Cada Cosa En Su Lugar
Enviado por fanyluz • 18 de Septiembre de 2014 • 2.757 Palabras (12 Páginas) • 290 Visitas
Cada Cosa En Su Lugar
Alicia María Uzcanga Lavalle
Personajes:
* Matilde. (30 años) Carácter distraído
* Rubén de Mal Revés. (40 años) Ladrón
* Carmen. (20 años) Empleada de la boutique, coqueta.
* La vecina. (25 años) Sorda
* El vendedor (30 años) Tartamudo
* El portero. (35 años) Homosexual
* El locutor de radio.
Lugar: Un apartamento modesto. Representa cocina-comedor, sala. Dos entradas, una de la cocina a la calle; otra a la habitación. Un biombo en medio de la cocina y la sala. Todo en la casa en desorden, todo tirado, las cosas más inverosímiles regadas por el suelo. Se podría pensar que nadie recoge nada. El apartamento es pequeño.
Narrador.- Esta es la historia de un divertido enredo entre Rubén de Mal Revés, un experimentado ladrón y Matilde un ama de casa muy despistada y un grupo de personas que harán de un simple robo una gran hazaña. Veremos como un sencillo robo para un gran y renombrado ladrón no siempre es fácil.
ACTO UNICO
Al abrirse el telón aparece Matilde en la cocina; mal peinada con crema en la cara, tubos en el cabello, con bata y chanclas. Hecha en la licuadora dos huevos, agua y otras sustancias, a la vez que se mueve algo en la cacerola y apaga otra que separa de la lumbre.
El radio que está en la mesa en ese momento da la noticia.
Locutor.-… y por ese motivo suplicamos a todas las personas de la ciudad tengan sumo cuidado, ya que va armado y puede ser peligroso.
Matilde.- ¿Diosito eres tú?
Locutor.- No, yo no soy Diosito, soy el radio acá estoy en la mesa.
(Matilde va hacia la mesa)
Locutor.- les decía, les advertimos a las personas que tengan mucho cuidado, ya que ese ladrón va armado y puede resultar muy peligroso, la policía repartí….
(Matilde lo apaga de golpe)
Matilde.- ¡Que mentira Sr. radio!, si la colonia villas de la fuente es la más segura de todo Uruapan.
(Matilde continua con la preparación de la cena).Al momento entra Rubén de Mal Revés con pistola en mano, tropieza con una andadera, pero sigue caminando muy serio. Apunta a Matilde, la cual contestará siempre atendiendo a sus cosas y sin prestar atención a Rubén.
Rubén.- ¡Ay…ah…ah…arriba las manos!
Matilde.- Imposible señor. ¿No ve que si subo las manos se bajará el turrón?
Rubén.- ¡Es una orden!
Matilde.- No. es para cuatro órdenes, hoy viene a cenar el jefe de mi esposo con su esposa.
Rubén.- Me refiero a que le acabo de dar una orden. ¡Suba las manos!
Matilde.- Bueno, al rato cuando me desocupe con mucho gusto lo haré.
Rubén.- ¡Señora!... ¡Basta!... ¡soy Rubén de Mal Revés!
Matilde.- Mucho gusto señor al revés. Me llamo Matilde. (Le extiende la mano. Totalmente atolondrado, con la pistola en ella Rubén la extiende también, lo saluda tomándolo por la pistola. Ella recapacita, se limpia la mano en el delantal). Bueno ahora que ya nos conocemos, ayúdeme por favor. Mi esposo dice que cada cosa en su lugar y cada lugar con sus cosas y es muy cierto. Yo por eso siempre soy muy ordenada. Quite la andadera de en medio alguien se puede tropezar.
Rubén.- ¡Está bien, pero suba las manos!
Entonces se escucha el llanto de un bebe.
Matilde.- (Exclama sorprendida) ¡El niño!. Hay estas criaturas del Señor, Despiertan cuando menos deben. Sígale moviendo aquí que luego se baja el turrón, (dirigiéndose a Rubén) ¡ah! y deje eso por aquí, cada cosa en su lugar (señalándole la pistola).
Matilde sale de escena por unos segundos; va hacia el cuarto mientras tato Rubén atiende a las indicaciones de ella.
Matilde regresa a la cocina.
Matilde.- Ya le deje la mamila bien colocadita sobre el palo de golf. (Rubén la ve con rareza). Sí es que así es como mejor se detiene. ¡Pero cuantas veces le tengo que repetirle que cada cosa en su lugar! (agarra la pistola, apuntándole distraídamente a Rubén) ¡Guarde esto en su funda!.
Mientras Rubén continua moviendo el turrón ella mueve algunas cosas del suelo. Suena el teléfono.
Matilde.- ¡Oh! (exclama y corre a buscar por el departamento el teléfono) Hola. (Contesta amablemente y hace una pausa). ¡Hola querido!. (Rubén le hace señas desesperadamente para que no vaya a hablar de él, y le apunta con la pistola). ¡Sí!, la casa en orden; no, no he visto a nadie, aquí hay un señor que me está ayudando, no creo que tenga prisa. (Camina por la habitación mientras Rubén le sigue) ella voltea y Rubén se asusta un poco. Pues es un poco raaro, pero… Parece buena gente (mira a Rubén de arriba hacia abajo y hace una pequeña pausa). No, no necesito nada. ¡Ah! Si, tráeme por favor servilletas, siii ya sé que me trajiste ayer unas servilletas pero, por equivocación las eche al buzón… Si mientras encuentro la llave. Si no te preocupes la casa en orden ya sabes… Gracias querido, adiós. (Cuelga el teléfono y lo deja en el piso).
Matilde.- (a Rubén) y eso que hace ahí (señalando la pistola) ¡cada cosa en su lugar!
Rubén.- (enojado; a Matilde). ¡Señora, basta!, ¡No ve que tengo una pistola!
Matilde.- (le interrumpe respondiéndole). ¡Pero claro que me doy cuenta!, si la anda dejando ahí por todas partes. Comienza a limpiar la mesa.
Rubén.- ¡señora escúcheme... Soy malo muy malo, y vengo a refugiarme de la policía y usted es mi prisionera y si usted no me hace caso le juro que…!
En ese momento suena el timbre de la puerta que hace que Rubén deje de hablar. Matilde deja de limpiar, se acomoda el pelo y se dirige a abrir la puerta.
Matilde.- ¡Buenas tardes, qué milagro!
Vecina.- No vecinita chula tengo limones agrios quiero un poco de azúcar.
Matilde.- bueno, (la agarra del hombro) pero no puede pasar por que este señor tiene una pistola (señala a Rubén).
Vecina.- (sorprendida, entra al departamento). ¡Hay que bueno! Me encantan las estolas, quiero verlas.
Matilde.- (dirigiéndose a Rubén). No se preocupe es sorda como una tapia.
Rubén.- (dirigiéndose a Matilde viendo a la vecina) Dígale ¡Que no vendo nada !, ¡que se largue!
Vecina.-(a Rubén) ¡Pero claro! Las estolas van con vestido largo.
Matilde.-(a la vecina) Vecina, el no vende estolas, esa no es su profesión.
Vecina.- ¡Por dios vecina!, que ocurrencia, como que en camisón. ¡no, no! Las estolas van con vestido de noche.
Rubén.-(desesperado) ¡Que plaga!
Vecina.- ¡En la plaza!, no viera que no he visto nada
Matilde.- (le da la taza de azúcar) Aquí esta lo que quería no tengo tiempo, gracias (la empuja hacia la
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