Buen Viaje

A las 5 de la mañana se abren las puertas del metro de la ciudad de México. Todos los días miles de capitalinos se dan presencia en este lugar, donde las clases sociales son indistintas, a medio abrir y cerrar de ojos la gente va con algún destino, la mayoría va al trabajo o de regreso del mismo, a solo 5 pesos mexicanos es lo que cuesta un viaje, una vez introduciendo tu boleto, cruzando esos fierros fríos y que al girar suenan como matraca, estás dentro.

Lo consiguiente es saber tu dirección o bien hacia donde te diriges, entre la multitud de gente que logras ver: niños, niñas, jóvenes, señores, señoras, Todos caminan como si fueran almas que van penando una pena, sin detenerse alguno van como borregos cuando el pastor las ordeña, parejos caminan al son de la canción paso a pasito.

Entrar al vagón y la mayoría aún con la almohada plasmada en sus rostros entre bostezos se puede notar que apenas despiertan. Así transcurre el tiempo y el pasar de las horas, minutos y segundos, esto va cambiando en el transcurso del día ya que ahora comienza entrar más gente y no solo eso sino también consigo mismo esas personas que salen tan pronto en un abrir y cerrar de ojos, ya hay tras de ti un tumulto de gente.

La multitud se hace presente, suben al instante cuando se abren las puertas del metro y al cerrar hacen sonar una cumbia, una salsa, una ranchera, y hasta música electrónica, no solo eso sino que van acompañados de distorsiones que sí te toca cerca un vendedor de discos con sus miles de éxitos te hace el día, ¡sí! te hace el día más estresado.

En la siguiente estación sube el de los dulces haciendo presencia de sus ricos precios, después el cantante desconocido, y luego el de las ofertas de tecnología para tu teléfono celular y claro no puede faltar un indigente pedir dinero, pero sin antes mostrar su acto, se recuesta con su espalda desnuda, gira y vuelve a caer sobre trozos de vidrio. Así es como esta gente sobrevive acompañada de miles de personas día con día.

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