Camino Hacia La Autodependencia

Lo primero que nos menciona este libro es algo así como nuestra composición, el autor lo describe de una forma que me parece bastante interesante. Según él, el cuerpo es un carruaje, el cual siempre debería complementarse con ciertos elementos para que seamos personas completas, éstos son descritos de la siguiente manera:

« Caballos: que se refieren al aspecto que engloba nuestros deseos, necesidades, pulsiones, afectos...

« Cochero: se trata de la cabeza, intelecto, capacidad de pensar racionalmente.

“El cochero sirve para evaluar el camino, la ruta. Pero quienes realmente tiran del carruaje son tus caballos”. Esta frase en particular me encantó, estoy completamente de acuerdo, ya que, efectivamente, debemos guiarnos un poco por el intelecto, la razón, pero no dejarnos llevar por completo por esta ruta, ya que los sentimientos son lo que finalmente nos guía hacia lo que realmente deseamos y debemos sentirnos bien para conseguirlo.

Por otro lado, el autor maneja el concepto de imbécil, el cuál de acuerdo con él se refiere a alguien dependiente, que necesita de alguien más, para actuar, tomar decisiones, hacer o dejar de hacer.

De la mano con dicho concepto, encontramos un importantísimo punto en la vida actual en general: la tan común sobreprotección por parte de los padres, lo cual es un gravísimos error, ya que ellos no siempre estarán a nuestro lado, no siempre tendrán lo que necesitamos, las respuesta que anhelamos, no siempre seguirán esperando a que necesitemos algo para solucionar nuestros problemas y además de todo, tarde o temprano, irremediablemente morirán.

Siguiendo con ese mismo tema, se habla de algunos tipos de imbéciles, división que no me parece nada absurda, son los siguientes:

« Imbéciles intelectuales: son los que dejan su capacidad de pensar en otros.

« Imbéciles afectivos: dependen de que alguien les diga que los ama, que son lindos, que son buenos; cosa que en el mundo real actual no pasa muy frecuentemente.

« Imbéciles morales: necesitan permanente aprobación para tomar sus decisiones, no son capaces de actuar por sí mismos sin consultar antes a alguien más.

Estoy completamente de acuerdo con el autor, es tan tonto el hecho de concebir la idea de que dependemos siempre y completamente de alguien ajeno a nosotros mismos, debemos tener claro y repetirnos continuamente algo: siempre puedo vivir sin el otro y ambos debemos saberlo, y obviamente asimismo, el otro también puede vivir sin mí.

Menciona algo que me parece bastante digno de resaltar, según su percepción, el codependiente no ama: necesita, depende…pero no ama. Es un concepto muy complejo, a mi parecer si ama, tal vez no siempre pero ama, aunque por lo general de forma enfermiza.

Todos de cierto modo y en algún momento dado hemos sido dependientes de

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