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En la ciudad de México una de las cosas más importante era la organización de la vida económica. En 1523 se pidió un permiso para formar un gremio a favor de hombres del mismo oficio para obtener beneficios para su grupo. Al terminar el siglo XVI se concedieron 153 ordenanzas, en donde los gremios quedaron subordinados al poder municipal.

El cabildo fue el que formulo las ordenanzas de cada gremio basándose en los gremios de España, que el propósito de estos era proteger a sus miembros. Estas ordenanzas tenían les decían como es que debían trabajar y entregar su trabajo y los dividían en aprendices, oficiales y maestros. El número de maestros siempre fue más reducido que el de oficiales y aprendices, solo se otorgaba la plaza de maestro cuando había una vacante del mismo, ya sea por la muerte o abandono del mismo de su oficio. Los maestros también eran dueños de sus propios talleres y materiales.

Al principio de la Colonia, se formaron gremios para los oficios más importantes y dejaron a los indios los trabajos más arduos y menos gratos, ahí sus ordenanzas excluían a las razas. Con el paso del tiempo al establecer nuevos gremios o al reformar ordenanzas se permitió la entrada de indios o de otras razas a los puestos de oficiales y en algunos casos de maestros.

La mayoría de los gremios de la

Ciudad de México eran de artesanos, pero también existían ordenanzas para los que combinaban la producción con el comercio. Asimismo dentro del sistema gremial ocupaban un lugar los maestros de primeras letras, los cuales disfrutaban de fueros adicionales otorgados por los reyes a los maestros españoles. En 1319, Enrique II había declarado que los maestros en España debían recibir tratamiento especial y Carlos V hizo explícitos estos privilegios. Dentro de ellos se prohibió al poder público encarcelar a un maestro. Para llegar a ser aspirante a maestro tenía que probar que era de sangre pura, cristiano viejo, hijo legítimo y de buena vida y costumbres.

La idea de limitar la profesión de primeras letras a los españoles es porque creían que los maestros de color arriesgarían la educación moral y religiosa de los niños. En 1601, el virrey Conde de Monterrey no aprobó la segunda ordenanza que restringía el magisterio a los españoles, opino que el que cumpliera con los requisitos y conocimientos podría ser maestro, sin distinción de raza. Un siglo después se aprobó la segunda ordenanza.

El gremio de maestros reglamentaba un orden liberal, sus ordenanzas fueron diferentes a los demás gremios, en ellas no mencionaron las etapas de aprendiz ni oficial, ni el horario ni el precio que cobrarían por jornada de trabajo; pero lo que si mencionaron fueron los requisitos de raza, religión y conocimientos

para ser admitidos al examen. Se reglamento la ubicación de las escuelas. Las ordenanzas indicaban los conocimientos como la lectura, escritura y aritmética que tenían que llenar los aspirantes y posteriormente se indico el método de cómo debían enseñar a leer y escribir.

VIDA INTERNA DEL GREMIO.

Esta vida estaba gobernada por dos veedores, electos en enero de cada año por la membrecía. Ellos son los que se encargaban de examinar nuevos preceptores y visitar las escuelas para examinarlas que cumplieran sus reglamentos. Durante el siglo XVII, por los desordenes que hubo se nombro un Maestro examinado en calidad de tercero, este con el título de Maestro Mayor, escogido por el rey y su posición era vitalicia según el rey. Nadie supo cómo fue creado el puesto de maestro mayor.

Los maestros mayores eran la máxima autoridad del cuerpo y hacían lo mismo que los veedores pero tenían más autoridad como para expedir títulos escritos o impresos a sus Amigas, daban licencias provisionales a los maestros, y cuando había

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