CUALES SON LAS COINCIDENCIAS ENTRE LA ACEPCIÓN CLÁSICA DE LO VIRTUOSO Y LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS (IGLESIA CATÓLICA)
Enviado por cadavidosorio • 26 de Febrero de 2018 • Tarea • 828 Palabras (4 Páginas) • 228 Visitas
LAS COINCIDENCIAS ENTRE LA ACEPCIÓN CLÁSICA DE LO VIRTUOSO Y LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS (IGLESIA CATÓLICA)
Los filósofos clásicos, desde Platón hasta Santo Tomás de Aquino, pasando por Sócrates, Aristóteles y otras grandes mentes de la antigüedad abordaron el asunto de la virtud desde el enfoque de los buenos hábitos exteriorizados por la conducta humana. La virtud, de acuerdo con estos maestros siempre se evidencia en nuestras acciones, es decir, no basta con la sapiencia producto de la reflexión para hacerse de una virtud, sino que es indispensable, requisito básico la exterioridad del ser para evidenciar y así poder afirmar algo con relación a su virtuosidad. La persecución de lo virtuoso se facilita al seguir la pista de las llamadas Virtudes Cardinales, cuya categoría está conformada por la fortaleza, la templanza, la justicia y la sabiduría. El hombre cercano a la filosofía bien podría acceder a estas pautas y avanzar en este camino, el cual a pesar de no estar exento de obstáculos, si se seguía con determinación lo llevaría hasta la virtuosidad, o cuanto menos lo mantendría por buena senda. Pero, ¿Qué sucede con aquellos que no tuvieron la suerte de coincidir espacial y temporalmente con los mencionados maestros pensadores de la filosofía clásica? ¿Habrán podido contar con una batuta para la búsqueda de su virtuosismo?
Al reflexionar sobre la lectura Reseña del concepto ontológico clásico de virtud se hace claro que existe una correspondencia, casi que coincidencia entre las teorías de los filósofos clásicos sobre este tema y los Diez mandamiento de la Ley de Dios, estos últimos han constituido el norte, y por qué no decirlo, los puntos cardinales de la conducta de los creyentes en Cristo. Al repasarlos encontramos pautas de conducta, que nos llevarían a la virtuosidad, los cuales son: Amar a Dios sobre todas las cosas, No jurar su santo nombre en vano, honrar a padre y madre, santificar las fiestas, No matar, No cometer actos impuros, No robar, No decir falso testimonio, No consentir pensamientos ni deseos impuros y, por último, No codiciar los bienes ajenos. La expresión “pautas que nos llevarían a la virtuosidad” establece un hilo conductor entre los Diez Mandamientos y las Virtudes Cardinales de las que nos hablaron los clásicos de la filosofía, el cual explicaré a continuación.
La fortaleza, la templanza, la justicia y la sabiduría, el contenido mínimo de las virtudes de acuerdo con los clásicos, no son evidenciables sino a través de nuestras acciones. Esa persona es fuerte?, es de templanza ante los retos, es justo?, es sabio? ninguna de estas cuestiones podrá tener una respuesta válida sin antes escrutar, analizar, verificar cómo ejecuta sus obras. Sólo así se tendría una aproximación, una calificación con coincidencia histórica temporal sobre la virtuosidad de la persona en concreto. Los no doctrinados por los filósofos clásicos, pero con algo de formación cristiana (es decir, 1.700 millones de los habitantes de este planeta) hemos recibido a través de la doctrina cristiana mandamientos para nuestra vida en sociedad, los cuales son en última las exterioridades que requiere lo virtuoso. Podríamos afirmar que quien aplique, siga, oriente su vida bajo los parámetros de los Diez Mandamientos estaría exteriorizando o aplicando las virtudes, es decir, se configurarían los requisitos de la virtud. A propósito de la correlación o coincidencia entre estas dos tendencias y a manera de ejemplo presento en la siguiente tabla:
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