Charivaria
Enviado por Ana Isabel Pérez Segura • 22 de Enero de 2018 • Reseña • 858 Palabras (4 Páginas) • 100 Visitas
CHARIVARIA
En ocasiones se nos presentan situaciones en la que no podemos ver lo que ocurre pero sí oírlo y aun así tenemos la capacidad de reconstruir lo ocurrido a la perfección, ese es el fin que persigue la exposición “Charivaria”, – presente hasta el 28 de enero de 2018 en el CentroCentro de Cibeles- hacernos conscientes de la importancia que tiene el sonido, de toda la información que esconde y es capaz de compartir con aquel que lo desea.
La exposición, comisariada por Andrea Zarza y José Luis Espejo, se organiza a través de cuatro salas conectadas entre sí y nos invita a la reflexión mediante el uso de recursos sonoros, en su gran mayoría, acompañados de videos, fotografías, pinturas, maquetas y otros elementos, de la importancia del sonido enfocado sobre todo en el sitio que ocupa el mismo en el espacio público, y por lo tanto, la posición que ocupa el espectador en el espacio público como productor principal del mismo, invitando a recorrer un viaje sin orden preestablecido por el tiempo para conocer las distintas facetas del sonido y porque no adentrarnos más allá y ser conocedores del nacimiento y evolución de algunos de ellos, como el concepto que da nombre a la exposición, “Charivari” (sonido en bruto) que nace de una antigua costumbre popular en la que la gente humillaba a golpe de cacerolada a aquel que rompiera con las normas establecidas en la zona, un sonido que nació como reprimenda y con el paso de los años se convirtió en grito de protesta.
Una exposición, a diferencia de la tratada anteriormente “Rosi Amor”, que atiende un concepto muy vasto, con mucho terreno por abarcar y desde diferentes puntos de vista y no solo eso, es una exposición sin reglas, con un comienzo y un final que debes o no, establecer tú, asentada dentro de un orden desordenado sin camino de baldosas amarillas a seguir. Dota al espectador de libertad, es él el que decide el qué, cómo y cuándo lo ve. Un viaje para mostrarnos la belleza de sonidos tan olvidados como el producido por las ruedas de los carros de bueyes, la magia que esconde el sonido de los cencerros de las ovejas, ese encanto floreciente de lo rural y popular contrastándolo porque no, con el bullicio y apogeo del sonido de la ciudad. Como se puede llegar a convertir en un juego de niños, en el que solo debes cerrar los ojos y buscar entre el bullicio ese sonido escondido, la melodía de un saxofón, el canto de un pájaro o la conversación entre una pareja. Ser una crítica hacia la misma sociedad que lo ha producido, una de las obras participe de la exposición titulada “The black sound” refleja a la perfección esto mismo, y es que entre sus páginas de tinta y papel negro se esconde una triste realidad, el hombre puede no destruir la tierra protegida pero el sonido producto de sus acciones destructivas es independiente del deseo del mismo y se vuelve destructor, causando serios problemas en esta. Ser un método de concienciación, de que debemos aprender a respetarnos por muy diferente que seamos o pensemos, la obra “Distortion”, formada por cien auriculares que cuelgan del techo que producen un sonido en conjunto, eso que escuchamos “es una comunidad de cien voces hablando en treinta idiomas distintos sobre temas políticos de gran importancia personal”[1]y todo esto como crítica a esa falta de respeto hacia la libertad de opinión. Ser billete para viajar tanto en la situación actual como en el tiempo, convertirnos de repente en ciudadanos medievales y disfrutar de los espectáculos y tradiciones que se realizaban en aquel entonces y todo gracias a poder ver y escuchar cuadros, instrumentos y demás elementos de la época acompañados de textos inmersivos.
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