CARMENCITA NO PUEDE VER EL MAR
Enviado por MARIA FERNANDA RAMOS TARAZONA • 5 de Marzo de 2017 • Ensayo • 505 Palabras (3 Páginas) • 182 Visitas
CARMENCITA NO PUEDE VER EL MAR
Un día de vacaciones, con el sol pululándose en las espaldas, más de la mitad del barrio de Carmencita se apuntó en un plan para ir a las playas de Manzanillo. Tenían todo tan calculado que cuando los hombres organizaron campeonatos de fútbol ya sabían cuál era el equipo ganador antes de llegar, al igual que las mujeres que se sabían por una compleja perspicacia los chismes que se contarían sin haber entablado la conversación. La caravana eran dos Renault nueve y un Jeep que en otros días las hacía de colectivo tragando personas por todo el Mercado hasta embutirse por completo.
Durante el viaje los más jóvenes engranaban palabras cariñosas con obscenidades peligrosas, halagos tiernos con adjetivos de doble sentido para inventarse un piropo cuyo desencanto en la mujer bonita de la calle no les producía el sentimiento del rechazo sino que liberaba entre ellos mismos una límpida risa. Fue en ese instante que la señora Otero llamó a Carmencita para que mirara al mar: un círculo de gaviotas se disputaban los peces, quizás habían encontrado algo más oculto todavía: un tubo errante del emisario submarino. Pero Carmencita no pudo ver nada, ya el mar que desnudo esperaba ser tocado con la vista yacía sepultado en un hipogeo de fuentes artificiales y ventanas azules, décimos pisos y parqueaderos subterráneos, piscinas baldías y porteros amodorrados, donde alcanzó a leer el epígrafe de las lápidas: Morros.
Imaginó entonces que el primer edificio se vino con toda la familia como ella se había venido con la suya, porque mientras su papá le metió tercera al cambio, no dejo de ver los Morros Vitri, Morros 221, Morros Berrío, Morros Jamar, Morros Uribe, Morros Araujo; Parecían los 17 hijos del coronel Aureliano Buendía o las boyas con que el Hotel Las Américas separa sus playas sólo que más grandes y condimentadas con la arquitectura moderna. En medio de sus amigos que le decían a una italiana que si la felicidad es agua y el amor es fuego cómo me gustaría ser tu bombero, Carmencita intuyó que no volvería a ver ese espacio de mar, donde antes enamoraban las siluetas de los alcatraces pirueteando zambullidas o los barcos de carga en la lejanía llevando la vida del Tramp Steamer bajo el mando del capitán Jon Iturri, y que muchísimo tiempo atrás, en la época precolombina existían bejucos que enredaban kilómetros a las orillas y cangrejos que espantaban a los dinosaurios.
Así, cosas como la contemplación de un paisaje se adjuntaron a las características que deben tener exclusivamente los apartamentos en venta, de manera que lo que dijo Neruda en su Oda a la Manzana: “quiero ver a toda la población del mundo unida, reunida, en el acto más simple de la tierra: mordiendo una manzana”, se convertirá, ya falta muy poco, en un privilegio de clases extrañas a nosotros. Sin embargo en los eclipses de sol, ellos ven con gafas especiales, nosotros con radiografías…Y vemos lo mismo.
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