Avanzamos o retrocedemos?

¿Avanzamos o retrocedemos?

La educación es un aspecto de suma relevancia, y a su vez, muy importante en nuestro país, contando con tres niveles generales; la educación básica, media y superior, las cuales están regulados por el Ministerio de Educación, y al mismo tiempo, el consejo superior de educación (CSE), el cual tiene como estricto deber verificar el reconocimiento oficial de las universidades e institutos profesionales, controlar su desarrollo, establecer sistemas de examen selectiva y acreditación, recomendar sanciones y realizar estudios sobre la educación superior, lo que en cuentas básicas significa, verificar que los estudiantes tengan el derecho a una educación de calidad. El derecho a la educación y la libertad de enseñanza están protegidos en la Constitución política de la República (Academic, 2000), sin embargo, a pesar de que el derecho a la educación está constitucionalmente resguardado, en Chile, sobre todo en este último periodo de tiempo se han desatado una serie de problemáticas que están relacionadas con la calidad y el acceso, sobre todo en la educación superior. En el transcurso de los ocho últimos años se han manifestado grandes olas de movilizaciones debido a la situación educacional en Chile. La última gran y masiva ola de protestas ocurrida en el año 2011 trajo como consecuencia que más de 800 escuelas municipales cerraran y apenas el 36% de los alumnos estén inscritos en colegios públicos. Lo que nos conlleva a una enorme interrogante: Con las movilizaciones, ¿Nos movemos hacia adelante o hacia atrás?

Las movilizaciones estudiantiles, ya sean en formas de marchas, protestas, los llamados “paros” en universidades y liceos, o las “tomas” de estos, son provocadas por el constante deseo de demostrar el descontento, por parte de los estudiantes, de una mala calidad en la educación y por el escaso acceso que tenemos a ella, pensando que es la única forma de presionar al gobierno para que se hagan cambios reales, y de alguna manera poner al sistema en Jaque-mate. Sin embargo, constantemente vemos flaquezas en estos movimientos, una de ellas, es que las principales demandas de las movilizaciones estudiantiles en Chile van orientadas a la educación superior, o sea, a las universidades, siendo que lógicamente, el déficit o problema se presenta en la educación básica y media. Según los resultados SIMCE, se presentan distintas bajas en los 4 últimos años, dentro de ellas en matemáticas de cuarto básico, se produjo una baja de 5 puntos del año 2012 al 2013 (261-256 puntos) y junto con esto, aumento a un 2,2% el porcentaje de estudiantes que obtuvieron un nivel insuficiente, asimismo los alumnos bajaron de 267 a 264 puntos en Lectura, y descendieron de 259 a 255 puntos en Ciencias, de la misma manera en segundo medio se registró un descenso de 5 puntos en la prueba de lectura, pasando de 259 puntos en el 2012 a 254 puntos en 2013 (Emol, 2014). Con los resultados anteriores se evidencia claramente que no se podría impartir una enseñanza de calidad y alta exigencia a quienes presentan una deficiente base educativa, ya que ni siquiera podrían alcanzar puntajes mínimos en las pruebas de admisión a universidades, lo que conllevaría a no conseguir becas por puntaje o excelencia académica y pensando más a futuro, no se podrían desempeñar de manera correcta en la enseñanza superior. Es muy poco probable que se puedan obtener buenos resultados en la educación superior si anterior a esto no se mejora la educación básica ni media. Esto demuestra que el foco de las movilizaciones estudiantiles no está puesto en lo importante sino en lo urgente, lo que se llamaría una solución “parche” a corto plazo.

Otro punto en contra del movimiento estudiantil, es que, dentro de los petitorios, los puntos más importantes son peticiones de largo plazo, siendo que el movimiento estudiantil se puede catalogar de corto plazo, o simplemente fugaz debido a su cortísima extensión, ya que si el gobierno no ejecuta resultados palpables para los estudiantes, el movimiento

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