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Cerro del Xicuco


Enviado por   •  9 de Agosto de 2012  •  Informe  •  347 Palabras (2 Páginas)  •  2.316 Visitas

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Cerro del Xicuco

Cuenta la leyenda que en el cerro del Xicuco, que desde el museo Jorge R. Acosta, se divisa al norte, existe una cueva en donde los que han logrado entrar ya no regresan, si estos son ambiciosos, pues en ella habita el diablo que les ofrece riquezas de todo tipo. Que si la ambición los domina y aceptan las riquezas, se quedan encantados, pero que si vencen las tentaciones que se les presentan logran salir inmensamente ricos.

Leyenda de los Atlantes.

Mucho se dice que los 4 Atlantes de la zona Arqueológica de Tula de Allende no eran más que 4 columnas que sostenían un techo de la pirámide principal, pero hay una leyenda que cuenta algo completamente diferente...

En realidad estos atlantes eran 4 guerreros toltecas, que estaban cuidando cada uno de los 4 puntos cardinales de la ciudad: Norte, Sur, Este y Oeste, estos guerreros permanecerían inmóviles, dormidos mientras Tula estuviera en paz y calma, pero si llegaba el momento que Tula fuera atacada por manos enemigas estos 4 gigantes toltecas cobrarían vida y defenderían la ciudad, con sus armas que portan en cada mano. Sin embargo esta leyenda no podría cumplirse, ya que algunos atlantes se encuentran en museos fuera de la ciudad de Tula. Aun así no deja de ser una historia fascinante.

La boda de la xdzunuúm

Leyenda Maya

Una mañana llena de sol, la colibrí, o xdzunuúm que es su nombre en lengua maya, estaba parada sobre la rama de una ceiba y lloraba al contemplar su pequeño nido a medio hacer. Y es que a pesar de que llevaba días buscando materiales para construir su casa, sólo había encontrado unas cuantas ramas y hojas que no le alcanzaban. La xdzunuúm quería acabar su nido pronto, pues ahí viviría cuando se casara, pero era muy pobre y cada vez le parecía más difícil terminar su hogar y poder organizar su boda.

La xdzunuúm era tan pequeña que su llanto apenas se escuchaba; la única en oírlo fue la xkokolché, quien voló de rama en rama hasta encontrar a la triste pajarita. Al verla, le preguntó:

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