Biografía Silvestre Dangong
Enviado por • 19 de Noviembre de 2012 • 1.714 Palabras (7 Páginas) • 325 Visitas
Historia
El endemoniado Silvestre
Por: Pacho Escobar
Los Dangond Corrales eran muy pobres. Finalizando los años setenta, José ‘El Palomo’ Dangond había enamorado con varias serenatas a la bella Dellis Corrales. En septiembre de 1979 se enteraron de que iban a tener un hijo. Fue un niño que nació el 12 de mayo de 1980 y a quien bautizaron Silvestre Francisco. Pronto, ‘El Palomo’ se dio cuenta de que la música no le daría el dinero suficiente para mantener su hogar con todas las de la ley, entonces decidió partir de su natal Urumita (Guajira) para buscar trabajo en otras tierras. ‘Palomo’ se le medía a todo lo que fuera y trabajó en varios oficios, entre ellos, ayudante de un camión que iba a las rancherías de la alta Guajira.
La familia se pudo estabilizar cuando consiguieron montar un restaurante en el terminal de transportes de Valledupar. Dellis preparaba los almuerzos para los choferes, José atendía la caja, y Silvestre, con apenas diez años, ayudaba a recoger los platos de las mesas. En 1993 la situación empeoró, el negocio no rentaba lo suficiente y la pareja tuvo su primer gran altercado. Eso hizo que Dellis se fuera a buscar futuro en Bogotá, mientras tanto, José se quedó en el restaurante y Silvestre se fue a vivir con sus abuelos maternos.
Silvestre fue el niño mimado de la casa de sus abuelos. Comía mucho y su abuela le alcahueteaba sirviéndole más que a sus primos. En los juegos era el único hombre entre una decena de mujeres. El niño era quien dirigía a sus primas. Mandaba desde chico. Sus amiguitas eran quienes le hacían barra cuando se presentaba en concursos de canto en el colegio. Justo por esa época, contando con escasos 13 años, grabó su primera canción, escrita por Juvenal Daza y dedicada a Valledupar.
Cuando era pequeño, a Silvestre Dangond le decían ‘Chivas’ porque el encargado de servir este whiskey a los veteranos vallenateros.
La parranda estaba en su ADN. En el colegio Parroquial El Carmelo, armaba “piquerías” en cada descanso. Silvestre y sus compañeros preferían quedarse en el salón cantando y buscando al mejor improvisador. El cuaderno argollado hacía las veces de guacharaca, el pupitre del profesor de caja y la voz de Silvestre imitaba los vientos de un acordeón. Nunca pudo con el inglés, pero la historia era lo suyo, cuentos y leyendas que ahora narra en sus discos.
Los viernes al atardecer, Silvestre se montaba en su bicicleta amarilla y se encaminaba hacia donde se reunían los veteranos parranderos. Llegaba al estanco en el cual se daban cita el acordeonista Iván Zuleta y el cantante Fabián Corrales. Con cada canción se iba acercando a ellos, hasta que, de un momento a otro, terminaba sentado sirviéndoles las bebidas y haciendo escuela. Sus nuevos amigos lo bautizarían con el alias de ‘Chivas’, por el whiskey Chivas Regal. Cuando se cansaban de cantar le cedían el turno al muchacho:
–Oye, ‘Chivas’, cántate una ahí –le decía el viejo Zuleta.
A mediados de los noventa, su papá decidió trasladarse a recuperar el amor de Dellis en Bogotá. Dejó el restaurante en manos del muchacho, pero la competencia estaba dura y era el momento de tomar nuevos rumbos. Silvestre llegó a la capital a vivir con su padre porque su mamá trabajaba de lunes a sábado como empleada de servicio doméstico en una casa del norte de la inmensa “nevera”, como llaman los costeños a Bogotá. Dellis se reunía con ellos los domingos, les dejaba lista la comida de la semana y le organizaba la ropa a su muchacho, que desde chico le gustaba andar sin una arruga en sus camisas.
Apenas llegó a la capital, Silvestre se metió de lleno en la música. Formó con un par de amigos un grupo vallenato y daba serenatas los fines de semana, animaba fiestas de cumpleaños y celebraciones empresariales. Iba y venía cada vez que podía a Valledupar, expresamente, a visitar a la que era su novia y hoy es su esposa, Pieri Avendaño.
En el año 2001, su padre logró reunir un millón doscientos mil pesos para matricular a su hijo en la facultad de arquitectura. Silvestre asistió solo 15 días a la universidad y no volvió jamás. Se escapó a Valledupar y meses más tarde regresó arrepentido pero con la promesa de convertirse en un cantante profesional. El viaje al departamento del Cesar, sin saberlo, le había traído la suerte de relacionarse con un buen amigo, el compositor y cantante Felipe ‘Pipe’ Peláez.
A su regreso comenzó cargándole los instrumentos a Peláez, escribía canciones y se las mostraba al reconocido manager Robert Meza. Los acompañaba a todas las presentaciones y algunas veces le permitían cantar una o dos canciones en las fiestas privadas. Pero sería el sanandresano Carlos Bryan Uribe y su amigo José Luis Masías quienes le darían el primer empujón. Una mañana de charla le regalarían un millón de pesos para que se dedicara por completo a sacar adelante su primera canción. ‘Pipe’ Peláez colaboraría prestando gratis su estudio.
Silvestre Dangond confesó ser un seguidor de Hugo Chávez.
Tres semanas después, Silvestre llevó el demo a Sony Music y ese mismo día firmó como artista de esa disquera. Sus días se concentraron en buscar composiciones,
...