Broncas de futbol.
Enviado por Bob Salinas • 25 de Julio de 2016 • Ensayo • 1.093 Palabras (5 Páginas) • 174 Visitas
Me levanté como cada fin de semana, más tarde que de costumbre, mis hijos aún dormían y mi esposa ya estaba preparando el desayuno, bajé para ver si necesitaba ayuda, la encontré en la cocina pelando algunos tomates para hacer jugo, cuando me vio me sonrió y me saludó. Luego me pidió que vaya a la tienda y compre azúcar, le hice mala cara y luego sonreí. Cuando volví, mis hijos estaban ya sentados a la mesa, ambos se habían colocado las camisetas de nuestro equipo favorito, ese día jugaban un partido muy importante, todos iríamos al estadio. Nos gustaba ir en familia y mirar los cotejos, ganen o pierdan, el gusto principal era disfrutarlo juntos. Desayunamos, reímos y nos dispusimos a irnos al estadio, Miguel me dijo que él quería ir con sus amigos, me quedé pensando, yo quería que todos fuéramos juntos, pero él insistió, miré a mi esposa y ella se encogió de hombros. No tuve mas remedio que dejarlo ir, tomó sus cosas y salió emocionado. Nosotros tres salimos de igual manera y nos dirigimos al estadio.
Casi a reventar, el partido se disputaba igual a igual, la gente se divertía, saltaba, cantaba y alentaba. Compré algunas empanadas y helados para todos, disfrutamos mucho el encuentro, en verdad que amaba el fútbol, la adrenalina, las jugadas, los dribles, las atajadas, cada parte de ese deporte me hipnotizaba. Faltaban tan solo cinco minutos para que el partido se termine, todo indicaba que sería un empate, fue entonces cuando todo el estadio empezó a silbar, el jugador más talentoso de nuestro equipo robó la pelota en el medio campo generando un contragolpe mortal, de un drible se sacó la marca de un defensa y con una pared larga logró alcanzar la línea final y con un certero pase de la muerte el goleador del club lograba anotar el gol de la victoria. El estadio gritó "gol" de forma unísona, los abrazos, los gritos y hasta algunos insultos llenos de alegría nos invadieron a todos. abracé a mi esposa e hija, pero me faltaba Miguel, me preguntaba donde estaba, seguro que celebrando también el gol del partido.
El árbitro dio por terminado el encuentro y todos muy alegres nos retiramos, lentamente salíamos por las grandes puertas del estadio, muchos con el grito de guerra del club se despedían, otros aplaudían, en fin todo era felicidad. Eso era el fútbol, energía pura, ese momento en el que la gente se olvidaba de sus problemas diarios, de las deudas, de los desamores, de las enfermedades, de los malos ratos. Y eso era para mí, un momento de esparcimiento junto a mi familia, algo hermoso, algo que llenaba mi vida de emoción, no solo a mi sino a millones de personas. Así salimos y nos dirigimos al estacionamiento para retirar nuestro coche, de pronto escuchamos gritos, miramos y vimos como miembros de las barras de los dos equipos se gritaban unos a otros, a lo lejos alcancé a divisar como algunos habían empezado una pelea, tomé la mano a mi hija y nos apresuramos para evitar incidentes. Me acordé de mi hijo Miguel, pero entre la muchedumbre era casi imposible que lo pudiese encontrar, lo llamé a su teléfono celular pero no respondía, entre tanto algarabío no
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