursos medioambientales; tornándose en décadas recientes en uno de los temas primordiales de debate a nivel internacional (Tejero, 1997). Esta preocupación por el devenir del medio ambiente se ha infiltrado inclusive en el campo de la arquitectura, tal es así que ésta se ha visto en la obligación de acudir a métodos más respetuosos con la naturaleza y hacer uso de nuevas técnicas para contrarrestar los daños ocasionados por el ser humano a lo largo de las últimas centurias. (Tejero, 1997) Es en este marco que se ha desarrollado la rama de la arquitectura bioclimática, la cual constituye un excelente recurso para aminorar el impacto sobre la naturaleza y utilizar de manera efectiva los recursos naturales. Ésta consiste en un proceso que permite desarrollar varias alternativas de producción industrial que sean amigables con el medio ambiente, ya que hace uso de nuevas tecnologías innovadoras, además de que constituye una excelente técnica para el ahorro doméstico de energía y contribuye a la disminución de los impactos medioambientales que la acción humana a generado en la naturaleza.

La arquitectura bioclimática es una técnica bastante sencilla pues es una “arquitectura con sentido común”, ya que sus bases radican en la utilización y optimización de los recursos que nos provee el medio ambiente. Su objetivo es sacarle el máximo provecho a las condiciones ambientales del sitio en el que se edificará la estructura, para así lograr un diseño confortable que apenas recurra a sistemas que requieran combustible extra para ser puestos en marcha (LA ARQUITECTURA BIOCLIMÁTICA). Uno de los aspectos fundamentales en la construcción de estructuras bioclimáticas es el ámbito de los materiales. Los materiales más favorables en la construcción bioclimática son aquellos que poseen una concentración energética nimia y además se recomienda “Elegir materiales sanos, […], de bajo impacto ambiental y nula incidencia negativa sobre la salud de trabajadores y usuarios. Además, duraderos, fácilmente reparables, desmontables, estandarizados, reutilizables y reciclables” (IDAE & Institut Cerdá, 1999). Al aspecto de los materiales de construcción se suma otro aspecto fundamental, las técnicas que han de ser usadas para llevar a cabo la edificación del proyecto. Una de las técnicas más útiles de las que la arquitectura bioclimática hace uso es la biomimética. La biomimética, promueve un modelo qué tiene como fin encontrar soluciones para aquellos problemas humanos, que la naturaleza ha resuelto, imitando los mecanismos que ha desarrollado naturaleza (Yahya 12-14). En el campo de la arquitectura los aportes más valiosos de la biomimética han sido realizados principalmente en lo referente a la optimización de energía. Un ejemplo importante respecto a este asunto, es el sistema creado por el arquitecto Mick Pearce, quien “construyó un edificio de mediana altura basándose en el modelo de montículos de las termitas, que mantienen una temperatura casi constante de 31 grados centígrados incluso cuando la temperatura exterior varía de 3 a 42 grados” (Freedman, 2010) . Lo particular de esta estructura radica en el ahorro de energía, pues este oscila entre un noventa por ciento en comparación con un edificio regular de

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