Cartas Abiertas A Hipolito Y Danilo
Enviado por pilarmontas • 8 de Octubre de 2012 • 4.403 Palabras (18 Páginas) • 629 Visitas
Carta abierta a Hipólito Mejía
17 DE ABRIL DEL 2012
Pedro Cabiya
VERACENTO SOCIAL
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PEDRO CABIYA
Escritor, poeta y guionista
pedro.cabiya@gmail.com
Sobre mí
Escritor. Ha publicado Historias tremendas (Isla Negra 1999), galardonado Mejor Libro del Año por Pen Club International, Historias atroces (Isla Negra 2003), y las novelas Trance (Norma 2007), La cabeza (Isla Negra 2005) y Malas hierbas (Zemí Book, 2011). Ha participado en numerosas antologías internacionales como La Cervantíada, Manual de Fin de Siglo, El arca, Literatura puertorriqueña del siglo XX y En el ojo del huracán. Ha vivido en España, Estado Unidos, Haití y Puerto Rico. Actualmente reside en Santo Domingo; en esa ciudad se desempeña como profesor investigador en el Decanato de Investigación de la Universidad Iberoamericana y dirige la productora Heart of Gold Films.
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Saludos, don Hipólito.
Me va a excusar que no lo llame presidente todavía; eso está por verse y me queda alguna esperanza de que este pueblo entre en sus cabales. Declino también llamarle "Papá"; yo conozco al mío y, a mi entender, ese es un título que no se presta a la mojiganga. Por otro lado, así le decían a François Duvalier y todos sabemos cómo acabó eso... Ni de juego me sumo a la alabanza paternalista de nadie. Ese tipo de irresponsabilidades suele costar caro.
Le diré don, por ahora, en honor a sus años.
Todo parece indicar, don Hipólito, que usted va a ganar las elecciones. Los desmanes de un peledeísmo criminal, avariento, insaciable, voraz, pervertido y desaforadamente anti-boschista han empujado a este pueblo a la amnesia: se levanta, colosal, hidrocefálico, babeante, y aparta de sí el cuchillo de matarife que lentamente lo degüella, pero no para salvarse, sino para más cómodamente entrar la cabeza en el lazo de una horca. Huyó de usted, este bebé colosal que gatea sin pañales por el territorio nacional, y se ocultó en las faldas de Leonel... No le gustó lo que encontró ahí y ahora se devuelve, buscando solaz en donde no lo hallara durante el 2000-2004...
La historia no es algo que le preocupe mucho a los líderes actuales... a muy poca gente, de hecho. Los conspiradores del atentado a la vida de Adolf Hitler del 20 de julio de 1944 se entregaron a la faena sospechando que les iría mal, que no podrían cambiar nada. Casi todos alegaron que lo hicieron de todas formas para que la posteridad supiera que, durante ese período de locura nazi, hubo alemanes bragados e íntegros que hicieron lo que pudieron. Podría afirmarse que de igual manera actuó Caamaño y sus seguidores constitucionalistas. Con ese espíritu escribo esta carta, sin ninguna esperanza de que pueda siquiera ser entendida. Lo hago para que la posteridad (que sí me importa, que me importa mucho) sepa que existieron hombres y mujeres cuerdos en este paisaje de insania. Con todo, me gustaría, don Hipólito, que si lo hacen presidente de nuevo tuviera la bondad de cumplir con los puntos a continuación. Y como es una carta abierta, recomiendo a mis lectores que impriman esta lista y la peguen en algún lugar visible para que no se les pierda en estos próximos cuatro años (la puerta de la nevera es ideal). Vayan tachando las que don Hipólito cumpla.
1. Encarcele a Leonel Fernández y a toda su cohorte. Luego de una investigación meticulosa, claro está. Después de que usted haga eso, por mí puede hacer todos los chistes que quiera. Y si van presos, que sea presos de verdad, no presos tipo Álvarez Renta, a quien aparentemente le han permitido cumplir su sentencia en Sofía's.
2. Deslíguese de Pepe Goico. Por favor... ¿Cómo perseguir de manera convincente a un Félix Bautista, por ejemplo, conservando la cercanía de alguien como Pepe? Apunte a la coherencia; esa debe ser la virtud más codiciada de un líder. Si le hace falta inspiración, recuerde a Peña... O mejor: recuerde a Bosch. No olvide que su partido también es hijo del profesor, por más que su hermano menor morado quiera hacerse pasar por hijo único.
3. Persiga realmente la corrupción. Designe a un verdugo para que dirija la DPCA. Óigame bien: a un VERDUGO. Y no se meta más con él o con ella. Déjela hacer su trabajo. Y de paso resucite el proyecto del Ombudsman o Defensor del Pueblo.
4. No hable en público. O hágalo lo menos posible. Sobre todo si viaja al exterior. Callar es de sabios y no todo el mundo entiende su humor. Para hacernos reír está Boruga, Boca de Piano, Raymond Pozo y el Cardenal López Rodríguez. Usted está ahí para gobernar un país y asegurarles a los ciudadanos reglas limpias en su carrera hacia la prosperidad y la felicidad.
5. No viaje tanto. El horno no está para galletitas. Los días de la bonanza auspiciada por Baninter son cosa del pasado. Usted lo sabe mejor que nadie, pues tuvo suficiente gravilla en el vas deferens para trancar a su amigo Ramoncito. Este cuatrenio que viene es para recogerse, reenfocarse, trabajar duro y tratar de salvar al país del cataclismo morado.
6. No persiga a sus detractores y críticos. De lo contrario, el primero que irá preso seré yo. Recuerde que el mejoramiento de una sociedad surge del debate de las ideas, de contraponer, negociar y consensuar, siempre sobre la base de la razón. Si usted tranca a todo el que se le oponga, el colectivo se torna en un soliloquio que empobrece y que, casi siempre, erosiona el desarrollo del país. Sea paciente con la parodia, con la sátira: la capacidad de reírnos de nuestros líderes fortalece a la ciudadanía. De modo que la próxima vez que el diablo le gane unas encuestas, ríase, no mande a trancar a nadie.
7. Deje tranquilas a las Fuerzas Armadas. O bien deshágase de ellas. Disuélvalas. Mantenga dos o tres compañías en la frontera por si a Martelly se le zafa el único tornillo que le queda. Basta con hacer un balance lógico: qué beneficios nos reporta seguir manteniendo a todos esos guardias vs. qué problemas nos acarrean constantemente la indisciplina y deshonor de nuestro ejército. Todos conocemos la índole de noticias en las que siempre están involucradas las FFAA. Quizá estoy equivocado. Quizá el balance revele que mantener a las FA reporta más beneficios que problemas. Pero el balance hay que hacerlo.
8. Asigne el 4% a la educación. Y encarcele a quienes se atrevan a tocar el dinero de nuestros jóvenes. ¿Hace falta, a estas alturas, explicarle a usted que solo los países que invierten en la educación de su gente han podido dar saltos cualitativos en el desarrollo de sus sociedades?
9. Reduzca la nómina gubernamental. La población está pensando reelegirlo
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