Bichitos

BICHITOS

El rechazo euro norteamericano de los insectos como alimento tiene que ver con el hecho de que ésos transmiten enfermedades por su falta de higiene y la suciedad en la que habitan. El deseo de comer insectos es antinatural. Cada persona tiene una aversión instintiva hacia el consumo de pequeños invertebrados como los insectos, lombrices, arañas o lombrices de tierra, si la genealogía constituye una guía de nuestra naturaleza. La mayoría de las especies de grandes simios que viven en la actualidad consume cantidades importantes de insectos, los monos no son depredadores sistemáticos de insectos, los consumen en abundancia.

Los chimpancés cazan insectos con tanta avidez como crías de babuino y jabatos. Su afán por alimentarse a base de termitas y hormigas, los chimpancés llegan incluso a fabricarse una herramienta especial, consiste en una pequeña rama, fuerte y flexible, desojada de hojas.

Todas estas costumbres insectívoras de monos y simios son esperables si pensamos que, muy probablemente, el orden de los primates desciende de una musaraña. Al modelar a nuestros antepasados primates, la selección natural favoreció precisamente aquellos rasgos que eran de utilidad.

Franz Bodenheimer, padre de la entomología, fue el primer estudioso que documentó la extensión del apetito humano por los insectos. Bodenheimer presenta casos de insectivorismo procedentes de todos los continentes habitados. La gente parece ser especialmente aficionadas a las langostas, hormigas, los saltamontes, los grillos y las termitas, así como a larvas y crisálidas de polilla, mariposas y escarabajos. En algunas sociedades los vertebrados son utilizados como fuente de grasas y proteína animal.

En california la colonización europea, los pueblos autóctonos desconocían la agricultura y carecían de otros animales domésticos que no fueran perros y dependían de insectos para subvenir a las necesidades básicas de su subsistencia. Al final del verano las larvas de una pequeña mosca eran arrastradas hasta las orillas de las playas de California y los largos y salados de Nevada formando hileras que permitían a los indios recolectar en gran número. Con objeto de capturar las orugas de las polillas pandera, los indios provocaban humaredas prendiendo fuego bajo los pinos y esperaban a que las criaturas cayeran, atontadas, al suelo. Mujeres, niños y ancianos se ocupaban luego de matarlas y secarlas sobre un lecho de cenizas calientes. Los indios almacenaban, asimismo, langostas y larvas de polilla.

Desde el punto de vista de la alimentación, la carne de insecto es casi tan nutritiva como la carne roja o las aves de corral. Un posible inconveniente de los insectos es que están cubiertos por una sustancia dura denominada quitina, que los seres humanos no pueden digerir.

La solución al problema de la quitina es bien sencilla: cómanse los insectos en su fase de crisálida

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