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Enviado por chichor34 • 27 de Julio de 2011 • 1.652 Palabras (7 Páginas) • 947 Visitas
PRESENTA:
AMISTAD HOMBRE-MUJER: IMPOSIBLE
Veamos. Díganme si lo siguiente no les pasó alguna vez:
Conocés una chica en la facultad, la escuela, un cumpleaños, el club o donde sea. Pegan buena onda, charlan lo más bien, todo bárbaro. Van pasando los meses y los momentos gratos continúan y se multiplican. Ella te gusta, por supuesto, pero nunca encontrás el momento y lugar adecuado para decírselo. O simplemente no te animás. Pero la pasan tan bien juntos, ella se ríe de tus chistes, te cuenta sus cosas, confía en vos. ¿Cómo no decírselo? Y sí, llega el día en que juntás coraje, están los dos solos y se lo decís. Palabras más, palabras menos, le tirás el mensaje: “Me gustás. Quiero salir con vos, quiero que seas mi novia”. ¿Y que te responde ella? Bueno, dependiendo de su personalidad dará más o menos vueltas, se enojará, se asustará, se escapará corriendo o te colocará un cachetazo. Pero en definitiva, te rechazará.
¿Suena conocido?
El tema de la amistad entre el hombre y la mujer se ha debatido incontables veces. A riesgo de sonar pretencioso, quiero lograr zanjarlo de una buena vez, para bien de la humanidad toda. Es casi imposible, lo sé, pero si desde acá aportamos un poco de luz al asunto, me voy a dar por satisfecho.
La primera pregunta que se les viene a la mente a los individuos luego de la situación descripta al comienzo es ¿POR QUÉ? ¿Por qué pasó esto? ¿No estaba todo bien? ¿no éramos como almas gemelas? Y acá es donde las respuestas se bifurcan en el más atroz antagonismo:
Ella: ¿Cómo es posible entonces que quiera ser mi novio?
Él: ¿Cómo es posible entonces que NO quiera ser mi novia?
Lo que parecía obvio para ambos no lo era en absoluto.
Ok, lo primero que habría que aclarar es que NADA es obvio. Hay tantas opiniones y verdades como personas en este mundo, dado que son cosas subjetivas.
Decididamente hubo, desde el principio, un malentendido provocado por falta de comunicación. Y eso surgió a causa de no dejar en claro las cosas desde un principio. Él siempre tuvo la intención de ponerse de novio con ella. Ésta, en cambio, nunca tuvo esa intención, solo quería una amistad. Por alguna razón, ambos dieron por sobreentendidas estas cosas y, claro, después vino el porrazo.
Pero eso no es todo. Lo más probable es que después de la declaración, la supuesta “amistad” se vaya a la mierda y uno de los dos (o ambos) no quiera volver a ver al otro. Bastó una simple declaración, unas palabras fuertes pronunciadas, para que la amistad se hiciese añicos. Es claro que esta amistad era demasiado frágil.
Pero otra pregunta surge, aún más trascendente e importante que la primera: ¿PARA QUÉ? ¿Para qué carajo querría uno ser amigo de una mujer?
Pensemos. ¿Qué hacemos con nuestros amigos? Compartimos, básicamente. Hablamos de nuestros hobbies (fútbol ,música, etc) o los practicamos juntos, vamos a “bailar” (No bailamos, por supuesto. ¿Para qué vamos? ¡Para levantarnos minas!), les pedimos ayuda o guía cuando tenemos un problema, nos sirven de consuelo y apoyo cuando andamos mal por alguna flaca o les presumimos a la última que nos cogimos. Todo esto con buena onda. Los amigos son, sin duda, vitales.
¿Qué es lo único que no podemos hacer con nuestros amigos? Tener sexo. Ok, sé que existen los homosexuales, pero no me estoy refiriendo a esos casos, hablo desde un punto de vista masculino y heterosexual.
¿Con quienes podemos tener sexo? Con mujeres. No nos queda otra. No hay “manuela”, muñeca inflable, vagina de silicona ni oveja que reemplace a una buena mujer. Eso es claro.
Queremos tener sexo con ellas. Necesitamos tener sexo con ellas. Todo lo que hacemos tiene como objetivo, de una forma u otra, tener sexo con ellas. Es natural. Es instinto animal de supervivencia. Es libido en estado puro.
Cuando nos acercamos a una mujer es porque nos interesa sexualmente. No conozco ni conoceré a ningún hombre que, cuando ve a una mina, piense “Voy a ir a hablarle para iniciar una amistad”. No, de ninguna manera. Eso no existe. Si la mina le gusta, va a entablar contacto para acostarse con ella (o ser el novio, si es un idealista). Si no le gusta, no la va ni a saludar.
Claro que, para lograr nuestro cometido, es normal que nos mandemos cagadas, seamos demasiado amables u ocultemos nuestras intenciones verdaderas. Es así como, cuando nos queremos dar cuenta, estamos atrapados con nuestro interés erótico en una (Glup)… ¡amistad!
Yo siempre digo que no tengo amigas. Tengo “intereses” o “frustraciones”. Los intereses son las minas con las que todavía no pasó nada y tengo esperanza de que pase. Las frustraciones son, claro, las minas con las que ya intenté que pasara algo y no pudo ser. Pero como son copadas, seguí dándoles bola, aunque mis
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