CUIDADOS DE ENFERMERIA AL PACIENTE CON FRACTURA
Enviado por 061011 • 20 de Marzo de 2014 • 1.679 Palabras (7 Páginas) • 3.633 Visitas
Cuidados de enfermería al paciente con fractura:
Durante su estancia:
ƒ Administraremos tratamiento pautado.
ƒ Realizaremos cuidados de vía venosa periférica según protocolo.
ƒ Valoración del estado nutricional e hidratación.
ƒ Mantenimiento de la higiene corporal e integridad de la piel.
ƒ Control de la eliminación por todas las vías corporales.
ƒ Mantener la correcta alineación del miembro.
ƒ En caso de la tracción esquelética, realizar cura diaria dejando gasas impregnadas con alcohol de 70º.
ƒ Cura de UPP según protocolo de la unidad.
Signos y síntomas:
El paciente presenta signos y síntomas como es el dolor, pérdida de la función de la zona fracturada, también la deformidad a raíz del accidente fracturando el miembro derecho inferior siendo una de sus consecuencias la hinchazón y decoloración del miembro.
Rayos x:
Con una radiografía de la cadera, pelvis o ambas.
Valoración:
VALORACIÓN DEL PACIENTE POLITRAUMATIZADO
El orden en la valoración y manejo del paciente pediátrico politraumatizado es el mismo que el del adulto. Sin embargo, existen matices basados en las diferencias que hemos explicado anteriormente y que van a condicionar nuestra valoración.
Repasaremos a continuación el esquema A, B, C, D, E tradicionalmente adoptado como regla nemotécnica, para organizar la valoración del niño politraumatizado.
A- VÍA AÉREA
La valoración en un primer momento se centra en las siguientes preguntas: ¿Está permeable la vía aérea del niño?, si es así, ¿la puede mantener permeable por sí mismo?
Si el niño está consciente, llora, llama a sus padres… la vía aérea es permeable y la ventilación suficiente. Sin embargo, si el niño está inconsciente o no respira bien debemos sospechar que la vía aérea no es permeable.
La presencia de ruidos ya sean directamente audibles o mediante auscultación, sugiere la posibilidad de que la vía aérea está obstruida. Si el ruido es un ronquido sugiere que la obstrucción está en vía aérea superior, si hay estridor posiblemente está localizada el la laringe, y si se escuchan sibilancias estaremos ante una obstrucción en vía aérea inferior. En los niños la macroglosia es un factor de riesgo añadido a la obstrucción de la vía aérea.
B- RESPIRACIÓN
Una vez que nos hemos asegurado de que la vía aérea está permeable, valoraremos si el niño respira o no, y si lo hace cómo es el patrón respiratorio.
Para saber si el niño respira o no, acercaremos nuestra cara a la suya para oír (si cabe, la respiración), sentir (si cabe, la exhalación de aire), y ver (si cabe, cómo se eleva el tórax).
Si respira, valoraremos mediante inspección la frecuencia respiratoria, características de las respiraciones (si son profundas o superficiales, si son simétricas o no), y si existe trabajo respiratorio excesivo (uso de músculos accesorios, aleteo nasal).
Mediante auscultación valoraremos los ruidos respiratorios (disminución del murmullo vesicular, presencia de ruidos adventicios, o estridor que sugiere obstrucción de la vía aérea).
A la palpación podremos observar asimetrías poco perceptibles mediante la inspección, fracturas costales y zonas crepitantes.
A través de la percusión podremos diferenciar entre supuestas lesiones: neumotórax (percusión timpánica) / hemotórax (percusión mate).
La colocación de un pulsioxímetro nos permitirá además monitorizar de forma continuada la saturación de oxígeno de la sangre arterial.
En general podemos considerar que una frecuencia respiratoria por encima de 30 y por debajo de 10 respiraciones por minuto requiere de nuestra intervención (aunque deberemos tener siempre presente la edad del niño y los parámetros adecuados para su edad).
Por otra parte, patrones respiratorios irregulares tales como respiraciones apneúsicas o Cheyne-stokes pueden sugerir lesiones a nivel del sistema nervioso central.
C- CIRCULACIÓN
El objeto central de la valoración a nivel de circulación es la detección precoz de signos y síntomas de hipovolemia que puede llevar al niño a una situación de shock.
En primer lugar valoraremos la presencia de pulsos y características de los mismos: intensidad, frecuencia y regularidad. La respuesta inicial del organismo ante una situación de hipovolemia en un niño es la taquicardia, cuando el niño se hipotensa la hipovolemia está ya en estadios avanzados.
Es importante también valorar los signos de vasoconstricción periférica mediante el relleno capilar (se considera normal si es igual o menor de dos segundos) y el color, humedad y temperatura de la piel.
Si tenemos la posibilidad de monitorizar la diuresis, podremos interpretar que una diuresis de 1ml/kg/h es reflejo de una adecuada perfusión renal.
El nivel de conciencia, aunque su valoración se retrasa metodológicamente al siguiente apartado, nos dará información valiosa sobre la presión de perfusión cerebral dependiente de la presión arterial media.
Valoraremos también en este apartado la presencia de grandes hemorragias.
D- VALORACIÓN NEUROLÓGICA
Valoraremos el estado de conciencia del niño mediante una escala simple AVDN (alerta, respuesta al estímulo verbal, respuesta al dolor, no respuesta). En este momento podemos realizar también una valoración del nivel de conciencia mediante la escala de coma de Glasgow y escala de Glasgow modificada (ver capítulo de valoración neurológica) o dejarlo para el apartado E. Valoraremos las pupilas (reacción a la estimulación luminosa y simetría. Se considera un tamaño pupilar normal entre 1-4mm) para descartar lesiones a nivel de los nervios craneales. Finalizaremos con la valoración del movimiento y sensibilidad de extremidades (descartando la posibilidad de lesiones espinales).
E- EXPOSICIÓN Y VALORACIÓN SECUNDARIA
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