¡Ay de vosotros, abogados!
Enviado por FlorIvette1589 • 14 de Septiembre de 2015 • Resumen • 1.827 Palabras (8 Páginas) • 1.729 Visitas
¡Ay de vosotros, abogados!
En cada época existe un grupo de muchachos brillantes, conocedores de su negocio y celosos de sus conocimientos, que mezclan competencia técnica con fina y simple charlatanería para erigirse en amos de sus semejantes.
La mayor parte de legisladores son abogados, los presidentes, gobernadores, intendentes, así como consejeros y asesores, son abogados: ellos administran nuestras leyes.
En nuestra vida privada no podemos comprar una casa o alquilar un departamento, casarnos o divorciarnos, morir y dejar una herencia sin tener que llamar a nuestro auxilio a los abogados, para que nos guíen a través del amasijo de confusiones y formalismos que ellos mismos han creado.
Si no manejamos nuestro gobierno, actividades privadas y negocios conforme a normas inteligentes de alguna especie, sólo tendremos caos, o, quizá, un regreso al imperio de la fuerza de la cuestión.
El lenguaje legal está compuesto de palabras latinas, francesas o del inglés antiguo, que hace tiempo hubiera caído en desuso de no haber sido por el derecho. Es un lenguaje que nadie, excepto un abogado, comprende o puede comprender.
Aunque el estudio del derecho no hace a los abogados más sabios que los demás hombres, sino apenas más vivos.
El derecho es el pájaro loco de las ciencias. Este, por supuesto insiste en volar hacia atrás porque no le interesa tanto lo que ocurre como aquello que ya sucedió, no puede quitar la vista de lo que dejo atrás. El derecho jamás reconocerá que pueda existir algo verdaderamente nuevo debajo del sol. Pequeñas variantes de antiguas situaciones. Pretende ser una enorme compilación de mortíferas verdades de alcance tan amplio y variantes tan infinitas que puede contener cualquier cosa, y aun ocultar dentro de la vastedad de sus límites la solución de cualquier problema humano.
El hombre común piensa generalmente en el derecho como un conjunto de las leyes que los diversos gobiernos sancionan, reforman y derogan constantemente, en cambio para el abogado hay una gran diferencia entre la ley y las leyes.
El contrato es uno de los más firmes, venerables y poco políticos campos del derecho. Es el que se ocupa de los convenios, negocios y demás que los hombres celebran entre sí. En estos es necesario contar con la aceptación de las partes, ya que antes de que nazca un contrato la oferta debe de haber sido aceptada, el propósito es asegurar equidad en el contrato.
En el derecho nos rige una constitución, pero ella sólo es lo que los jueces dicen, la suprema corte de justicia es considerada como el mejor tribunal del país, sus miembros están empapados en el conocimiento de la técnica de la lógica, legal. Esta hace un despliegue de conceptos abstractos, y procura encontrar la respuesta específica del problema en conceptos generales, vagos, etc. La corte se ha autolimitado imponiéndose la obligación de aplicar el derecho que surge de los precedentes creados por tribunales locales.
La constitución protege, dentro de ciertos límites, la libertad de expresión del hombre y para que este ponga su mano sobre la boca de otro para impedirle hablar, algunas partes de la constitución han sido escritas en tan simple lenguaje que nadie, ni siquiera un abogado, podría equivocarse al interpretarlas, mientras otros textos de la constitución resultan menos claros, pueden contener expresiones legales brumosas.
La corte da el argumento perfecto para calificar de inconstitucional a las leyes federales es aún más difícil de relacionar con la propia constitución. El principio general es que el gobierno federal no puede hacer cosa alguna a menos que la constitución específicamente lo autorice. Otro poder dado por la constitución al gobierno federal es el regular el comercio interestadual.
La reforma de la constitución relativa al impuesto a la renta permitió al congreso aplicarlo a rentas, originadas en cualquier fuente. Hacernos pagar impuestos sobre nuestros sueldos, como se hace con todos los individuos, equivale a obligarnos a soportar una rebaja de aquéllos, y esto es ciertamente inconstitucional.
Por tratarse de una sentencia de la corte es afortunadamente breve. Se relaciona con el favorito trampolín constitucional de la corte. La opinión de la mayoría es el derecho, el evangelio, hasta el punto de que con los jueces disidentes deben aceptarlo como tal en el futuro para resolver otros casos.
Ningún Estado tiene jurisdicción para gravar tierra fuera de sus límites, la corte ha creado otros relativos a lo que los Estados pueden incluir o no en su jurisdicción impositiva, gran cantidades de bienes muy difundidos hoy, tales como acciones, obligaciones, créditos hipotecarios y certificados de fideicomisos, no son tan estables y tangibles como la propiedad inmueble, y muchos Estados, con gran disgusto de los propietarios, procuran crear impuestos sobre ellos.
La corte suprema ha establecido el principio de que si dos Estados intentan gravar la trasferencia de los mismos bienes a la muerte del dueño, inevitablemente uno de los dos Estados carece de jurisdicción para gravar la trasferencia, aun cuando el dueño haya vivido en uno de los Estados teniendo los bienes en otro.
Los abogados han hecho tal lío con el juego de palabras que llaman razonamiento legal a todo su esfuerzo, pero mucha gente ha sospechado que con sus grandes frases los abogados no hacen otra cosa que practicar charlatanismo al por mayor, pero cuando llega el momento de poner en descubierto sus infinitas trampas, no es posible convencer al público de que se moleste en escuchar.
El derecho dice que todo lo que en el momento presente parezca deseable es correcto, una excepción a la regla de los derechos igualmente deseables, en el sentido de que la negación de todo lo que parezca deseable puede tener cierta connotación de nobleza, y convertirse así en algo deseable por derecho propio, y por lo tanto correcto.
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